Hoy le compré a Guille la revista "La valijita", apéndice del clásico Billiken pero en formato exclusivo para niños en edad preescolar. La razón por la cual la compro es que me sale mucho más barato que un libro y entonces, puedo disfrutar de que Guille la rompa, la chupe, la desarme, le dé de comer los pedacitos al perro, etc. Aparte de la revista en sí, todos los meses trae como suplemento un "cuento tradicional" de diferentes lugares del mundo con excelentes ilustraciones. Le doy la revista y le guardo el librito con el cuento para cuando sea más grande. Además de la revista y el libro trae un suplemento para padres y maestros, llamado "El ABC de los chicos", de dudosa calidad.
Una vez que hube desarmado el paquete, guardado el librito y entregado la revista a su dueña, empecé a hojear el suplemento para padres. Me detuve ante una especia de "editorial" titulada Los padres insufribles. Contenta pensé: "Bueno, al fin alguien que se queja de los padres que dejan llorar a sus bebés, que los tironean del brazo, que los sacuden y los tildan de caprichosos". Pero mis expectativas se desarmaron ante las primeras palabras de la nota. Resulta que para la autora, padres insufribles somos aquellos que respetamos a nuestros hijos.
Cito un párrafo iluminador acerca de su punto de vista:

"Basta con que vayas a su casa para que te des cuenta de que en algún punto dejó de serlo. De entrada, ves una decoración muy cambiada. En función de que la nena no se lastime, no quedan rastros de adornos por ninguna parte. Las fotos de vacaciones en pareja, de amigos y de fiestas, fueron reemplazadas por fotos de la gorda, desde que nació hasta el día de la fecha".

La verdad es que no entiendo cuál es el punto, ¿qué tendría que hacer si tengo una pequeña exploradora en casa?¿dejar todos los adornos a su alcance y vivir peleando con ella para que no los toque?¿a qué persona le puede molestar que yo no tenga la decoración de última moda cuando viene a visitarme? Seguramente esta autora me propondría la opción de colocarla en un práctico corralito o andador...para que no ande por ahí tocando todo. Tampoco entiendo por qué me puede llegar a gustar más la foto de una fiesta que una de mi hija (???)
Pero, no conforme con esto, sigue:

"Claro que los niños ocupan un lugar en nuestro corazón pero, ¿es necesario que ocupen cada segundo de tu vida y cada espacio de tu cerebro? Pienso en los pobres chicos que tienen que pedir permiso para poder respirar un aire que no haya sido exhalado por sus progenitores".

No, mi hija no solamente ocupa "un lugar en mi corazón" (palabras que, de tan gastadas, ya no dicen nada), también es parte de mi vida. Es lógico que no estoy todo el tiempo pensando en ella, imaginen que ante un aula de 30 adolescentes no se puede pensar mucho en otra cosa que no sea exactamente en dar todo de mi para que esa clase sea lo mejor posible. Pero a mi hija no le doy de lástima "un lugar en mi corazón", ella es mi corazón, el motor que mueve cada uno de mis días desde que nació. Y una cosa más, creo que "pobres chicos" son aquellos condenados a respirar durante más de 8 horas por día el aire que sus progenitores no respiramos. Muchas veces, no son los padres los culpables de esta situación sino la extrema necesidad de trabajar y la poca flexibilidad en los horarios de trabajo que padecemos todos hoy en día. Pero de ahí a plantear que las que disfrutamos de estar bastante tiempo con nuestros hijos los ahogamos hay una distancia infinita. Lo único que hacen desde estas publicaciones es justificar el asfixiante circuito de trabajo que deben padecer hoy las familias. El mensaje sería: trabajá, producí, corré a luchar por tu progreso, por tu carrera...le hacés muy bien a tu hijo, así no lo ahogás.
No quiero dejar de compartir con ustedes el final de la nota:

"No conozco hasta el momento un instituto de recuperación para este tipo de padres, algo así como PI Anónimos (este término los usa durante toda la nota para referirse a los padres insufribles), pero sé que en algún momento de la vida, se recuperan".

Cuando la fusión emocional dé paso al camino de la autonomía, seguramente me recupere y la decoración de la casa vuelva a ser "adulta". Pero mi hija seguirá siendo parte fundamental de mi vida.
"El ABC de los chicos" o cómo estar cada día más lejos de cambiar el mundo.