yo y mis libros


Ale, de Cuatro en la cama (uno de mis blogs favoritos!), me pide que cuente seis cosas sobre mí. Pensé mucho y estoy en una etapa muy introspectiva, y aparte ya saben muchas cosas sobre mí! Así que lo adapté y como yo soy también "mis libros", decidí compartir con ustedes seis de mis fragmentos preferidos (en realidad son 7, porque uno no lo puedo separar). Esto es lo que elijo hoy...a algunos los elegiría siempre, a otros probablemente los cambiaría. Sin duda, me cambiaron la vida. Y les explico un poco por qué.

1) A los 16 años leí Rayuela, de Julio Cortázar y me marcó tanto que terminé estudiando Letras. Soñaba con vivir en Montmartre y caminar tras los pasos de Horacio y La Maga. Después de más de 6 años de espera, llegó la tan ansiada clase de Literatura Argentina II en donde abordaríamos el libro. Un fiasco, el profe no amaba a Rayuela tanto como yo. Desde ese día asumí que era un libro de juventud y lo confirmo cuando encuentro gente de mi edad que intentó leerlo y no le gustó (claro que habrá otros a los que sí, hablo de la gente que yo conozco). Una gran historia de amor. Cortázar era algo pretencioso y presumido. Tal vez sea eso lo que disguste. Mi libro está marcado por todos lados, algunas partes me las sé de memoria, mi fragmento preferido es -lejos- este:

"Por lo demás hay que ser imbécil, hay que ser poeta, hay que estar en la luna de Valencia para perder mas de cinco minutos con estas nostalgias perfectamente liquidables a corto plazo. Cada reunión de gerentes internacionales, de hombres-de-ciencia, cada nuevo satélite artificial, hormona o reactor atómico aplastan un poco mas estas falaces esperanzas. E1 reino será de material plástico, es un hecho. Y no que el mundo haya de convertirse en una pesadilla orwelliana o huxleyana; será mucho peor, sera un mundo delicioso, a la medida de sus habitantes, sin ningún mosquito, sin ningún analfabeto, con gallinas de enorme tamaño y probablemente dieciocho patas, exquisitas todas ellas, con cuartos de baño telecomandados, agua de distintos colores según el día de la semana, una delicada atención del servicio nacional de higiene, con televisión en cada cuarto, por ejemplo grandes paisajes tropicales pare los habitantes del Reijavik, vistas de igloos pare los de La Habana, compensaciones sutiles que conformaran sodas las rebeldías, etcétera.



Es decir un mundo satisfactorio para gentes razonables.



¿Y quedará en él alguien, uno solo, que no sea razonable?



En algún rincón, un vestigio del reino olvidado. En alguna muerte violenta, el castigo por haberse acordado del reino. En alguna risa, en alguna lágrima, la sobrevivencia del reino. En el fondo no parece que el hombre acabe por matar al hombre. Se le va a escapar, le va a agarrar el timón de la maquina electrónica, del cohete sideral, le va a hacer una zancadilla y después que le echen un galgo. Se puede matar todo menos la nostalgia del reino, la llevamos en el color de los ojos, en cada amor, en cada lágrima, en todo lo que profundamente atormenta y desata y engaña. Wishful thinking, quizá; pero esa es otra definición posible del bípedo implume".



Julio Cortázar, Rayuela, Colección Archivos, España, 1991.

2) Antes de terminar el secundario llegó hasta mí Las venas abiertas de América Latina de Eduardo Galeano. Y hasta el día de hoy pienso que debería ser una lectura obligatoria en todas las escuelas secundarias. La historia de América Latina sigue sangrando y merece ser contada. No somos países en vías de desarrollo, sino que nuestra pobreza es la máquina que sostiene el desarrollo del primer mundo. La única forma de salir  es dejar de ser serviles al imperialismo. Sí, este libro me hizo comunista. Ahora me suavicé un poco (como dice la canción de Sabina: "Ese que "al capitán Goma Dos" con spray pintaba en la pared/ sufre de exceso de colesterol si fluctúan los tipos de interés/ Y tiene un adoquín, en su despacho, del muro de Berlín")
Dice Galeano:

"No asistimos en estas tierras a la infancia salvaje del capitalismo, sino a su cruenta decrepitud. El subdesarrollo no es una etapa del desarrollo. Es su consecuencia. El subdesarrollo de América Latina proviene del desarrollo ajeno y continúa alimentándolo. Impotente por su función de servidumbre internacional, moribundo desde que nació, el sistema tiene pies de barro. Se postula a sí mismo como destino y quisiera confundirse con la eternidad. Toda memoria es subversiva, porque es diferente, y también todo proyecto de futuro. Se obliga al zombi a comer sin sal: la sal, peligrosa, podría despertarlo. El sistema encuentra su paradigma en la inmutable sociedad de las hormigas. Por eso se lleva mal con la historia de los hombres, por lo mucho que cambia. Y porque en la historia de los hombres cada acto de destrucción encuentra su respuesta, tarde o temprano, en un acto de creación."



Eduardo Galeano, "Siete años después" en Las venas abiertas de América Latina, Siglo Veintiuno Editores, Buenos Aires, 1989.

3) En primer año de la facultad leí "La Ilíada". Lo que empezó como una obligación aburridísima se terminó convirtiendo en una aventura fascinante (¿o yo me convertí en una aburrida?). Allí, en una de las primeras obras "escritas" por alguien, está toda la literatura y late occidente. Late la humanidad. Porque todos sus temas son actuales e inherentes a la condición humana.
Hacia el final del libro, Príamo (padre de Héctor y Alejandro) se dirige al campamento de los griegos a solicitar le sea devuelto el cuerpo de su hijo. Aquiles lo recibe y le dice esto:

"Toma asiento en esta silla; y auqnue los dos estamos afligidos, dejemos reposar en el alma las penas, pues el triste llanto para nada aprovecha. Los dioses condenaron a los míseros mortales a vivir en la tristeza, y solo ellos están descuitados. En los umbrales del palacio de Zeus hay dos toneles de dones que el dios reparte: en el uno están los azares y en el otro las suertes. Aquél a quien Zeus se los da mezclados, unas veces topa con la desdicha y otras con la buena ventura; pero el que tan solo recibe azares, vive con afrenta, una gran hambre le persigue sobre la divina tierra, y va de un lado a otro sin ser honrado ni por los dioses ni por los hombres. [...] Súfrelo resignado [a la pérdida de héctor] y no dejes que se apodere de tu corazón un pesar continuo, pues nada conseguirás afligiéndote por tu hijo, ni lograrás que se levante; y quizá tengas que padecer nuevas desgracias"

Homero, "La Ilíada", Editores Mexicanos Unidos, México, 1993.

4) Los que me conocen saben que admiro (mucho mucho mucho) a la dupla Sarte/Simone de Beauvoir. No por la pareja que supieron mantener con reglas propias, tampoco por el feminismo de Simone. No, los admiro por su escritura impecable, por la literatura que nos legaron y por esas vidas intensas (como deben ser las vidas de los existencialistas!). De Simone elijo los tres tomos de su autobiografía y me declaro una fanática absoluta de su prosa y de su vida. Fue el prototipo de mujer que tuvo que romper con todo para cambiar algunas cosas, para que yo hoy pueda ponerme pantalones o salir sola a la calle. Eligió con responsabilidad y consecuencia. Y fue, además, una escritora increíble. Hace tiempo publiqué un texto que todos deberían leer, es el epílogo a su autobiografía y pueden leerlo completo acá. El último párrafo dice:

"Sin embargo detesto aniquilarme tanto como antes. Pienso con melancolía en todos los libros leídos; en los lugares visitados, en el saber que he acumulado y que no será más. Toda la música, toda la pintura, toda la cultura, tantos lugares: súbitamente ya nada. No es miel, nadie se lamentará con ella. Por lo menos, si me leen, el lector pensará ¡ella había visto cosas! Pero este conjunto, mi propia experiencia con su orden y sus azares—la Ópera de Pekín, la plaza de toros de Huelva, el candomblé de Bahía, las dunas de El Oued, la avenida Wabansia, las auroras de la Provenza, Tirinto, Fidel Castro hablando ante quinientos mil cubanos, un cielo de azufre por encima de un mar de nubes, el haya purpúrea, las noches blancas de Leningrado, las campanas de la liberación, una luna anaranjada sobre el Pireo, un sol rojo ascendiendo sobre el desierto, Torcello, Roma, todas esas cosas de las que he hablado, otras de las que no he dicho nada—en ninguna parte resucitará. Si por lo menos hubiera enriquecido la tierra; si hubiera engendrado... ¿qué? ¿una colina? ¿una espiga? Pero no. Nada tendrá lugar. Vuelvo a ver el seto de avellanos que el viento balanceaba y las promesas con que enloquecía mi corazón cuando contemplaba esa mina de oro a mis pies, toda una vida por delante. Las he cumplido. Sin embargo, al volver una mirada incrédula a esa crédula adolescente, mido con estupor hasta qué punto he sido estafada".



Beauvoir, Simone (de): La fuerza de las cosas, Losada, Buenos Aires, 1963.

¿Y Sartre? Su mítica frase:
"El infierno son los otros".
Jean Paul Sartre, A puerta cerrada, Losada, Buenos Aires, 2000.

El infierno es, en realidad, la mirada de los otros.

5) Borges, siempre Borges. Muchas veces he escuchado juicios de valor negativos con respecto a Borges. Por ejemplo, alguien que crucé alguna vez en un cumpleaños de una amiga, sostenía que leíamos a Borges por "snobs". Sí es cierto que forma parte del canon literario universitario. Yo aprendí a quererlo allí. También he escuchado que su lectura es "compleja" o "difícil". No estoy de acuerdo. Con ninguna de las dos cosas. Claro que hay textos de Borges más complejos que otros. Hay textos que le vienen muy bien a la crítica post-estructuralista para desmenuzarlos y concluir esto o aquello. Pero hay otros escritos que son simples y accesibles a cualquier lector. Yo creo que es el más grande de la lengua castellana. Definitivamente. Por su prosa espectacular y por su infinito trabajo con esa materia maleable que es la ficción. Y justamente Ficciones es mi libro preferido.

"Ciego a las culpas, el destino puede ser despiadado con las mínimas distracciones"

Jorge Luis Borges, El Sur en Ficciones, EMECE, Buenos Aires, 1996.

6) Camus y su famosa alegoría a la ocupación nazi en Francia: La peste. Lo leí hace un par de años, al principio me aburrió muchísimo. Pero lo retomé con paciencia y hacia la mitad fue toda una revelación (especialmente luego de haber leído toda la etapa de la ocupación nazi en la autobiografía de otros existencialistas). El final es estremecedor. Porque los fantasmas autoritarios nos rondan. Y no hablo de los que fabrica la tele, sino de los de verdad. NUNCA MÁS.

Dice Camus:

"Pero sabía que, sin embargo, esta crónica no puede ser el relato de la victoria definitiva. No puede ser más que el testimonio de lo que fue necesario hacer y que sin duda deberían seguir haciendo contra el terror y su arma infatigable, a pesar de sus desgarramientos personales, todos los hombres que, no pudiendo ser santos, se niegan a admitir las plagas y se esfuerzan, no obstante, en ser médicos.



Oyendo los gritos de alegría que subían de la ciudad, Rieux tenía presente que esta alegría está siempre amenazada. Pues él sabía que esta muchedumbre dichosa ignoraba lo que se puede leer en los libros, que el bacilo de la peste no muere ni desaparece jamás, que puede permanecer durante decenios dormido en los muebles, en la ropa, que espera pacientemente en las alcobas, en las bodegas, en las maletas, los pañuelos y los papeles, y que puede llegar un día en que la peste, para desgracia y enseñanza de los hombres, despierte a sus ratas y las mande a morir en una ciudad dichosa".

Albert Camus, La peste, Colección Millenium, España, 1999.

Se me hizo largo, no importa. Me gustan los post largos (los míos y los ajenos). La idea es contar seis cosas sobre uno. Yo elegí hacerlo así. Se puede hacer como uno quiera. ¿Quién se engancha y cuenta seis cosas sobre su persona? Vamos, levantando la mano. No se apuren, hay lugar para todos! ;-)

Especialmente, me gustaría escuchar a Nadia que hace poco estrenó blog. Y también quiero escuchar a Pao, a ver si recupera su blog que me gustaba tanto (la loca anti-leche de vaca! jaja). Y a Lau N, la suricata mendocina. Sé que ambas tienen mucho para decir ;-)