Ayer terminé de leer el capítulo VI de Mujeres que corren con los lobos, "El hallazgo de la manada: la dicha de la pertenencia" y aún hoy estoy conmovida. Es el capítulo con el que más identificada me sentí hasta ahora. En él, Clarissa Pinkola Estés analiza el cuento popular "El patito feo" desde la perspectiva de la psicología junguiana (bueno, todo el libro está escrito a partir de allí). Me pasaron muchas cosas confusas con esta parte del libro.
Resulta que una de las anécdotas más recordadas en mi familia es aquella en la que se cuenta que yo le tenía terror al cuento del patito feo. Tanto que mi tío -típico molestaniños- cuando llegaba a casa se iba derecho a buscar el libro y me corría por la casa, no paraba hasta que me daba una crisis de esas en donde te tirás al piso y pataleás. A todos les parecía suuuper divertido (¿por qué la gente grande es tan cruel con los niños?¿por qué lo fueron tanto conmigo?). Después se me fue ese pánico, pero sigue causándome una profunda angustia.
Cuando empecé a leer ese capítulo de Mujeres que corren con los lobos en el colectivo que me lleva al trabajo, instantáneamente pensé...ajhá! era esoooo...yo sabía que había algo escondido en ese terror al patito feo. Me sentí muy identificada y a la vez lloré mucho al reconocerme en ese lugar...el del que está destinado a ser diferente de su familia de base y se pasa la vida buscando pertenencia. En algunos aspectos claro, en otros seguramente pertenezco a mi familia de nacimiento.
Me recuerdo también de adolescente, ocultando mis cassettes de Serrat cuando venían mis amigas a casa, grabando música de la radio que no me gustaba para caerles bien, ocultándome a mí misma quién era. Como un auténtico patito feo. El lugar en donde más cómodo se sintió este patito fue sin duda en la facultad. Creo que ahí fue en donde más cerca estuve de ser yo de verdad. Y ahora, claro. Pero es un camino difícil el de asumir que uno tiene una sensibilidad diferente a la de la mayoría de la gente. Y eso no quiere decir que yo sea mejor, no...para nada. Solo que hay cosas que no logro entender de muchos de los que me rodean.
No sé, es confuso. En todo caso me sirvió para pensarme desde otro lugar. Y para volver a construir desde ahí.
En ese capítulo se habla de muchas cosas, realmente me gustó tanto que lo estoy releyendo. Y acá van algunos de los fragmentos que me parecen más brillantes.

"Para que una madre pueda criar satisfactoriamente a un hijo que, en sus necesidades psíquicas y anímicas, es ligera o considerablemente distinto de lo que manda la cultura dominante, tiene que hacer acopio de ciertas cualidades heroicas. Como las heroínas de los mitos, tiene que ser capaz de encontrar y adueñarse de estas cualidades en caso de que no estén autorizadas, tiene que guardarlas y soltarlas en el momento adecuado y tiene que defender su propia persona y aquello en lo que cree. No hay prácticamente ninguna manera de prepararse para eso como no sea armándose de valor y entrando en acción. Desde tiempo inmemorial un acto considerado heroico ha sido el remedio de la entontecedora ambivalencia". (pág. 247)

"Cuando una madre se ve obligada a elegir entre su hijo y la cultura, nos encontramos en presencia de una cultura terriblemente cruel y desconsiderada. Una cultura que exige causar daño a una persona para defender sus propios preceptos es verdaderamente una cultura muy enferma. Esta "cultura" puede ser aquella en la que vive la mujer, pero lo más grave es que también puede ser la que ella lleva consigo en el interior de su mente.(...)En todo el mundo y en distintas épocas se ha prohibido a las mujeres amar y dar cobijo a quien ellas quieren y en la forma que desean". (pág. 248)
Este fragmento me hizo acordar mucho a Estivill :(

"...yo estoy convencida no sólo como psicoanalista sino también como cantadora de que muchas veces las cosas de la naturaleza son las más curativas, sobre todo las muy sencillas y las que más tenemos a nuestro alcance. Las medicinas de la naturaleza son muy poderosas y honradas; una mariquita en la verde corteza de una sandía, un petirrojo con un trozo de hilo en el pico, una planta florida, una estrella fugaz e incluso un arco iris en un fragmento de cristal en la calle puede ser una medicina apropiada. La perseverancia es algo muy curioso: exige una enorme energía y puede recibir alimento suficiente para un mes con sólo cinco minutos de contemplación de unas aguas tranquilas". (pág. 264)

"El patito se encuentra en un tris de perder la vida. Se ha sentido solitario, ha pasado frío, se ha congelado, lo han hostigado y perseguido, han disparado contra él, ha sido abandonado, no le han dado de comer, se ha quedado absolutamente desamparado, al borde de la vida y la muerte sin saber lo que iba a ocurrir a continuación. Y ahora viene la parte más importante del cuento: se acerca la primavera, se acelera la llegada de la nueva vida, es posible un nuevo giro, un nuevo intento. Lo más importante es resistir y perseverar, pues la vida salvaje promete lo siguiente: después del invierno, viene siempre la primavera". (pág. 266)

"Tú sólo quieres amor. Ellos sólo quieren paz.
A los miembros de tu familia, por motivos personales (por sus preferencias, por su inocencia, por las heridas sufridas, por constitución, enfermedad mental o deliberada ignorancia) no se les da muy bien la espontaneidad con el inconsciente y, como es natural, cuando tú visitas la casa evocas el arquetipo del bromista, del que arma jaleo. Por consiguiente, antes de partir el pan juntos, la bromista experimenta el irreprimible deseo de arrojar un cabello al estofado de la familia.
Aunque tú no pretendas molestar a los miembros de tu familia, ellos se molestan de todos modos. Cuando tú apareces, todo y todos se vuelven locos". (pág. 271) 
Jajaja, aunque no es nada cómico...yo me sentí terriblemente identificada. Es tan difícil ser así y tener una familia, en mi caso mis hermanas siempre se molestan por casi todo lo que digo o hago. Mis actitudes no son bien vistas y ser la oveja negra agota.

"Aunque las necesidades del alma infantil tienen que guardar equilibrio con la necesidad de seguridad y de cuidados físicos y con unos conceptos minuciosamente estudiados acerca del "comportamiento civilizado", yo siempre me preocupo por los niños que se comportan demasiado bien, pues sus ojos reflejan a menudo un "alma acobardada".
Algo no marcha bien. Un alma sana brilla a través de la "persona" casi todos los días y resplandece ciertos días. Donde existe una notoria herida, el alma se escapa". (pág. 273)

"Los Zigotos Equivocados aprenden a ser unos supervivientes. Es duro pasarse años entre aquellos que no pueden ayudarnos a florecer". (pág. 274)
:(

"El hecho de seguir siendo una niña superviviente más allá del período en que ello ocurrió es identificarse en exceso con un arquetipo herido. Comprender la herida y recordarla nos permite crecer. Nuestro derecho como mujeres es crecer, no simplemente sobrevivir". (pág. 276) 
¿El paso que vengo intentando dar desde hace tanto tiempo? Tal vez este mismo blog no sea más que eso, el camino, la historia por la cual empiezo relatándome a mi misma el hecho de haber sobrevivido a mi familia. El crecimiento real consistiría en dejar el papel de sobreviviente :) En eso estoy, me parece.

Fragmentos en Clarissa Pinkola Estés: Mujeres que corren con los lobos, Zeta, Barcelona, 2009.

*sé que esta entrada es confusa para quienes no leyeron el libro, perdón pero me conmovió tanto que necesitaba dejar el registro.