En estos días me pasó algo muy increíble con internet. Y quiero contarlo porque, al finde cuentas, es una historia linda. Hace un par de días -exactamente el miércoles- David sacó un libro de su infancia. Me contó que era su libro preferido de cuando era chico y que pensaba dárselo a Guille. Me preguntó qué pensaba y le dije que sí, que se lo diera y que entre los dos íbamos a intentar cuidar que no lo rompiera. Y le conté que yo también tenía un libro preferido, que se llamaba "Nuestro mundo". El libro ya no está en mis manos porque mi mamá -en uno de esos ataques de "ordeno"- lo donó a una asociación de ayuda a los pobres. El error/problema/tragedia es que lo donó sin preguntarme ni avisarme. Cuando me di cuenta de que el libro no estaba casi me da un infarto. Recuerdo que lloré MUCHO, pero mucho tiempo. Habré tenido 11 o 12 años. Yo me sabía ese libro de memoria, me conocía sus mapas, los textos. De grande lo busqué por todos lados, siempre que iba a librerías de usado lo buscaba, nunca lo olvidé. Así de marcado me había quedado.
Bueno, la cosa es que ayer jueves, me voy a leer el blog de Ale. Ella es venezolana y nos conocimos en Flickr haciendo el taller de Jackie. Y casi me muero cuando vi la foto de MI LIBRO FAVORITO. Es que también fue uno de los preferidos de su infancia. Con David no lo podíamos creer :) Obvio que ahora la pobre Ale tiene tarea ...jaja ;-)
Sentí una emoción tan grande! Y no puedo aún creer en la casualidad. Y en la fuerza del deseo. Hicieron falta años de desear volver a encontrarlo. Pero nunca dejé de pensar en eso, nunca lo olvidé. Y creo que más allá de la casualidad hay algo que rige nuestras vidas y hace que nos reunamos. Yo creo en que eso es importante (ay, qué tremenda ilusa, pensarán!), nunca dejar de desear. Es más ¿no habré ingresado en el mundo fotográfico solo para conocer a Alejandra y reencontrarme con el libro? (miedito, jaja!)
Yo sé, en el fondo, que es algo material, pero para mí es más que eso. Es el territorio de mi infancia. Sus páginas guardan también sensaciones, momentos compartidos, aromas. Y siento que la distancia entre lo vivido y el presente se acorta.
Solo tengo cosas de cuando empecé a guadármelas por mi misma. Mi mamá no guardó NADA, pero cuando digo NADA es NADA (solo algunas fotos y obvio los documentos y eso). En el otro extremo está mi marido. Hijo único del cual fueron guardadas absolutamente TODAS las cosas. Y cuando digo TODO, es TODO. Tienen una habitación entera destinada a guardar las cosas de David: desde el moisés hasta el pañuelo en el cual se sonó la nariz por primera vez (hahaha!). No estoy de acuerdo en guardar así, compulsivamente. Creo que las cosas -en la medida de lo posible- deben circular. Para que puedan aprovecharlas otras personas. Sí creo que hay que guardar algunos objetos sentimentales. A mi con ese solo libro me hubiera bastado. Cuando me enteré de que lo habían donado sin preguntarme, sentí lo mismo que cuando Yango pintó La mancha de humedad :(

¿Y ustedes?¿Son de guardar cosas?¿Mucho o poco?¿Qué piensan guardar de sus hijos? Yo tengo guardada la ropita con la que Guille salió del sanatorio y algunas mediecitas. Lo otro ya lo puse entre la ropa que usará el segund@. A mí me gusta guardar. Guardo más de lo que debería, me cuesta deshacerme de las cosas. Y creo que tiene que ver con que mi mamá no haya guardado nada de mis primeros años.

Acá me quedo, pensando en cómo la vida nos agrupa y nos desagrupa según nuestras necesidades :)