Noviembre...
30 noviembre 2009
...fue todo un descubrimiento. Primero tuve que saber qué era el still life y me di cuenta de que es un estilo fotográfico que me fascina y que está lleno de posibilidades. También descubrí que mi casa y los objetos que la habitan pueden tornarse bellos con solo volverse un poco loco sacando fotos. Me sorprendí con el poder de un lente f1.8 y me enamoré de las fotos que consigo con él.
1. Frasco y sal, 2. Esperando, 3. Corchos, 4. Gerbera, 5. Colores, 6. Semillas, 7. Nena, 8. Pureza, 9. Love, 10. Mi versión de los broches, 11. Atardecer, 12. Cardamomo y mostaza, 13. Ajíes, 14. Pintar, 15. Ensayando el color, 16. Vivir, 17. Desayuno, 18. Café, 19. Contrastes, 20. El tren de los sueños por cumplir :), 21. Mi versión de los autitos, 22. Wok, 23. Inocencia, 24. Aire vintage, 25. Cofre, 26. Carreteles, 27. Llave antigua, 28. Hecho con ♥, 29. Corazón, 30. Colores
Mi foto preferida del set
Nada más
Brindemos por el still life y porque mañana empieza ¡diciembre!
Esta es mi vuelta al mundo en La vuelta al mundo. Para ver mi set completo, click acá.
Las fotos de los otros fotógrafos del grupo son un derroche de creatividad, belleza y poesía, pueden verlas acá. ¿Qué más? Ah, si quieren saber qué es el still life pueden leer la explicación de Jackie Rueda y para saber qué es La vuelta al mundo, lean acá. Disfruté y aprendí un montón :)
1. Frasco y sal, 2. Esperando, 3. Corchos, 4. Gerbera, 5. Colores, 6. Semillas, 7. Nena, 8. Pureza, 9. Love, 10. Mi versión de los broches, 11. Atardecer, 12. Cardamomo y mostaza, 13. Ajíes, 14. Pintar, 15. Ensayando el color, 16. Vivir, 17. Desayuno, 18. Café, 19. Contrastes, 20. El tren de los sueños por cumplir :), 21. Mi versión de los autitos, 22. Wok, 23. Inocencia, 24. Aire vintage, 25. Cofre, 26. Carreteles, 27. Llave antigua, 28. Hecho con ♥, 29. Corazón, 30. Colores
Mi foto preferida del set
Nada más
Brindemos por el still life y porque mañana empieza ¡diciembre!
Crónicas desde el final del puerperio: Salir al mundo
29 noviembre 2009
Para leer las dos crónicas anteriores, click aquí.
Salir al mundo
Y al tiempo de las demandas y los nombres, le siguió el tiempo de la paz. Y comenzó en mí un gran proceso de búsqueda: quise mirar de frente por qué tuve el parto y la lactancia que tuve y por qué no me animé a más. Encontré respuestas, asumí responsabilidades, revisé legados, despejé el espacio emocional y encontré lugar para mi hija. Fue un camino durísimo, lleno de sorpresas, de cosas vivas y de amor.
Mi puerperio, o como quieran llamar a este período de 20 meses, fue un viaje intenso del que salgo fortalecida, lista para seguir llorando lo perdido pero en paz, con calma. Ninguna otra etapa de mi vida me había hecho replantearme tantas cosas y cuestionarme tanto.
¿Qué cosas aprendí de mí? En primer lugar aprendí que soy capaz de dar. De dar amor, compasión, amistad, solidaridad, abrazos y creo que todas esas cosas deben ser más que valoradas. Aprendí a entender por qué grito, por qué me enojo, por qué me pongo loca cuando algo no sale como a mi me gustaría. Aprendí que muchas de las cosas que hago las hago solo por el elogio y que soy adicta al reconocimiento, y que por eso pude escribir trabajos en la universidad sobre temas que no me interesaban en lo más mínimo: el objetivo era ver la nota que marcaba el máximo reconocimiento. Y en un momento mi vida se convirtió en una carrera para conseguir ese elogio que, naturalmente, cada vez era más difícil de lograr. Me saturé y no volví a pisar Humanidades y Artes -la facultad en donde estudié-, porque la única forma de cortar con eso era cortar con todo. Cuado decidí que ya no quería más investigación, ni congresos, ni charlas, ni nada que tuviera que ver con la vida universitaria, no era demasiado consciente de por qué lo hacía. Recién cuando pude ver desde afuera cómo estaba viviendo, encontré los por qué.
Mucho de lo que soy -con mis defectos y virtudes- tiene que ver con cómo fui maternada, criada, amada y a la vez exigida. Porque a mí no me exigieron solamente mis padres, sino también mis dos hermanas mayores. En un punto, vine a resolver las frustraciones de todos y eso es muy duro para una sola persona. Y fue muy difícil liberarme de ese lugar en el cual fui colocada cuando mis viejos nombraron el mundo.
Claro que todavía me quedan cuestiones por resolver, pero en este tiempo de introspección encontré las partes del disco rayado donde saltaba la pista una y otra vez. Y tengo claro sobre qué aspectos trabajar y cuáles son menos importantes. Y sí, sigo siendo adicta al elogio, al muy bien 10 felicitado, pero al menos ahora tengo más claro el por qué.
Y así como me di cuenta de esto, pude ver muchos aspectos más de mi personalidad que aún están por resolverse. Este tiempo fue una oportunidad para saber más de mí y asumir parte de mi historia y de mis legados familiares. Por mi parte estoy feliz de haberme animado a transitarlo.
Hace un tiempo que vengo sintiendo que ya le saqué a mi puerperio todo lo que este tenía para darme. Y es hora de salir al mundo nuevamente, a aprovechar todo lo que aprendí con mis hija en brazos. Y para ella será el tiempo de aprender a soltarse de mi mano, sabiendo que siempre, siempre estaré acá. Por primera vez desde el nacimiento de mi hija tengo deseos propios, ganas de hacer algo que no la involucre necesariamente -aunque lo haga al lado de ella-, porque lo que siento que se está acabando no es el tiempo compartido, sino el tiempo de fusión emocional. Así, por más que saque fotos con ella a upa, sé que ese interés nuevo y desaforado es solo mío.
Sí, creo que estamos en el fin de una etapa. Cuando me voy a trabajar la extraño horrores, pero ya no siento como si me estuvieran descuartizando. La unión sutil se está desvaneciendo para dar paso a la otra unión: a la de estar conectadas tan simple y poderosamente por el amor que forjamos en este vínculo.
Y para cerrar con estas crónicas -reflejos de mi experiencia-, un fragmento que me identifica muchísimo, es de la última parte de la película El curioso caso de Benjamin Button, basada en una historia escrita por Scott Fitzgerald:
"Nunca es demasiado tarde o temprano para ser quien quieres ser. No hay límite de tiempo, empieza cuando quieras. Puedes cambiar o quedarte igual. Esto no tiene reglas. Sacarle lo mejor a tu peor momento. Ojalá le saques lo mejor. Ojalá puedas ver cosas que te detengan. Ojalá puedas sentir cosas que jamás sentiste. Ojalá conozcas personas con puntos de vista diferentes. Ojalá vivas una vida de la que te enorgullezcas. Y si no es así, ojalá tengas la fuerza para empezar de cero"
Y para cerrar con estas crónicas -reflejos de mi experiencia-, un fragmento que me identifica muchísimo, es de la última parte de la película El curioso caso de Benjamin Button, basada en una historia escrita por Scott Fitzgerald:
"Nunca es demasiado tarde o temprano para ser quien quieres ser. No hay límite de tiempo, empieza cuando quieras. Puedes cambiar o quedarte igual. Esto no tiene reglas. Sacarle lo mejor a tu peor momento. Ojalá le saques lo mejor. Ojalá puedas ver cosas que te detengan. Ojalá puedas sentir cosas que jamás sentiste. Ojalá conozcas personas con puntos de vista diferentes. Ojalá vivas una vida de la que te enorgullezcas. Y si no es así, ojalá tengas la fuerza para empezar de cero"
Amauti
28 noviembre 2009
Vi éste video gracias a mi amada sección Mediateca de Portabebés en el foro de Red Canguro y me impactó. Básicamente porque me encanta ver cómo viven otras culturas del mundo. Es increíble cómo la ropa, al igual que el lenguaje, reflejan una cosmovisión del mundo. Son Amautis (esquimales?), y vean cómo llevan a sus bebés ;-)
Mis razones para amar el verano ♥
27 noviembre 2009
En julio de este año leí una nota de Kireei en donde recomendaban un photostream de Flickr dedicado a las razones para amar el verano. Leí esa nota abrigada con bufanda y calzada con botas. Pero el tiempo pasó y ahora nos toca celebrar la estación que está por comenzar (cuando esté por terminar lo voy a odiar, jaja!). Esta es la primera de la serie de mis razones para amar el verano :)
Crónicas desde el final del puerperio: "Encontrando las palabras"
26 noviembre 2009
Para la crónica anterior, click acá.
Encontrando las palabras
En todas las historias de la mitología grecorromana, el héroe tiene que descender al Hades. El Hades es el reino de lo oscuro, de los muertos. El viaje tiene como objetivo enfrentar al protagonista con su verdad y a la vez, con su destino y devolverlo al mundo de los vivos más sabio, más fuerte y entrenado para llevar a cabo su misión. En ese viaje suele encontrarse con pérdidas que le han dolido mucho, hablar con muertos que le dan consejos y exorcizar su dolor para seguir adelante.
No, no soy Ulises, pero tuve mi descenso, mi viaje personal para conocerme. En ése lugar me ví cara a cara con lo que fui, con lo que soy y con lo que quiero ser.
Como conté en la entrada anterior, algunos hechos aislados y la certeza de que me había "escapado" del puerperio, me llevaron a transitarlo nuevamente, en calma y sosegadamente.
En septiembre de 2008 le detectaron a Guille una displasia de caderas y le colocamos un arnés de pavlik. Como ya conté muchas veces, el arnés deja al bebé con movimientos reducidos: sólo puede mover los brazos. Yo necesitaba vivir nuevamente el lugar del que había huido, y por cosas del azar -o no tanto- me encontraba nuevamente con un bebé que tenía condiciones similares a las de un recién nacido.
Llegó el tiempo de satisfacer todas las demandas, pero también fue el momento de ponerle palabras a eso que me pasaba. Y le conté a esa beba de 6 meses qué dolores tenía guardados en el alma, le conté que los relatos de mi nacimiento eran confusos y que lo único que sé con certeza es que mi papá quería un varón al que iba a llamar Pablo. No sé cómo llegué a este mundo, ni si fui amamantada o no. Pero sí sé que llegué de "sorpresa". No sé si fue deseada, sí sé que fui amada. El resto cayó en el olvido y esos relatos simplemente no están. Le conté a mi hija que sufría porque fui criada entre gritos y golpes, y que era muy difícil separar ese desamparo del amor: había llegado a la maternidad sin saber "dar" porque nadie me lo había enseñado nunca. Le conté que era perfeccionista y detallista y que siempre había alcanzado mis metas con éxito y reconocimiento, y que nuestra lactancia fue la primera derrota de mi vida. Le conté cómo me dolía la distancia con mis hermanas y los duelos que seguían fresquitos, dispuestos a ser revisados y dolidos y llorados como corresponde. Y le conté mil cosas más. No sé si liberé a mi hija de mi angustia, pero sé que me sirvió para mirar hacia adelante y decidir qué quería hacer de ahí en más con mi maternidad y con mi vida.
A Guille le quitaron el arnés y volvimos lentamente al reino de los vivos. Con muchas preguntas que fui resolviendo poco a poco a lo largo de este año. Lo más difícil había pasado y no habíamos enloquecido. ¿Quién me cuidó las espaldas para el viaje? David, que supo escuchar -tal vez de manera inconsciente- mis reclamos. Mis amigas, las virtuales y las reales, cuando pude empezar a poner en palabras todo lo que me pasaba. Las palabras, porque como leí alguna vez en las paredes de un aula "cada palabra escrita es una victoria contra la muerte".
Crónicas desde el final del puerperio: "El camino de poner a la luz mi sombra"
25 noviembre 2009
De a poco estoy empezando a poder escribir sobre mi puerperio. Hace rato que tengo ganas de compartir algunas cosas, sobre todo porque quizá a alguna le sirva -no porque lo vaya a vivir igual ya que cada puerperio, como cada maternidad, es único- y se sienta acompañada. También quiero dejar registro de esto ahora, que estoy encontrando las palabras para escribirlo. Ayer vimos Vals con Bashir, el analista le dice al protagonista en un momento: "La memoria nos lleva adonde queremos ir". Aquí estoy yo, acordándome de todo esto, por algo será que quiero ir hasta ahí. Imposible contar todo lo sucedido en estos 20 meses en una sola entrada, lo dividí en crónicas, partes, pedazos, retazos: como quieran llamarlos. La primera, la más dolorosa.
El camino de poner a la luz mi sombra (marzo/septiembre de 2008)
Intento retrotraerme a los primeros tres meses. Me cuesta, hay algo en mí que me produce un profundo malestar. No digo tristeza, porque realmente ese sentimiento se ha ido diluyendo con el tiempo. Básicamente, los primeros tiempos deben parecerse mucho a los de todas: te ponen un bebé en brazos y no tenés mucha idea de la dimensión de lo que te espera.
Para mí fue el derrumbe emocional. Quedé completamente desprotegida y expuesta. Me aterraba la posibilidad de la muerte. Tanto que estaba prohibido mencionar cualquier término relacionado con ella. Por ejemplo, si David decía: "Esta nena está muerta de calor", yo armaba un escándalo. No quería que se mencionara la muerte en relación a mi beba recién nacida. Era casi una fijación, tanto que le hice el análisis de bilirrubina 4 veces en tres días (qué bobo el médico que me lo permitió, no?)
De esos primeros días tengo imágenes borrosas, oscuras: me recuerdo mirando a Guille todo el tiempo, sin dormir, llorando por el dramón de la lactancia. Momentos duros que en vez de afrontar y bucear en ellos y en mis sentimientos, dejé pasar. Supongo que no estaba dispuesta a transitar el camino del puerperio y decidí obviarlo. Y lo escondí debajo de la alfombra. Es muy difícil describir la angustia en medio de la felicidad, es una sensación que se vive con cada célula del cuerpo y no puede transcribirse en palabras.
Y a los tres meses volví al trabajo. Y me sentía triste, lloraba en el colectivo de ida y en el de vuelta.
Viví como una afrenta el hecho de que mi hija "se apropiara de mi vida", no pude entregarme a la fusión emocional que exige el puerperio hasta muchos meses después del nacimiento de Guille, y en ese no entregarme perdí muchísimas cosas.
Viví como una afrenta el hecho de que mi hija "se apropiara de mi vida", no pude entregarme a la fusión emocional que exige el puerperio hasta muchos meses después del nacimiento de Guille, y en ese no entregarme perdí muchísimas cosas.
Cuando llegaba del trabajo, me costaba volver a conectar con mi maternidad, me costaba mirar a mi hija porque sentía que yo le había provocado ese dolor de no estar, de no tenerme. Fue difícil, lo miro en retrospectiva y no sé cómo pude seguir adelante tan sola, sin un grupo de ayuda o alguien que me contuviera. Yo misma negaba cómo me sentía, me encerré en mi misma y en mi casa, buscaba justificarme: hace mucho frío, hay demasiado humo en el ambiente (por ese época quemaban pastizales en mi zona).
Los cólicos fueron el abismo: estábamos muchas horas solas, y Guille lloraba mucho. Algunas cosas las recuerdo fugazmmente: apenas se esbozan y mi alma las desvanece ¿será que aún no puedo soportarlo?
Convencida de que "me iba a hacer bien", tomé más horas como reemplazante en una escuela técnica cerquita de casa. Como era de esperar, jamás pude conectar con esos chicos: nos hicimos la vida imposible mutuamente. Los chicos se portaban increíblemente mal, peo yo estaba tan metida para adentro que no me sentía capacitada para controlar la situación, los dejaba hacer. Me sentía agotada emocionalmente, volvía todos los días llorando a casa, haciendo responsables de esa tristeza a mis alumnos, que seguramente eran insoportables (arrancaban partecitas de baldosas sueltas y se las tiraban entre ellos, ¡ay!), pero tampoco eran los culpables de mis males de ese momento. Cuando Guille dormía, pasaba las tardes anestesiada mirando Dr. House y lloraba en todos los episodios, incluso me quedó una especie de rechazo y ya no miro las nuevas temporadas. Tuve una sensación profunda de soledad y muerte.
Y por otro lado, el terrible contraste de ser feliz: tener en brazos a Guille, escuchar sus risitas, ver sus sonrisas. Ese contraste me estaba volviendo loca y no entendía por qué me sentía así. Así empecé a entrar a los foros de maternidad y descubrí que no era la única que tenía esa sensación, aunque debo decir que algunas lo llevaban mejor que otras, supongo que porque estaban más acompañadas por sus familias o porque habían asumido que ese período era necesariamente así.
Escuché hablar por primera vez de Laura Gutman y de Carlos González, pero mucha bola no les di porque pensaba que eran libros de autoayuda (sí, soy muy prejuiciosa...no se ofendan pero no me gustan los libros de autoayuda). Un día de agosto de 2008, revisando libros en la librería Cúspide, encontré La maternidad y el encuentro con la propia sombra -el libro de Gutman- y lo compré. Y las cosas lentamente empezaron a suceder, los acontecimientos me iban llevando a ese tan temido puerperio, y esta vez decidí afrontarlo. Me enfermé: después de una sinutsitis muy fuerte, tuve una hemorragia en la boca que el odontólogo no sabía cómo frenar y que cedió solo después de dos horas y una dolorosísima cauterización. Guille se enfermó también, por primera vez. Creo que esa díada mamá/bebé volvían a reunirse por medio de la enfermedad, de la manifestación del síntoma. Todo el dolor guardado ahí en lo profundo, en la sombra, se escapó en sangre.
Lloré tanto después de leer el libro de Gutman que creo que me exorcisé de todos mis temores. Fue ahí en donde volví a buscar mi puerperio, a sacarlo del escondite en donde lo había guardado, a rescatarlo para transformarlo en algo más productivo y sanador. A poner a la luz todas mis sombras.
¡Arte! ¡Arte! ¡Arte!
24 noviembre 2009
Necesidades satisfechas
23 noviembre 2009
Hacía mucho que tenía ganas de compartir esta foto con ustedes. La vi navegando por el foro de Red Canguro, en la sección "Mediateca de portabebés". Intenté encontrar el artículo en el cual apareció publicada, pero no lo logré. Me interesaba mucho leerlo, pero no pude encontrarlo. Sé que esta foto apareció publicada en la revista Mujer Hoy (si alguna encuentra el artículo, se lo agradeceré, por mi parte seguiré buscando), ilustrando una nota sobre la emigración en México.
La foto me parece espectacular desde el punto de vista estético, pero eso es lo de menos. Lo que más me interesa es el poder de interpretación que tiene una simple imagen. Creo que el fotógrafo intentó reflejar lo dura y hostil que es la vida para algunos. Y sí, lo logró. Pero a mi me gusta leer algo más aparte de ese contenido obvio, me gusta leer en la foto lo no tan obvio y es que ese bebé, al parecer tan carenciado, tiene todo lo que necesita para crecer sano y feliz: brazos y teta. Y cuando miro esta foto confirmo lo que más de una vez hemos conversado en la Red Social Familia Natural: las necesidades de los bebés son siempre las mismas, lo que cambia es la disponibilidad de quienes los criamos.
Esta foto me hizo pensar muchísimo, hace dos meses que la tengo guardada para comentarla y siempre se me ocurren cosas diferentes. Y ustedes ¿qué leen en esta foto?
*no encuentro el dato de quién hizo la toma, pero seguramente es uno de los fotógrafos del equipo de Mujer Hoy.
Besos por celular
21 noviembre 2009
La verdad es que de ése día poco, poco, poco. Me acuerdo de que a la mañana fui a conocer a mis sobrinitas "las mellis" y que tu mamá me había avisado que estaba internada (desde el día anterior) con contracciones. Hacía un calor húmedo exactamente como el de esta semana y yo estaba igual de embrollada con el asunto del final del ciclo lectivo.
Para la tarde tuve un presentimiento extraño, y le recé a todos los santos: como hago cada vez que el destino amenaza con correrme. Pero el día trancurrió sin más novedades. El miércoles anterior había tomado unos mates con tu madre y llevé la cámara de fotos con toda la intención de sacarnos una foto con la panza. Y me olvidé, pero cuando me acordé no me importó...todavía faltaban muchas semanas y yo me imaginaba más bien yendo a conocerte al sanatorio el mismísimo 24 de diciembre.
Pero a las 22 y pico recibí el primer mensajito al celular: "Voy a cesárea en un rato, qué mezcla de sensaciones". Ahhhh, qué nervios! No pude dormir hasta que no recibí el mensaje final de una serie de mensajes: "Nació Donato, es bello. Está bien pero lo llevaron a neo..." que llegó cerca de la 1 de la mañana. Mamita, altro que generación de nativos tecnológicos: ¡tu nacimiento fue retransimitido por msn!
Te conocí en la siesta del jueves 27 de noviembre. Me conmovió tu llegada, como me conmueve la fuerza de leona de tu vieja y todas las montañas que se escaló este año ;-)
¿Qué más te digo gordito? Lo que ya hemos hablado mil veces con tu mamá: acá estamos para lo que necesiten, siempre, siempre. Los queremos un montón.
¡¡¡Feliz Primer Cumpleaños Donato!!!
Ah, las imágenes del video no tienen nada que ver, pero la canción sí ;-)
¡¡¡Feliz Primer Cumpleaños Donato!!!
Ah, las imágenes del video no tienen nada que ver, pero la canción sí ;-)
Jugar
20 noviembre 2009
En: Tonucci Francesco, La soledad del niño, Losada, Buenos Aires, 2007.
Hoy se celebran los 20 años de la Convención por los derechos del niño. ¿Y si como sociedad le damos a nuestros hijos el regalo del tiempo? Sí, del tiempo libre de juego, sin escuelas de jornada completísima, tareas ni obligaciones. Claro que hay muchos otros problemas que afectan a la infancia y que no está en nuestras manos solucionar. En cambio hoy mismo podemos empezar por casa cediéndole a nuestros hijos más tiempo libre para ¡jugar!
Agustina y Guadalupe: 365 días ♥
El 7 de diciembre de 2008 abrí mi correo y leí éste mail. Es la historia del nacimiento de mis sobrinitas, Agustina y Guadalupe. Un año después volví a leerlo y me emocionó tanto como en ese momento. Con el consentimiento de Caro y Seba, los papás múltiples, lo comparto con ustedes.
"Hoy hace 16 días que soy mamá de Agustina y Guadalupe. Mis mellis nacieron el 20 de noviembre en el Sanatorio de la Mujer, con el obstetra E. Reviglio. Y esta es mi historia.
En abril de 1990 conocí a Seba, hoy mi esposo, estuvimos 7 años de novios y en abril del 2006 nos casamos. Un año antes me operaron de urgencia de quistes en los ovarios que tenían el tamaño de una naranja. Sí, me operaron de sorpresa porque la ginecóloga a la que iba antes nunca me hizo una ecografía de control y como yo no tenía dolores cuando menstruaba, era imposible darse cuenta. Al operarme me dijeron que todo estaba bien. A los pocos meses, en una eco de control en el Hospital Italiano, el ecografista me dijo que tenía endometriosis (¡diría el nombre del doctor para que no vayan!). Igual comencé a prepararme con mi nueva ginecóloga para empezar a buscar un bebé: me hice análisis, ecos y tomé 3 meses pastillas anticonceptivas. Todo esto fue en el 2007, pasados esos 3 meses, comenzamos la ansiada búsqueda. Yo q nunca había anotado fechas ni nada, lo hice y me ayudó mucho. En febrero de este año (2008) volví a hacerme una eco transvaginal y el mismo doctor me dijo "No, de la forma en que está lleno tu útero de líquido, es imposible tener bebés, es como llenar un moisés de agua". Salí llorando, como cada vez que iba. En marzo cambié de ecógrafo, me fui a otro lado, y el nuevo ecografista me dijo que yo no tenia nada. En ese momento aún no sabía que el 13 de marzo sería mi última menstruación.
Así las cosas, como estaba tan ansiosa, mi gine me recomendó ir a una especialista en fertilidad. Fuimos un viernes a la nochecita, esta doctora me dio una lista enorme de análisis para hacerme. Algunos debía hacerlos 3 días después de comenzar a menstruar y ¡nunca más me vino! El viernes 18 de abril por la mañana, me hice el evatest a las 6.30 de la mañana: no aguantaba más ni mi ansiedad, ni las ganas de hacer pipi. Rápidamente salieron las dos rayitas!!!!! Corrí a la cama a contarle a Seba. Nos mirábamos y mirábamos llenos de felicidad!! Por fin nos había pasado, por fin!!! Guardamos el silencio todo el día, me hice otro test más por las dudas y a la nochecita fuimos a la ginecóloga que me dijo que me haga el análisis de sangre el lunes. A la noche corrimos a darle la noticia a nuestros padres de que YA ÉRAMOS TRES: lo cuento y no puedo creer que fue solamente hace unos meses atrás.
Ese lunes el análisis de sangre me dio altísimo, le mandé un mensaje al celu a mi doctora que me dice: “UYYYYYYYY sí, estás embarazadísima”. El valor de la beta era de 23.0000. A las 9 semanas nos hicimos la primera ecografía. Era el miércoles 5 de mayo de 2008. Ese día la vida nos daría otra gran noticia. El ecógrafo, al poner el scanner en mi panza empezó diciendo: “Uyyy que bien que se ve ¿él es tu esposo??”, y yo: “Sí”, y él : “Y...tienen otros hijos??”, y nosotros: “No”, y él: “Bueno, es que SON DOS BEBES!”. No lo podíamos creer, qué FELICIDAD!!!
Ahora, se preguntarán:
“¿Hicimos tratamiento?”. No
”¿Tomaste algo?”. No
“¿Tenés antecedentes?” No
“¿Tu marido?” Tampoco
Y yo respondo que en la cuadra donde vivía de soltera eran montones de mellis. Y muchos me dicen: “¡Es elagua de tu barrio!” jajajaja.
Aun lo veo, lo escribo, lo charlo y no dejo de sorprenderme. Tuve un embarazo espectacular que duró 36 semanas, todo salió perfecto, fue sin dudas la mejor época de nuestras vidas. Hasta el 20 de noviembre, al ver a nuestras bebas. Guadalupe nació a las 15:55 y Agustina a las 15:58, en una cesárea respetada. Estuvieron una semana en neonatología por bajo peso. Cuando llegaron a los 2Kg. el 27 de noviembre, nos vinimos los cuatro a casita y aquí estamos, haciéndolas engordar con mi teta y algo de complemento.
Somos TAN felices. Ahora soy mamá, Seba es papá y sentimos que el milagro se hizo realidad."
Por mi parte ¿qué más puedo agregar? Son una hermosa familia, y son parte de esto de criar a nuestros hijos en comunidad, valorando la familia. Le pusieron toda la garra para sostener la lactancia, crían a sus hijas con amor y se nota en cada gesto, a cada segundo. El primer cumpleaños es una época muy especial, ojalá podamos seguir acompañándonos en la vida y compartiendo la crianza de nuestros hijos.
¡Los queremos un montón!
¡¡Feliz Primer Año Agustina y Guadalupe!!
¿Sos mamá múltiple?¿Estás por serlo? Hay un lugar en donde podés recibir contención y apoyo: Padres Múltiples, allí también podrás encontrar un foro en donde compartir tus experiencias con otros papis y mamis múltiples.
De la Kodak Instamatic a la Canon Xsi: mi relación con la fotografía
19 noviembre 2009
Foto: Jodigreen para Flickr Creative Commons
Era la Navidad de 1989, un año difícil en Argentina. A mediados de año habíamos sufrido la hiperinflación, que nos dejó sin auto, sin negocio -mi viejo quebró a mediados de ese año y tuvo que cerrar el almacén del que vivíamos- y con una propiedad menos: un terrenito que mi papá había comprado en la década del '70 para construir una casita y venderla, pero que había quedado como un semi baldío en donde mi abuelo tenía una huerta. Si el año había sido malo, aún faltaba diciembre. Igualmente la navidad en esa época no era lo que es hoy: la carrera consumista se desató recién con el menemismo, en plena década del '90 cuando $1 argentino era igual a 1 dólar, y mientras muchas empresas nacionales cerraban, todos adquiríamos chucherías importadas por 3 dólares. Las navidades de mi infancia sólo traían algún que otro juguete para los más chiquitos de la familia, los grandes se limitaban a brindar y romper castañas. Los regalos en casa los traía el "Niñito Dios" y todo era 50 veces más sencillo de la carrera alocada que veo hoy en día para las fiestas.
Así, la Navidad se venía encima, yo tenía 10 años y aún seguía siendo la más chica de mi familia. Y pedí me regalo: quiero una cámara de fotos. Cuando mi mamá me dijo "sí", me sorprendí porque si bien era chica, me daba cuenta de que las cosas no estaban bien. Obviamente ya sabía que el regalo me lo hacían mis viejos y mi mamá a eso de las 7 de la tarde se puso a envolver, sin ningún disimulo, la cámara de fotos familiar que teníamos hacía mil años. Para las 9 de la noche ya debo haber estado insoportable, así que me dieron el regalo: la Kodak Instamatic familiar pasaba a formar parte de mi patrimonio personal. Para algunos será una historia triste (sobre todo en el mundo de hoy en donde sólo tiene valor lo nuevo, lo último, la cámara de 300 mega millones de píxeles), para mí representa uno de los momentos más lindos de mi infancia. En el momento pensé que seguramente al otro día la cámara volvería a ser familiar, pero para mi sorpresa no fue así: todos me pedían permiso para usarla, como si realmente fuera mía. Y empecé a aprender: había que colocar el rollo y girar una perillita para que avanzara, después tenías que quedarte lo más inmóvil posible y te sugerían "no respirar" al sacar la foto, para que no saliera movida. También traía como unos "foquitos" para colocar en el sitio donde iba el flash, los podías usar 4 veces. Ahora que lo pienso, me resulta increíble que a los 10 años supiera colocar el rollo, poner el flash y sacar la foto. Pero lo hacía. Las fotos de esa nochebuena ya no las tengo -supongo que las habré tirado en un arranque de limpieza- pero recuerdo patente una en la cual estaban mis viejos y mi hermana Analía: ¡con las cabezas cortadas porque en lugar de enfocarlos a ellos, enfoqué el perrito que tenía mi hermana en brazos! Ah, ¡qué nostalgia! Sí conservé otras fotos sacadas ese mismo verano, la mayoría movidas o sacadas a muchísima distancia. Siempre me gustó sacar fotos y mi mamá me apoyó en eso.
Estas son las que guardo de recuerdo, las dos son en el patio de casa: la de arriba usando como modelo a mi bebote Yoly-Bell y la segunda fotografiando a mi perro Pelé (es la mancha negra que está en el medio, jaja)
Estas son las que guardo de recuerdo, las dos son en el patio de casa: la de arriba usando como modelo a mi bebote Yoly-Bell y la segunda fotografiando a mi perro Pelé (es la mancha negra que está en el medio, jaja)
Y después llegaron otras cámaras: una kodak chatita que tenía iguales características que la Instamatic pero con flash incorporado y la Olympus que compré en el viaje a Machu Pichu porque accidentalmente perdí la cámara que nos habían prestado (ups!). Cuando empecé a salir con David él ya tenía cámara digital: una Olympus que le habían traído de afuera cuando aún no circulaban las cámaras digitales en el país, después llegó la Canon Power Shot que compramos para nuestro viaje a Bolivia y la Nikon Coolpix que compré de urgencia -y con una bronca terrible- porque a la Canon se le ocurrió morir durante las primeras vacaciones de mi hija.
Y en julio llegó la Canon reflex que tanto habíamos soñado. Y ya llevo sacadas: ¡6000 fotos! Sí, en cuatro meses saqué 6000 fotos. La mayoría de ellas para aprender, por lo tanto no tengo ni la mitad guardadas. Estoy haciendo un curso a distancia desde agosto, que me ayudó muchísimo con la técnica y el manejo de la cámara en modo manual. Estuve averiguando también por la carrera terciaria en fotografía que funciona en Rosario, pero desistí de empezarla porque ya no tengo ganas de estar en un aula escuchando a alguien. Después de 6 años de universidad, creo que llegó el momento de ser un poco autodidacta. Incluso, el curso a distancia que estoy haciendo es mi primera experiencia de educación no formal y se está transformando en algo buenísimo. Leo mucho de la web y me anoté en el curso online de Jackie Rueda, una fotógrafa venezolana residente en Canadá que me fascina. Estoy ansiosa por saber, algo que hacía mucho que no me pasaba. Será que a mi la facultad me dejó agotada, sin ganas de más.
Obvio que hemos tenido que hacer sacrificios económicos para comprar la cámara, dejar de lado incluso otras prioridades (como terminar la pieza de Guille por ejemplo), pero David y yo tenemos un rasgo en común que nos une y nos identifica: creemos que también hay que nutrir el alma, el espíritu. Y eso se ha convertido en una prioridad importante de nuestras vidas en estos años.
Ojalá mi fotografía empiece a mejorar y logre desarrollar un estilo que pueda compartir con ustedes. Es uno de los propósitos de esa lista de deseos que estoy empezando a formar para el 2010.
Obvio que hemos tenido que hacer sacrificios económicos para comprar la cámara, dejar de lado incluso otras prioridades (como terminar la pieza de Guille por ejemplo), pero David y yo tenemos un rasgo en común que nos une y nos identifica: creemos que también hay que nutrir el alma, el espíritu. Y eso se ha convertido en una prioridad importante de nuestras vidas en estos años.
Ojalá mi fotografía empiece a mejorar y logre desarrollar un estilo que pueda compartir con ustedes. Es uno de los propósitos de esa lista de deseos que estoy empezando a formar para el 2010.
Hoy cenamos...
17 noviembre 2009
Hace mucho que no pongo recetas en el blog, pero hoy casualmente me acordé de algo que leí en el libro de Laura Gutman La revolución de las madres, y decidí compartir con ustedes esta receta. Gutman sostiene que la introducción de alimentos sólidos debería hacerse cuando el niño se muestra interesado en ellos, en lo que come la familia o en lo que ve pasar por delante. Esto seguramente no ocurrirá hasta que el bebé pueda mantenerse sentado y firme, cerca de los seis meses, coincidiendo así con las recomendaciones de la OMS acerca de la lactancia materna. Gutman sostiene que el bebé debería empezar a comer cuando puede manejarse con autonomía frente al alimento:
"¿Qué significa comer con autonomía? Significa que el niño pequeño es capaz de encontrar, tomar y llevar a la boca, por sus propios medios el trozo de alimento. Si pensamos en "un trozo" de alimento, es obvio que el puré es el alimento anti niño por naturaleza, porque se deshace en el intento de llevarlo a la boca.
Por lo tanto, tendremos que pensar en ofrecer comida en forma de "trozos blandos", cuando el niño es muy pequeño y no tiene aún dientes para triturarla. La comida sencilla en forma de croquetas, bollos, formitas, son ideales. Se pueden comer fríos o calientes y pueden estar preparados con anterioridad para ser utilizados en cualquier momento del día. La "forma" en que el alimento es presentado al niño tiene mucha importancia, de hecho ése es uno de los motivos por los cuales la "comida chatarra" tiene tanto éxito entre los niños pequeños: porque pueden comerla con autonomía y como parte del juego. Con un poco de imaginación podremos ofrecer al niño alimentos de mejor calidad, conservando la facilidad y la autonomía para comer. Básicamente se trata de poder tomar el trozo de alimento con la mano."
Laura Gutman: La revolución de las madres. El desafío de nutrir a nuestros hijos, Del Nuevo Extremo, Buenos Aires, 2009. Pág. 201
Aclaro que yo también empecé con puré y a los cinco meses de Guille (ay!), así que -si les molesta lo que piensa- a quejarse a lo de Laura Gutman ;-) Incluso me costó un montón introducir la comida en "pedacitos" porque soy hiper paranoica con que se ahogue. Pero esto tiene una razón: cuando Guille empezó a comer murió un bebito de seis meses en una ciudad vecina, atragantado con un caramelo duro. Quedé terriblemente impresionada y aunque sé que hay diferencias entre un "pedacito" de carne y un caramelo duro, igual me asustaba cada vez que Guille tosía. También quiero aclarar que esto de darle de comer al bebé en trozos que pueda sujetar con las manos no lo inventó Laura Gutman, sino que es una tendencia muy fuerte en Estados Unidos (vean esta página de Baby Finger Food). Igualmente, aunque haya empezado con puré, realmente estoy convencida de que es una buena idea intentar con trocitos de comida y así lo haré cuando introduzca los sólidos en un futuro hij@. Por eso todos los días pienso y pruebo recetas en donde el principal atributo sea que puedan agarrarse con las manos, sobre todo porque Guille jamás se sienta a comer y es imposible perseguirla por la casa con el tenedor.
La idea general de la receta la saqué de un programa de Utilísima que ví hace un millón de años. No es nada muy nuevo, tampoco se vayan a creer que innové tanto. Es una idea básica a partir de la cual se pueden aplicar muchísimas variantes.
Necesitamos (para un montón)
2 tazas de arroz cocido bastante pasado
1 taza de espinaca cocida (o cualquier otro vegetal, o una mezcla de varios vegetales, eso sí cuidar que no tengan demasiada cantidad de agua)
pan rallado o avena molida fino
Lo que hacemos
Ponemos el arroz en la procesadora junto con los vegetales, procesamos bien todo (también se puede hacer con pollo crudo, con una pechuga por ejemplo, en lugar de vegetales). En una bandejita de telgopor o en una bolsita de nylon pincelamos con un poquito de aceite para que no se pegue y estiramos la mezcla que hicimos con el arroz procesado. Llevamos al freezer un ratito, retiramos y cortamos las formitas. Personalmente, creo que la comida no debe tener aspecto de algo que no sea comida, por eso yo corto o círculos o barritas (pero éste es un raye mío y perfectamente podrían usar un corta pastas en forma de barco, corazón o flor, o lo que tengan). Los rebozamos con el pan rallado o la avena (no hace falta pasar por huevo porque es bastante pegajoso el arroz procesado), y horneamos hasta que estén doraditos de ambos lados.
La receta es inagotable: se puede agregar casi cualquier ingrediente al arroz. Podemos reemplazar el arroz por cebada cocida o por fideos. También podemos acompañar con alguna salsita de queso crema o con tomate procesado. O hacerlas a la "napolitana" con salsa de tomate y queso fresco.
A mi me encanta esta receta, me parece súper versátil, fácil de hacer y hasta se puede hacer en cantidad y freezar. También les propongo que lo prueben como alternativa para los cumpleaños, en vez de la típica comida "chatarra", realmente son riquísimas.
Les dejo fotos del proceso
Procesar
Estirar
Rebozar
Servir
Las fotos están un cahitín oscuras porque las hice a las apuradas. Guille huele comida y empieza a pedir a los gritos ;-)
Melancolía
16 noviembre 2009
En pleno bajón de fin de año. Melancólica. Procesando la tristeza por los días perdidos. Hoy me acordé de mi abuela y no pude contener las lágrimas. Supongo que me ganó el cansancio del año y el final se hace pesado.
Los tres años que pasamos juntas después de la muerte de mi mamá y de su hija, forjamos el lazo más fuerte que tuve alguna vez con una persona. Esa sensación de sincronía, de anticipación a la mirada y al pensamiento del otro. Ese poder de comunicación que te hace saber que en segundos te van a llamar para avisarte que una parte de vos, de tu infancia y de tu corazón se fueron para siempre.
Fueron años duros en los que pocas veces pienso porque sé que me entristecen. No puedo poner en palabras lo que mi nona fue para mí. Sí puedo hablar de ese tiempo de duelo que vivimos fusionadas, juntitas, abrazadas. Dejarla ir fue difícil y hay cosas de ella que todavía están en mí y que probablemente nunca se vayan del todo porque "...estás en cada cosa que soy".
Recuerdo apoyar la cabeza en su panza y sentir cómo subía y bajaba con la respiración., y se me hace un nudo en el pecho que sólo se libera en lágrimas.
Fiaca
15 noviembre 2009
Encontrar el equilibrio en la vida familiar
11 noviembre 2009
Ayer la reunión de La Liga fue muy movilizadora para mí. Se habló de Crianza y Lactancia. Leímos un texto en donde se recopilaban los 8 ideales de la Crianza Afectuosa propuestos por Attachment Parenting International. Uno de los que más discutimos es éste que comparto con ustedes:
Mantener el equilibrio en la vida familiar
Los padres deben prodigarse cariño entre sí así como a sus hijos, especialmente cuando están satisfaciendo las necesidades intensas e inmediatas de los niños. El equilibrio es la llave para evitar que los padres se agoten. Todos los miembros de la familia necesitan ejercitarse, tener un momento de tranquilidad y alimentarse bien. Los adultos, ya estén casados o solteros, necesitan un sistema de apoyo social.
Realmente este punto me dejó muchas cosas para reflexionar. Volví a casa pensando en cómo la vida te va dando señales, como ese intercambio poderoso de mails con una mamá de la Red Social Familia Natural. O haberme topado en éste momento de mi vida con la cuestión del equilibrio familiar.
Hace unos meses atrás pensaba distinto acerca de muchas cosas. Y hoy me las estoy replanteando. No porque sea inconsecuente con mis ideas, sino porque los deseos y necesidades que tenía hace 6 meses se han transformado. En cierto punto debo decir que si cambió mi opinión es porque cambiaron mis deseos. Y de a poco vamos buscando nuevamente un equilibrio que nos lleve a ser felices a los tres y a ese nuevo hijo que estamos pensando.
David, Guille y yo tenemos necesidades diferentes a las de hace un año atrás. Y creo que debemos escuchar esas necesidades. Estoy absolutamente convencida de que mi hija está preparada para relacionarse con el afuera, por un tiempo más será de mi mano. Y después tendrá que aprender a transitar de los brazos de mamá o papá a los de nuestra red de apoyo, y finalmente a los de las instituciones sociales cuando se escolarice.
No estoy agotada, pero siento con más fuerza que necesito un espacio propio en el cual moverme. Pensé que este deseo iba a demorar más en aparecer, pero las sombras del puerperio parecen empezar a disiparse y sinceramente creo que todos estamos preparados para volver a ser individuos no fusionados. Tuvimos suerte de poder compartir muy juntos este período, de poder acomodar horarios y de dedicarnos a la crianza en exclusiva de nuestra hija. Tal vez sea hora de volver a reestablecer el equilibrio con el mundo...
¿Y ustedes? ¿Desde cuándo sintieron que necesitaban tiempo de individualidad? ¿En qué período están con respecto a esto? ¿Con qué red de apoyo cuentan?
Tizas
09 noviembre 2009
Vos sabés...
08 noviembre 2009
...que cuando llegaste cambiaste el olor de mis mañanas...
Como el de ésta mañana de domingo que arrancó a las 8 :)
¡Que la pasen lindo!
Como el de ésta mañana de domingo que arrancó a las 8 :)
¡Que la pasen lindo!
Maternidad
07 noviembre 2009
La traje de un viaje a Perú que hice con mi hermana mayor en el 2001, la compré en la ciudad de Cuzco. Mi hermana se trajo una sin guagua, yo elegí ésta. De a poco la atacaron las polillas y se comieron una buena parte del vestido. Al menos me quedarán las fotos. Tiene como una especia de portabebés, es muy linda. Y un buen recuerdo de ese viaje ;-)
Lo que quisiste ser
06 noviembre 2009
Me pesan esos 6 años, no puedo evitar que me pesen. Fueron lindísimos años en mi vida, tanta gente, tantas cosas...siempre cofiando en que era eso lo que quería. Y cada día que pasa desconfío más.
Y el año que viene tal vez empiece de nuevo, acá. Tengo detalles que ajustar aún (como saber horarios).
Mamá ¿será que a VOS te apasionaba la universidad?
Nona ¿será que VOS querías ser docente?
Ojalá Guille pueda elegir en libertad, pero en libertad en serio. No en libertad condicional. Estudiá lo que quieras, pero yo a vos te veo para ser licenciada en letras, como dijo mi vieja a mis 18. Al menos no cumplí con todo el legado.
Y dijo Cortez
Soy de los que piensan que siempre se está a tiempo de pegar el volantazo y cambiar de rumbo ;-)
¿Y ustedes son lo que quieren ser? ¿Hubo legados familiares fuertes?
Pisoteando mis propios principios
05 noviembre 2009
¿Les cuento algo? Detesto a Mickey Mouse con todo mi corazón. No me gustan los dibujitos, ni sus colores, ni sus películas y mucho menos me banco la musiquita del show de Mickey. Idependientemente de lo que representa en sí, me molesta su estética. Ese mundo prefabricado y plástico.
Mi amiga Marcia podría contarles la de veces que arremetí contra Mickey, Disney y todos sus productos (también detesto a las disney princesas, pobres hermanos Grimm, en lo que ha tranformado disney a sus heroínas de cuentos populares!!). Y mi amiga me ha escuchado muchas veces porque fue a Disneyworld y trajo varios productos, contra los que me quejé tooooda la universidad (por suerte tiraste esas remeras, amiga! ;-))
Bueno, la cosa es que como odio a Mickey, nunca lo miro. Pero el año pasado, mi suegra cuidaba a Guille 3 tardes a la semana. Guille tenía colocado el arnés y la verdad entretenerla para que no llore era demasiado difícil (lloraba todo el tiempo). Y a mi suegra le pareció que Mickey le gustaba, la entretenía y la calmaba. Así que cuando yo llegaba estaba esa insufrible musiquita. Pero me la bancaba, porque entendía la situación.
Y resulta que era cierto, Guille literalmente se desesperaba cuando veía a Mickey.
Hace unos meses -y al ver cómo Guille mordisqueaba deseperadamente el mini Mickey de Donato, el hijo de Marcia- cedí a mis principios y le compramos el muñeco de felpa de Mickey. No les puedo explicar la cara de emoción que puso mi hija al ver ese muñeco -por cierto, fue muy diferente a la cara que puso cuando le regalé la muñeca artesanal que a mí me parecía hermosa e ideal para ella-, fue un momento hermoso.
Claro que Guille se emociona por muchas otras cosas que no son materiales. Pero la felicidad que le da Mickey es llamativa. Y estoy convencida de que hay algo atrás de ese muñeco (mensajes subliminales, jajaja).
Hace unos días fui al centro y en una librería/juguetería grande vi nada más y nada menos que la famosa Casa de Mickey Mouse. Ésa misma por la que muchos españoles corrían de tienda en tienda el año pasado porque estaba agotada. Y tengo que decir que me encantó, que yo misma hubiera jugado a morir con esa casita durante semanas. Tal vez sea porque una vez quise con deseperación la casita de Mi Pequeño Ponny y mis viejos no pudieron comprarla, no por malos sino porque era extremadamente cara y éramos 3 hijas. Y le conté a David y le brillaron los ojos.
Así que señores/señoras tengo que confesar que voy a pisotear todos mis principios y le vamos a regalar para Navidad a Guille el juguete más anti-Warldorf que existe. Si hace unos meses compraba bloques de madera en Ludoteca, ahora le toca el turno a un masacote de plástico que explota de colores rabiosos.
Y con David no hacemos más que imaginar la cara de Guille cuando vea la casa y ¡la figura de Mickey que viene incorporada! (qué consumista me siento en éste preciso instante)
Un hijo, te cambia la vida :) Y si hay algo que nunca me imaginé que iba a hacer era darle plata a disney (así, con minúscula)
Amiga, es tu venganza personal por tantos años en los que ataqué remeras, lápices y cualquier dibujo que remitiera a Disney (¿te acordás del lápiz de mina? jajaja)
Salvando las distancias
02 noviembre 2009
Conversación -por teléfono- entre un niño de 2 años y su mamá.
La madre se comunicó desde el trabajo.
- ¡Hola Tomás! ¿Cómo te va?
- Hola, mamá -respondió el nene. Y se quedó callado.
- ¿Qué estás haciendo Tomás?
El chico hizo otro silencio.
- Mamá -planteó, después.
- ¿Qué Tomás?
- Yo quiero upa, mamá.
En Palabras Mayores, Revista Viva del Diario Clarín.
Lunes es sinónimo de estar todo el día lejos de casa. Me voy a las 5:45am y llego a las 18 (ésta entrada la dejé programada: probablemente ustedes estén leyendo y yo ni siquiera haya llegado). El resto de las tardes las tengo libres. Son duros los lunes, el único día que paso tanto tiempo lejos de Guille. Y cómo la extraño.
Buen lunes para todos. Los martes, vuelvo a sonreir :)
La madre se comunicó desde el trabajo.
- ¡Hola Tomás! ¿Cómo te va?
- Hola, mamá -respondió el nene. Y se quedó callado.
- ¿Qué estás haciendo Tomás?
El chico hizo otro silencio.
- Mamá -planteó, después.
- ¿Qué Tomás?
- Yo quiero upa, mamá.
En Palabras Mayores, Revista Viva del Diario Clarín.
Lunes es sinónimo de estar todo el día lejos de casa. Me voy a las 5:45am y llego a las 18 (ésta entrada la dejé programada: probablemente ustedes estén leyendo y yo ni siquiera haya llegado). El resto de las tardes las tengo libres. Son duros los lunes, el único día que paso tanto tiempo lejos de Guille. Y cómo la extraño.
Buen lunes para todos. Los martes, vuelvo a sonreir :)
La tristeza también se va
01 noviembre 2009
"...si todo empieza y todo tiene un final,
hay que pensar que la tristeza tambiénse va..."
Jorge Drexler
Veo con sorpresa cómo se va cerrando un ciclo. Empecé a presentirlo hace un tiempo, cuando ví que necesitaba espacio propio y entre dientes masticaba proyectos. Pero sobre todo cuando el dolor por las cosas que no fueron se empezó a disipar.
Asumí responsabilidades, me miré de frente y volví a construirme como mamá. Muchas cosas pasaron y me encontré en el camino con gente maravillosa. Esas personas cambiaron mi visión sobre muchas cosas, pero mi vida la cambié yo cuando decidí dar marcha atrás, tirar las cosas inútiles y arrancar de cero.
Las culpas se disiparon y la tristeza dio paso a la sensación de haberme fortalecido como persona. Y esto es lo que ví entre esas sombras:
¿Por qué no tuve un parto vaginal? ¿Fue mi cesárea necesaria?
La primera respuesta es muy simple: muchas cosas de mi vida personal bloquearon la salida de Guille, que simplemente dijo "Hasta acá llego yo con esto mamá" y se quedó sentada en la panza, conciente de que o yo buscaba la solución a mis problemas o el parto no iba a ser. Y no fue.
Con respecto a la segunda pregunta, después de darle muchas vueltas y de dudar y desconfiar de todos, hoy respondo que sí: que fue una cesárea necesaria. Y no por razones estrictamente médicas (o al menos no por las que me dio el obstetra), sino porque yo no estaba preparada ni psicológica ni físicamente para un parto de nalgas. No tenía ni idea de la fisiología del parto y hubiera sido una locura entregarme a alguien que ni siquiera quería arriesgarse a asistirme en esa condición. La forma en la que se hizo es otra cosa, sigo pensando que hubiera sido mejor esperar a que se desencadenara el trabajo de parto o al menos hubiera estado bueno que se me informara acerca de las opciones que teníamos.
Yo no me quise hacer cargo de nada de eso, tal vez no era el momento, tal vez me estaba reservado éste camino. Más allá de los factores médicos, mi sabiduría femenina me dice que eso era lo que necesitaba. Cambiaría algunos detalles, pero la historia sería la misma. ¿La enseñanza? Ahora sí estoy preparada.
¿Por qué no pude con la lactancia exclusiva?
Acá también arranqué echándole la culpa a medio mundo: que el médico no colaboró, que me recetó nutrilón a los 4 días (aunque no se la haya dado fue una tentación terrible y finalmente cedí), que estuve muy sola, que los primeros tiempos fueron muy duros, que no tuve información de calidad, que la información que tuve no la utilicé bien. Tal vez muchas de estas razones sean verdaderas, aún así hay dos cosas que asumí hace algún tiempo atrás: me costó construir el vínculo con mi hija y fui vaga. Para llevar adelante una lactancia exclusiva hay que tener mucho aguante físico y emocional durante los primeros días. Y yo no lo tuve, fui débil y me dejé arrastrar hasta la lactancia mixta. Tal vez a muchos les suene terrible que lo reconozca, a mí no. Lo que más me dolió fue descubrir lo mucho que me costaba relacionarme con mi hija. Y ojo, no se vayan a creer que la dejaba tirada por ahí, no. Concientemente me ocupaba de ella: le cambiaba los pañales, la miraba dormir durante horas, pero no podía hacerme cargo de su nutrición emocional. Y lloré, y sentí culpa, entré en un túnel en donde no se veía nada. Y después de un año reconstruyendo lo que se había quebrado, simplemente la tristeza se esfumó. Y la culpa también. Ya no me siento mal por esto. Muchas de las cosas que necesitaba escuchar, para convertir todo lo que pasó con respecto a la lactancia en algo positivo, las encontré en la Red Social Familia Natural y en el Grupo de apoyo a la Lactancia Materna de la Liga de la Leche Rosario. ¿Cómo es eso? Simple: ver que las mamás que amamantan son iguales a mí me ayudó un montón. Ver que realmente no se creían mejores que yo, también. Es raro esto que digo pero antes tenía la fantasía de que por no amamantar iba a ser rechazada entre los padres vinculados a la crianza con apego. Y no, todo lo contrario, me recibieron con los brazos abiertos, escucharon mi historia y me hicieron sentir que valía, al menos para que otros no pasen por lo mismo o para que yo misma no pase por lo mismo. Me mostraron el camino para que la próxima vez pueda decidir con libertad, teniendo buena información y apoyo del que se agradece.
En un momento llegué a un lugar en donde pensé que había hecho todo mal, esa era la sensación que tenía. Pero de a poco eso fue cambiando: sentía que había hecho algunas cosas bien y otras mal y que las que estaban mal podían ser revertidas, sanadas, hechas de nuevo con sinceridad y desde un buen lugar.
Me di cuenta de que los únicos que podemos decidir por la crianza de Guille somos David y yo y que vale la pena escuchar nuestros deseos más profundos. Hoy siento una enorme confianza en mi labor como mamá. Y creo que las mamás hoy por hoy nos juzgamos demasiado. Tal vez valga la pena valorar lo bueno que hacemos.
Un día me descubrí pensando que no era tan terrible todo lo que habíamos pasado, que era hora de dejar de llorar y aprovechar lo que sí habíamos hecho bien. Cuando fui conciente de por qué había fracasado nuestra lactancia, no lloré por las defensas que mi hija no iba a incorporar, lloré porque me di cuenta de que había afectado a la calidad del vínculo. La maternidad -como ya dije cientos de veces- nos da muchas oportunidades de reparar. Reconstruí el vínculo desde otro lugar y siento que es hora de seguir adelante. Sé que todo este camino no fue en vano, que fue necesario para que ese lugar de la crianza de Guille no quede como la parte rayada del disco en la que siempre se traba la vida -como nos dice la metáfora de Laura Gutman-, que fue necesario para volver a encontrar las ganas y las energías necesarias para concebir otro hijo.
Con todo lo aprendido en las sombras, vuelvo a mi luz. Porque donde habitan los monstruos también encontré belleza.
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Luisina Serenelli
Docente // Fotógrafa // Blogger //Feminista // Doula// Escritora // Lectora incansable // Mamá de Guille y Emi // Enamorada de David // En permanente deconstrucción y construcción