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Salir al mundo

Noviembre 239


Y al tiempo de las demandas y los nombres, le siguió el tiempo de la paz. Y comenzó en mí un gran proceso de búsqueda: quise mirar de frente por qué tuve el parto y la lactancia que tuve y por qué no me animé a más. Encontré respuestas, asumí responsabilidades, revisé legados, despejé el espacio emocional y encontré lugar para mi hija. Fue un camino durísimo, lleno de sorpresas, de cosas vivas y de amor.
Mi puerperio, o como quieran llamar a este período de 20 meses, fue un viaje intenso del que salgo fortalecida, lista para seguir llorando lo perdido pero en paz, con calma. Ninguna otra etapa de mi vida me había hecho replantearme tantas cosas y cuestionarme tanto.
¿Qué cosas aprendí de mí? En primer lugar aprendí que soy capaz de dar. De dar amor, compasión, amistad, solidaridad, abrazos y creo que todas esas cosas deben ser más que valoradas. Aprendí a entender por qué grito, por qué me enojo, por qué me pongo loca cuando algo no sale como a mi me gustaría. Aprendí que muchas de las cosas que hago las hago solo por el elogio y que soy adicta al reconocimiento, y que por eso pude escribir trabajos en la universidad sobre temas que no me interesaban en lo más mínimo: el objetivo era ver la nota que marcaba el máximo reconocimiento. Y en un momento mi vida se convirtió en una carrera para conseguir ese elogio que, naturalmente, cada vez era más difícil de lograr. Me saturé y no volví a pisar Humanidades y Artes -la facultad en donde estudié-, porque la única forma de cortar con eso era cortar con todo. Cuado decidí que ya no quería más investigación, ni congresos, ni charlas, ni nada que tuviera que ver con la vida universitaria, no era demasiado consciente de por qué lo hacía. Recién cuando pude ver desde afuera cómo estaba viviendo, encontré los por qué.
Mucho de lo que soy -con mis defectos y virtudes- tiene que ver con cómo fui maternada, criada, amada y a la vez exigida. Porque a mí no me exigieron solamente mis padres, sino también mis dos hermanas mayores. En un punto, vine a resolver las frustraciones de todos y eso es muy duro para una sola persona. Y fue muy difícil liberarme de ese lugar en el cual fui colocada cuando mis viejos nombraron el mundo.
Claro que todavía me quedan cuestiones por resolver, pero en este tiempo de introspección encontré las partes del disco rayado donde saltaba la pista una y otra vez. Y tengo claro sobre qué aspectos trabajar y cuáles son menos importantes. Y sí, sigo siendo adicta al elogio, al muy bien 10 felicitado, pero al menos ahora tengo más claro el por qué.
Y así como me di cuenta de esto, pude ver muchos aspectos más de mi personalidad que aún están por resolverse. Este tiempo fue una oportunidad para saber más de mí y asumir parte de mi historia y de mis legados familiares. Por mi parte estoy feliz de haberme animado a transitarlo.
Hace un tiempo que vengo sintiendo que ya le saqué a mi puerperio todo lo que este tenía para darme. Y es hora de salir al mundo nuevamente, a aprovechar todo lo que aprendí con mis hija en brazos. Y para ella será el tiempo de aprender a soltarse de mi mano, sabiendo que siempre, siempre estaré acá. Por primera vez desde el nacimiento de mi hija tengo deseos propios, ganas de hacer algo que no la involucre necesariamente -aunque lo haga al lado de ella-, porque lo que siento que se está acabando no es el tiempo compartido, sino el tiempo de fusión emocional. Así, por más que saque fotos con ella a upa, sé que ese interés nuevo y desaforado es solo mío.
Sí, creo que estamos en el fin de una etapa. Cuando me voy a trabajar la extraño horrores, pero ya no siento como si me estuvieran descuartizando. La unión sutil se está desvaneciendo para dar paso a la otra unión: a la de estar conectadas tan simple y poderosamente por el amor que forjamos en este vínculo.

Y para cerrar con estas crónicas -reflejos de mi experiencia-, un fragmento que me identifica muchísimo, es de la última parte de la película El curioso caso de Benjamin Button, basada en una historia escrita por Scott Fitzgerald:

"Nunca es demasiado tarde o temprano para ser quien quieres ser. No hay límite de tiempo, empieza cuando quieras. Puedes cambiar o quedarte igual. Esto no tiene reglas. Sacarle lo mejor a tu peor momento. Ojalá le saques lo mejor. Ojalá puedas ver cosas que te detengan. Ojalá puedas sentir cosas que jamás sentiste. Ojalá conozcas personas con puntos de vista diferentes. Ojalá vivas una vida de la que te enorgullezcas. Y si no es así, ojalá tengas la fuerza para empezar de cero"