De amor y de casualidad

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Crianza
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Ya vine

Ya vine

13 mayo 2012
Al final no me desconecté un pito. Estuve procastinando todo el fin de semana (TODITO). Bueno, algunas cosas hice, pero a media máquina. Tenía que terminar el videíto con las fotos de una sesión y D me volvió loca porque no le gustaba la canción que mi cliente eligió. Y bueno,obvio que la canción sonó mil veces porque el cliente es sagrado y D se puso denso. Es un poco soberbio pretender que a todos nos guste el pop inglés, no? A veces no sé quién me da más trabajo. Afortunadamente ya lo terminé, lo probamos recién con Guille en nuestro dvd y me dice "me gusta mucho esa canción" (te llega a escuchar tu padre y te deshereda, pensaba yo).
Emilio ya gatea, es un hecho. Si bien no lo hace de la manera clásica, sí se desplaza y va cambiando de lugar por medio de diversas técnicas: desplazamiento lateral (?), arrastre de trasero y cocazo contra el piso cuando se entusiasma demasiado para adelante/atrás. Le agarra las cosas a la hermana y la otra se las saca y le dice "no, esto te lo podés tragar" (aunque sea un piano gigante, esa es su excusa).
Hoy posteé una nota sobre la portada de la revista Time (sí, esa en la que está la mamá dándole la teta a su hijo de 3 años) y pensaba que para mi la "crianza con apego" es una guía general, un aprendizaje, un "ideal", pero solo eso, por lo demás casi siempre fallo. Pensaba, yo posteo esto y mi vecina me escucha gritar gran parte del día, debe pensar que soy una hipócrita. Y capaz que lo soy, ojo! También es cierto que como hay un tipo de mamá "judía" también hay un tipo de mamá "tana" que básicamente es la que cocinacocinacocina y gritagritagrita. Es que tengo  un tema con esto de los gritos. Desde chiquita mi vieja me decía "sonsonete" (igual eso era casi casi lo más cariñoso que me decía!) que vendría a ser algo que retumba mucho, ruidoso. E incluso se encargó de escribirlo en su diario de antes de morir (sí, era tan yegua que dejó un diario re esperanzador, imaginen! ¿vieron esas películas en donde el padre enfermo deja una película para que su hijo la vea y lo recuerde? Bueno, nada que ver, más bien mi vieja dejó lo que yo llamo "las notitas del terror". La cosa es que hasta ahí escribió "Luisina grita mucho" o sea! entonces cómo querés que haga para no gritar, es muuuuy difícil)(etiquetame un poquito se llamaría la película jaja)(ya sé que le tengo que dejar de echar la culpa a MAMÁ, pero déjenme desquitarme acá)
Estoy teniendo muchas dudas con respecto a la mamá que soy/ que quiero ser (es que la que soy no sé si es la que quiero ser, pero es la única que me sale porque al ideal ni me acerco, uffff). Está bueno "dudo, luego existo", no? Tal vez me exijo demasiado.


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A upa!

A upa!

12 octubre 2010
No fue demasiado mi aporte a la Semana Internacional de la Crianza en Brazos 2010. Al menos les dejo bellas imágenes de niños ¡a upa!

A upa!

1. Nuestro día a día (Sol), 2. Nothing like Daddy's arms (Rebeca Lagos), 3. Safe (Víctor P.), 4. Semana 35/52 (f-side): Poucheando (Evaguein), 5. Peonies purpura (Virginia Zuluaga), 6. The reason I can type with 2 hands today! (Sesame Ellis), 7. Hold me tight (Flavita Valsani), 8. 3 mama and baby (Ravenhill Designs), 9. Untitled (christyscherrer)

"Feliz y seguro en tus brazos", Semana Internacional de la Crianza en brazos 2010
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"Consumo, me anulo, me bajo del tren"

"Consumo, me anulo, me bajo del tren"

24 abril 2010
Bueno, y ahora sí estoy preparada para generar "la" polémica. Ante todo les pido que no se enojen ni se sientan malas madres ;-) y en segundo lugar les confieso que yo también fuia al sitio que voy a criticar. Porque me encanta el pelotero. Pero el otro día me di cuenta de que era demasiado.

¿De qué estoy hablando?

El Museo de los Niños (Rosario) me parece un sitio horrible. Así lo digo, con todas las letras: HORRIBLE.
Y vuelvo a aclarar algunas cosas antes de explayarme. Fui varias veces y hay algunas cositas que "zafan", el pelotero gigante es una de ellas. Seguramente vuelva a ir algún día, el hecho de que no me guste no significa que no vaya a pisarlo nunca más (no soy tan consecuente con mis propias ideas...jaja). Esto lo digo por si me ven re contenta tirándome pelotitas con Guille :)

Bueno, ahora sí me despacho con tranquilidad.

El Museo de los Niños es un mediocre intento de formar niños consumidores. Claro que están buenos los juegos de roles. Y son necesarios. Es super interesante que los niños aprendan y se pongan en lugar de un comerciante, un bancario, un empleado o lo que sea (aunque por cierto, los juegos son todos para ser empleado nunca dueño/empresario). Lo que no es válido es que las ofertas sean "comprar en COTO", ser empleado de un "Mc Donalds", operar en el banco "Santander Río" o ser periodista del grupo "Vila-Manzano" (grupo multimedios del interior). Pienso en lo que nos quieren vender y me dan asco.
Para ejemplificar lo que digo, basta con ver el "rompecabezas" que tienen para que los chicos jueguen. A ver ¿era necesario que fuera algo tan poco sutil? Este fue mi límite: ¡un rompecabezas de la tarjeta de crédito de Santander Río! Por momentos pensé que era una cámara oculta para ver mi cara. Es PATÉTICO que crean que valoro tan poco a mi hija como para hacerla jugar con algo tan feo como un dibujo de la "tarjeta de crédito" de Santander Río!!!! Como dicen los españoles: alucino. Porque a ver, más allá de lo comercial es FEO. Con esto quiero decir que hay cosas para niños que son comerciales y consumistas pero que al menos son lindas. Bueno, este rompecabezas no: es feo, aburrido, chato. Estoy que no lo creo todavía.

rompec


¿La única opción para comprar es Coto? ¿No podemos ir a la despensa del barrio en donde, de paso, me venden alimentos sueltos sin tanto envase? No, no podemos.
¿Sólo podemos comer en Mc Donalds? ¿No podemos ofrecerle alimentos de calidad a nuestros hijos o un picnic en el parque? No, no podemos.
¿Sólo podemos leer y escuchar las noticias de un grupo multimedios?¿No podemos tener acceso a información de medios alternativos? No, no podemos.
O eso es lo que quiere hacernos creer este lugar :(

dreyfuss y coto


Los carteles de las empresas que patrocinan "la iniciativa" (????) están puestos bien grandes y en colores llamativos: YPF, Louis Dreyffus, Santander, Coto, etc. Y allí se plasma el modelo que nos quieren vender. Y encima, como si todo esto fuera poco: te cobran entrada!!! Imaginate pagando 5, 10 mangos (lo que sea que cueste) para que tu hijo juegue con el rompezabezas de una tarjeta de crédito :S

mac


Tienen también un sector "biblioteca" con libros de pésima calidad y todos rotos. O con libros que no se corresponden con la edad "estimada", por ejemplo encontré un ejemplar de Operación Masacre (??) de Rodolfo Walsh. El resto de los libros, una porquería...deben pensar "total los chicos no leen" (uuuhhhh, quiero hablar de esta frase en una entrada porque me saca!!!!), o peor: "mejor que no lean" :(
No reniego del consumo, a mi me encanta comprar cosas. Soy pésima ahorrando. De lo que reniego es de que me digan en dónde tengo que comprar, qué tengo que comer o en qué banco debería operar. De lo que reniego es de que intenten decirle a mi hija y a otros muchos niños qué diario tienen que leer o qué comida deben comer.
También reniego de que me digan cuál es el modelo de país que debo apoyar. Definitivamente el lugar que me quieren vender en el Museo de los Niños no es aquél en el cual me gustaría vivir. para muestra basta esta foto:

YPF


Lo bueno es que voy a educar a mi hija en el libre pensamiento y sé que aunque alguna vez me pida ir a ese sitio va a entender muy bien de qué se trata y va a poder elegir. Ahora yo me pregunto ¿y los que no? Eso me causa tristeza. No me digan que soy mala onda o que me hago mucho drama...ya lo sé ;-)
Mi punto de vista es que hay cosas más bellas para ofrecerles a los chicos. Acá en Rosario las opciones son muchas y definitivamente creo que la oferta pública es mejor que la privada. El rompecabezas basado en una obra de Piet Mondrian que hay en el Jardín de los Niños es infinitamente más bello que el rompecabezas de la tarjeta de crédito ;-) Tal vez sea un poquito "soberbio" intelectualmente...pero es definitivamente más bello.

blog

(Jardín de los niños - Rosario, julio '09)

He dicho :)
Quiero agregar 2 cosas al post:
- Por un lado me parece interesante el concepto del cual hablo Nadia en los comentarios. Lo grave de esto es que en la mente del niño queda asociada la "marca"/"empresa" con la "diversión"/"juego" y esto no es inocente ni casual. Al menos desde mi punto de vista no lo es. 
- Y esto lo iba a decir y me olvidé. El museo de los niños cuadra muy bien con el concepto de NO LUGAR porpuesto por el antropólogo francés Marc Auge. Los "no lugares"(en una de sus acepciones) son espacios que repiten estructuras y/o contenidos a lo largo del mundo, no aportan ni incluyen la "identidad cultural" del lugar en el cual están emplazados. Son funcionales a la globalización, que no es mala "en sí"...lo malo es que los niños no tengan una experiencia "diversa" del mundo. Y puedo decirles por mera observación que hay niños que no la tienen.

*el título de la entrada es una referencia a una canción de la murga Contrafarsa y su espectáculo "El tren de los sueños"
* si me ven en el Museo...saldenme!! ;-) Sí, amiga...vamos a ir al pelotero, ya sabés que soy así de malaonda...jajajaja!!!
* capítulo aparte "cumpleaños en el museo" :(
* Lucía, para apagar esta tormenta voy a responder tu invitación jajajaja :D
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¿"Exceso de amor"?

¿"Exceso de amor"?

17 abril 2010
Gracias a una de mis contactos de Facebook (gracias Laura!), tuve acceso a esta nota publicada en el diario Clarín. Pongo una partecita aquí para que entiendan, dice la nota: 

"El abuelo, la abuela y la madre le dieron demasiado amor: por ésto los condenaron. Hoy él tiene 13 años y vive en Ferrara. Es un chico muy inteligente: su maestra dice que es el primero de la clase. Pero hasta los 7 años no caminaba, casi, y ni siquiera lograba subir las escaleras. Nunca practicó un deporte, nada, nunca un viaje y nunca una carrera en el parque con los amigos.
Nunca frecuentó a nadie que no fuera de la familia, nadie al margen de su abuelo, su abuela y la mamá. Cuando no iba a la escuela estaba encerrado en su cuarto todo el día, lleno de mimos y amables caricias, que suscitaban destellos de una triste alegría en sus ojos de niño, negros como dos moras".

Y sigue más o menos en la misma tónica y contándonos acerca de que su familia fue condenada por esto.
Pero lo que no me termino de creer es el titular ¿cómo exceso de amor? El "amor" hacia un hijo no consiste en encerrarlo y no dejar que vea a nadie. Eso tiene un nombre y se llama LOCURA. No puedo creer que el diario catalogue esto como "exceso de amor". Primero porque el exceso de amor no existe, lo que existe es la mala interpretación de los gestos de amor y de cuidado.
No creo, sinceramente, que esta familia venga del sector que defiende la idea de respeto y amor incondicional hacia nuestros hijos. Más bien creo todo lo contrario aunque es cierto que solo he escuchado la "campana" del periódico. No sé qué transfondo habrá detrás de esto. Solo comento desde el lugar de lectora de este artículo.
Para mí amor también es soltarlos y animarlos a ir más allá de nosotros. Amor es guiarlos para que puedan ingresar a la sociedad, ya que el ser humano es, justamente, un ser social por naturaleza. Amor es hacerles saber que siempre pueden volver aunque se hayan despegado de nuestro lado.

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Las dos caras de mi moneda

Las dos caras de mi moneda

26 marzo 2010
Mi viejo siempre decía "El hombre tiene la cabeza redonda para permitir a las ideas darse vuelta", todo para justificar que un día era radical y al otro demócrata progresista...veleta, que le dicen. :D

11.52


Ando medio peleada con las etiquetas, y no con las de papel casualmente. Últimamente y así de repente me joden los "rótulos", pero así de un día para el otro, eh?. Qué quieren que les diga, será que soy una inconsecuente total, o tal vez demasiado inconformista para adherir a causas sin discutirlas. Hace un tiempo me vengo sintiendo incómoda en el traje de la "crianza con apego", no sé exactamente por qué. No puedo explicarlo muy bien. Claro que adhiero a los ideales que propone Attachment Parenting, claro que considero que los niños merecen ser tratados como las personas que son, criados con amor y respeto (son cosas que no tendrían que estar en discusión). Pero no sé, la idea de crianza con apego es un poco "vaga", porque cuando hablo de la noción de amor, hablo -necesariamente- de algo completamente relativo, ya que tiene que ver con la experiencia primaria de amor que tuvimos cada uno de nosotros (que en algunos casos tendremos que revertir si queremos maternar amorosamente). Me cuesta horrores pensar que haya gente que no cría con amor. Y claro que sé que hay. Lo veo a diario en la calle y en mi trabajo :(
Si parto de que hay que hacer tal o cual cosa para criar con apego entonces concluyo necesariamente que quien no responde al pie de la letra a esos estándares no lo hace bien. Así habría padres a los que les cuesta más y padres a los que les cuesta menos. Y no me conforma esta idea. Prefiero pensar que, simplemente, hay diferentes maneras de criar con amor y respeto, y que cada manera es tan única como la familia que la propone.
A veces pienso que me alcanza con ser conciente de los procesos que encaramos como padres. Ser conciente sería asumir que a veces hacemos mal las cosas (o hacemos lo que podemos), en vez de taparlas con palabras banales. A mi me gusta revisar al final del día cómo ejercí mi rol de mamá. Muchas veces antes de que Guille cierre los ojos le pido perdón por mi falta de paciencia, por no respetar siempre sus tiempos o por no haberle brindado la disponibilidad emocional que necesitaba. Me gusta ser conciente de lo que hice y entender que así crecemos juntas.
Por caso, cuento el tema del jardín. Finalmente Guille entra sin llorar y se va derechito a los brazos de su maestra. Sale con una sonrisa en la cara. Y sin embargo, no soy tan hipócrita como para creerme "que le hace bien". Tampoco sé si le hace mal, pero estoy bastante segura de que la escolarización temprana no es beneficiosa. Sé que simplemente se "sobreadaptó" porque no le quedó otra y decidió pasarlo de la mejor manera posible. Y bueno, lo asumo con un poco de tristeza, pero conciente de que es la realidad que puedo darle. No piensen que me enrosco mucho, es solamente poner en palabras esto que vengo sintiendo.
Por ahora tengo más ganas de contradecirme, pelearme y amigarme conmigo misma, desdecirme, cambiar de opinión todo lo que quiera, que de adherir a un par de frases como si fuera una causa por la cual pelear. Y no le quito mérito a esa causa si es que alguien quiere pelearla, solo que a mi no me está sirviendo para vivir. Todo lo contrario, me ata a supuestos tan fuertes como los de la crianza tradicional. Y no quiero cargar la mochila hasta el límite de tener que abandonarla.
Me siento un poco -tan solo un poquito- desesperanzada. Hoy esto, mañana capaz que todo lo contrario. Como dijo una querida amiga: vivo en los grises. Y está empezando a gustarme.
Mamá apegadas, estoy en crisis. Y lo peor es que ni siquiera sé bien en crisis con qué ;-)

¿Ustedes se hacen estas preguntas con respecto a los rótulos que nos ponemos?¿O la loquita soy solamente yo?

:P
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Experiencias a la hora de dormir

Experiencias a la hora de dormir

16 febrero 2010
Me recuerdo pequeña, acurrucada en el rinconcito del antebaño -lugar que dividía la pieza de mis viejos de la nuestra y en donde quedaba encendida la luz-, dormí ahí muchas noches de mi infancia. Mi mamá había dictaminado que no iba a dormir con ellos. Recuerdo las amenazas y las burlas en las reuniones familiares. Me resuena la voz de mi tío diciendo: "Cerrale la puerta con llave, vas a ver cómo no se pasa más a la cama de ustedes". A veces me aceptaban , refunfuñando, quejándose de lo caprichosa que era. Otras solo me dejaban entrar a la pieza, pero no dormir con ellos, así que me tiraba en el piso helado, al lado de la cama. Tenía 10 años y un pánico a la oscuridad que nadie validó como sentimiento. Ese pánico sigue en mí, muy adentro mío.

Tenía 26 años y mi amiga había decidió volver a vivir la casa de sus padres. Ya estaba de novia con David, pero no tanto como para que se quedara a dormir todas las noches en casa. Los seis meses que viví sola me acosté a las 6 de la mañana (cuando clareaba), el resto de la noche la pasaba con todas las luces de la casa prendidas, aterrorizada y haciendo guardia contra mis propios fantasmas. Fueron seis meses duros, que no elegí ni elegiría: vivir sola fue una experiencia horrible para mí. Le sigo temiendo a la soledad, pero más le temo a la oscuridad.

Ustedes dirán: "Claro, apoya el colecho por todo lo que vivió de chica". Y no, la vida es irónica, o más vale la historia intenta repetirse si la dejamos: cuando nació Guille me obsesioné con que durmiera sola (qué boluda, si ya sé...). Y hasta leí a Estivill y me pareció un libro bueno (chan! me "pareció", pretérito perfecto simple). Es gracioso cómo el tipo intenta convencerte de que si las cosas no las hacés como dice su libro, vas a terminar haciendo cosas estravagantes para que tus hijos duerman. Y eso, claro, no es así. Pero es difícil sacarse los miedos de estar haciendo las cosas mal.

Durante los primeros meses Guille durmió en una practicuna al lado de mi cama, hasta que mi suegro hizo la cuna. Le sacamos la baranda y la adosamos a la cama matrimonial. Como el colchón quedaba muy bajo, le puse unas cuantas frazadas para nivelarlo. Empezamos a dormir mejor. Hace unos meses mandamos a hacer un colchón definitivo para la cuna, pero resultó ser muy duro y Guille no quiere dormir ahí. Así que David agarró el colchón de un plaza que guardamos para las visitas y se fue al lado de nuestra cama...aunque cuando empezó a hacer calor se llevó el colchón abajo del ventilador del living. Y sí: tenemos sexo, ¡¡no se preocupen!! Me da risa cómo siempre que se discute el tema del colecho aparece alguien que sostiene que uno duerme con los hijos para no tener sexo, y a mi me da una risa esta afirmación...¿acaso siempre lo hacen en la cama matrimonial?

¿Tiene que haber razones para colechar? Yo no las tengo, podría decir: es una costumbre ancestral, lo llevamos inscriptos en nuestros genes porque en las cuevas en donde nació la humanidad a nadie se le hubiera ocurrido dejar a un niño solo en la cueva contigua. Pero ¿lo hago por esto?, no sé si tengo razones. Tal vez pueda ser la posibilidad de descansar más y mejor. Aunque esto es relativo, porque Guille se despierta en las noches aunque yo esté al lado. Y hay que volver a dormirla, como hacemos todos cuando se despiertan nuestros hijos ;-)

Pasamos por varias etapas. Primero la dormía a upa. Después se empezó a quedar dormida en el cochecito y la hamacábamos un rato. Yo ya me imaginaba a una nena de 8 años iniciando el sueño en un cochecito todo raído "porque cuando uno les deja hacer tal cosa después no la cambian más" Patrañas!!! (jaja, qué buena palabra!) Patrañas! Hay que saber guiar...un día tuve la seguridad de que ya no necesitaba el sarandeo del cochecito, me senté en canastita en la cama, la puse en el hueco y la dormí en brazos. Hasta que ella decidió que hacía mucho calor para dormirse en brazos y se acostó al lado de mío. Y por ahora así se duerme a la siesta y a la noche. De todas las cuestiones que Estivill plantea, la que más llama mi atención es eso de que se tienen que dormir dolos. ¿Cuál es la justificación a esto? Ah, sí, así cuando se despiertan encuentran todo igual a como cuando se durmieron. Perdón ¿conocen a algún chico que no llame a sus padres cuando se despiertan en la noche? Yo a ninguno. Y tampoco conozco a ningún padre (por suerte!) que no vaya a ver qué le pasa al niño. ¿Para qué desgastarnos emocionalmente intentando que se duerman solos? No logro entenderlo.

Por ahora no tenemos otra habitación (estamos construyendo), pero cuando la tengamos dentro de unos meses, voy a guiar a Guille para que vaya pasando a su propia cama en su cuarto. Guiar no es imponer. Supongo que ese proceso será único y que empezará por ratos cortos en su cama hasta que decida que ya no necesita volver a dormir con sus padres. Pero seguro sabrá que puede venir cuando quiera, que nadie la va a dejar encerrada afuera o durmiendo en el piso. Más de uno dirá: "Si lo disfrutás tanto ¿por qué querés cambiarlo?" Porque considero que proponer cambios en la dinámica familiar en responsabilidad de los padres y es un proceso de crecimiento bueno para todos. "Proponer", no imponer.

¿Nos ponemos a pensar cuáles son las necesidades de nuestros hijos a la hora de dormir? ¿O sólo acatamos nuestras necesidades como adultos?
Creo que de todas las decisiones acerca de la paternidad, esta es la que mejor hemos podido manejar. Creo también que cada familia tiene que decidir qué es lo mejor para su dinámica (que yo coleche no significa que los demás tengan que hacerlo, obvio!).

Uno no tiene hijos para sanar, pero ellos traen por sí mismos parte de esa cura. De a poco va a desapareciendo en mí el miedo a la oscuridad, porque sé que alguien me protege de mis propios fantasmas. Ahora, hija ¿y si me dejás dormir hasta más tarde?

;-)

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Reflexiones acerca del burn-out de las madres

Reflexiones acerca del burn-out de las madres

25 enero 2010
Leí este artículo gracias a la recomendación del blog Adivina cuánto te quiero. Es un escrito interesante, aunque debo decirles que no estoy de acuerdo con todo. Hay algunas cosas que me gustan y otras que no. La que menos me gusta es que hacia el final la autora propone, para evitar el supuesto burn-out de las madres, que vayamos a trabajar. Es decir, si tenemos muy "quemado el cerebro" por hacer las cosas de la casa, la solución para ella sería "ir a trabajar para distraernos y de paso obtenemos el reconocimiento que no nos dan por hacer el trabajo en casa". No estoy para nada de acuerdo con esto. De hecho, mientras iba leyendo pensaba "En una semana yo tengo este mismo panorama y encima ¡tengo que ir a trabajar!" No sé quién inventó que el trabajo es relajante, pero seguro que fue alguien que tiene un trabajo ¿en la playa?
Mi opinión al respecto es que las madres nos "quemamos" o "agotamos" porque carecemos de "tribu", como dice Laura Gutman en este artículo que a mi me gusta tanto. Pero no creo que la solución sea ir a trabajar y dejar a lo chicos al cuidado de otros (estoy hablando de este tema en particular del agotamiento, no de la "necesidad" que tenemos muchas mujeres de ir a trabajar). Sí creo que muchas veces ese agotamiento produce un distanciamiento o una falta de conexión con nuestros hijos (lo creo porque me pasa). Eso de hacer las cosas en "modo automático" a mi me hace sentir terriblemente culpable...y es como un tabú reconocerlo. ¿Y les soy sincera? yo hasta he jugado con Guille en "modo automático", y me dan ganas de llorar de solo escribirlo. Y eso es maltrato, y todos los días lucho con mi propio desamparo emocional para no hacerlo.
En esta casa estamos en plena época de rabietas (por cierto, me resultó muy útil este artículo que escribe Ale, de Cuatro en la cama), yo estoy al borde del agotamiento intentando terminar un curso, en medio de otro y con un marido que está trabajando 12 horas por día y al que hoy le anunciaron que posiblemente tengan que operarlo de la mano (oh!). Y el lunes que viene vuelvo al trabajo (según la autora debería estar feliz...).
Si van a leer el artículo es probable que se irriten por algunas afirmaciones. Hagan como yo, si les sirve algo lo toman. Y si no...hay que dejarlo ir ;-) por cierto, la autora se limita a "exponer" qué es el burn-out, pero no da muchas soluciones (ah, no cierto: ir a trabajar lo resuelve todo, así le dedicamos "tiempo de calidad"...la mentira más grande inventada desde que la mujer trabaja, en definitiva este artículo es más de lo mismo...mmmm....al final no me gustó casi nada...jaja).


EL AGOTAMIENTO MATERNO

Tres asientos delante de mí, en el tren de alta velocidad, viaja una mamá acompañada de sus dos hijos que cada vez se va poniendo más nerviosa. De repente, levanta el tono de voz y dice en tono amenazador:
—Vas a recibir!
Los demás pasajeros se miran, molestos... Nadie interviene. Ignoro lo que estarán haciendo los niños, pero el nerviosismo de a madre sube un grado:
—jYa lo verás, vas a recibir! Te lo has ganado! Decido abandonar mi lectura, y me acerco al trío:
—Se la ve nerviosa... ¿Necesita ayuda?
—No, gracias.
—Si...
Insisto con delicadeza.
—Sí, gracias, estoy agotada.
Me instalé a su lado para jugar un poco con los niños. Mi mera presencia ya los había calmado. La intervención de un tercero siempre suaviza las cosas, a condición, por supuesto, de que no se dedique a echar más leña al fuego...
Cuando estamos agotados, no podemos pensar en todo. duras penas conseguimos atender lo más urgente. Aquella madre habia conseguido colocar a sus hijos y el equipaje en el tren, había pensado en proveerse de comida y bebida, pero había olvidado coger algo para que se distrajeran. Estaba extenuada y ni contaba con los recursos necesarios para distraerlos.
Violaine Guéritault* dice: «Estaba llenando la lavadora mientras oía el ruido de fondo que armaban mis dos hijos al pelearse por enésima vez durante la mañana. De repente, se oyó un tremendo “ seguido por los aullidos de mi hija. Y m quedé quieta, inmóvil, creo que pensé en algo así como “del suelo no pasa”, o “si grita, es porque aún está viva”. Entonces acaba de llenar la lavadora como una autómata. No sentía nada. Había dejado de pensar como una madre».
Era el detonante. Violaine Guéritault estaba preparando su doctorado sobre el burn-out profesional (*L’épuissement maternel et comnient le surrnonter, Violaine Guéritault, Odile J cob, 2004. Un libro de lectura imprescindible). Inmediatamente relacionó lo que acababa de vivir con su trabajo. En su oficio de madre, estaba atravesando por una fase de burn-out. ¡El agotamiento profesional no es exclusivo del mundo de la empresa, sino que también está presente en el hogar!
Los padres recién estrenados están expuestos a padecer Todas las madres, hasta las que se muestran más serenas, tiene:
una vida cotidiana muy estresante. Una multiplicación de tarea repetitivas, poco o nulo reconocimiento respecto a su labor, he ranos demenciales, un montón de situaciones que escapan de s control, imposibilidad de concentrarse en una tarea sin verse iii terrumpida al menos diez veces... ¡Las 24 horas del día y 365 día al año sin fecha de caducidad...! ¡Porque es imposible dimitir d oficio de madre!
Así pues, silos bebés son tan maravillosos... ¿por qué las madres se agotan tanto? ¿No será que la causa de su agotamiento resida, precisamente, en que no pueden quejarse de «lo maravillosa» que es su situación?
.
Violaine Guéritault establece la lista de los agentes estresantes en la vida de la madre:
• El trabajo materno implica volver a hacer mil veces as mis mas tareas. Tiene que lavar y limpiar. Todo vuelve a estar sucio algunos minutos más tarde, privando a la mujer de ese sentimiento de tarea hecha que da sentido y energía al trabajo.
• Una madre vive numerosas situaciones sobre las que no tiene ningún control. Le gustaría ser capaz de proteger a su hijo de todo, pero a menudo se ve impotente. Y no sólo estamos hablando de accidentes o de percances que requieren hospit lización, sino también, en la vida cotidiana, de los cólicos del lactante, de los dolores de la dentición o de las picaduras de avispa...
• Si hay algo que caracterice a los niños pequeños ese algo es la imprevisibilidad. Por mucho que la madre se planifique el día, lo más seguro es que sus previsiones acaben patas arriba. Justo en el momento en que sale para encontrarse con una amiga, cuando va a colocar al bebé en el cochecito, se da cuenta de que tiene que cambiarle los pañales... Aunque usted sea muy organizada, su pequeño acabará desestabilizándole el horario. No es nada raro que, al llegar la noche, algunas madres, sintiéndose abatidas, lleguen a pensar que «no he hecho nada en todo el día».
• Todo trabajo merece recompensa... No obstante, parecería que eso no se aplica al trabajo de madre. Se la idealiza y honra como es debido el Día de la Madre, pero en su vida diaria recibe muy poco reconocimiento por parte de los demás; para la gente, no hace más que cumplir con su deber.
• A todo ello hay que añadir que una madre no tiene derecho a cometer errores. Ella misma se pone el listón muy alto, y se desespera al comprobar la diferencia existente entre el modelo de lo que querría ser y lo que vive cada día.

¿Quién se encarga de apoyar a las madres? En el plano psicológico, la mayoría de las veces están solas frente al niño. En ocasiones, pueden acudir a alguna institución de las que se d dican a acoger a las madres y a los bebés durante unas horas, pero por lo general cuentan con pocos lugares preparados para escucharlas. La inmensa mayoría de la gente prefiere creer que, para sentirse felices y colmadas, les basta con estar junto a sus adorados y encantadores hijos. No quieren oír que a veces les entran ganas de estrangularlos. ¿Y qué pasa con el marido?, pues que, cuando éste vuelve del trabajo, o bien ella no se atreve a pedirle nada por temor a que vuelva a salir pitando, o bien descarga sobre él tal avalancha de quejas, que el pobre hombre no sabe qué hacer con ellas. También puede suceder que su marido le conteste que ella no tiene que volver a trabajar, o que Martine —o lo que es peor, su madre, es decir, su suegra—, sabe arreglárselas bien... En resumen, no se puede decir que la apoye demasiado.
En general, la mujer que se queda en casa se encarga de todos los quehaceres domésticos. En vez de intentar ayudarla para que no se canse en exceso, algunas veces el marido hasta espera que también se ocupe de él. «¿una asistenta? ¡Ni pensarlo!», se dicen más o menos conscientemente las mujeres. «Si mi madre podía con todo, ¿por qué yo no?» Además, muchos maridos no ven la necesidad de ese gasto «ya que no tienes otra cosas que hacer durante todo el santo día».
Reconozcámoslo, es indudable que cuando el reparto de las
tareas del hogar no está equilibrado, el amor que la madre siente por su hijo puede salir perjudicado.
¿Les parezco trivial? ¿Opinan que exagero? ¿O acaso son de
los que creen que el amor de una madre no puede depender de la vajilla o del aspirador? ¡Pues yo afirmo que sí!
Demasiada ropa que lavar, demasiados suelos que fregar, demasiados platos que cocinar y lavar... Todo ello puede llegar a alterar la capacidad de amar de una madre.
De hecho, no es tanto la tarea en sí misma la que obstaculiza el amor como el sentimiento de injusticia. Una injusticia que rara vez se ve reconocida como tal. Una injusticia que se halla resumida en esta constatación cotidiana: cuando él le cambia el pañal al bebé, lo encontramos maravilloso, pero cuando lo hace ella, nadie la admira. Es lo «normal». Un hombre, que ejercía de padre de familia, un día me dijo: «Día tras día me doy cuenta de lo injustas que son las cosas para mi mujer. Si yo hago cien, me fe licitan y me adulan, pero si ella hace mil, nadie lo ve». Este padre mostraba un grado de concienciación bastante excepcional tanto entre los hombres como entre las mujeres. Y hasta cuando di cha concienciación existe, lo normal es que la injusticia no desaparezca porque está grabada en lo más profundo de la sociedad. Con todo, también hay otros maridos menos sensibles que no consiguen ver el problema, y que hasta pueden llegar a desvalorizar, humillar y culpabilizar a sus mujeres cuando se quejan o no logran alcanzar sus objetivos.
En el hogar, muchas veces la mujer se ve obligada a reprimir ira: la relacionada con la frustración, con la injusticia, y a veces que le provoca la herida que le inflinge un marido inconsciente cuando no poco delicado.
las mujeres que viven solas tienen tantas dificultades como demás. El rencor que se mantiene en secreto es lo que impide que florezca el amor, y no la falta de un hombre.
La sociedad espera que las mujeres sepan ejercer bien su papel, como si fuera algo innato. Tienen fama de ser buenas profesionales, mientras que algunos hombres no pasan de ser considerados meros aficionados. Pero la realidad es que no saben mas que los hombres. Bien es verdad que las mujeres secretan las hormonas del afecto y que llevan el biberón integrado en su cuerpo, pero en sus genes no hay nada inscrito acerca de cuál es la mejor marca de pañales, de las vacunas o de las relaciones con los profesores. Por no hablar de que tienen que ir adaptándose continuamente. Con los hijos nunca puede darse nada por ganado: los niños crecen y cambian. Y no hay dos hijos iguales.
Al cabo de un cierto tiempo, la madre no puede más. Violaine Guéritault* describe muy bien la primera fase del burn-out: el depósito de energía se vacía. La madre padece agotamiento emocional y físico provocado por la necesidad de ir adaptándose permanentemente.
Si la madre no encuentra ayuda ni apoyo, si no puede liberar su sobrecarga de estrés, corre el peligro de llegar con bastante rapidez al segundo estadio: el de la despersonalización y el distanciamiento.
¡Ella sabe que tiene que seguir funcionando pero no sabe cómo! Su única salida consiste en separarse inconsciente y emocionalmente de la fuente del estrés, con el fin de minimizar las fugas de energía y de continuar realizando, como un autómata, las tareas de las que no se puede librar. La madre agotada se ocupa de su hijo, pero sin afecto. Lo hace, y punto. Todas nosotras hemos pasado por esos momentos de completo agotamiento. Hacemos lo que toca que hacer: preparar la comida, vaciar la bañera, quitar la mesa y acostar a los niños, pero todo de un modo automático
Cuando el agotamiento nos invade, ese modo automático se vuelve permanente. La madre se aleja cada vez más de sus hijos. Ya no está afectivamente a su lado. Cuando una madre se siente sola cae en la depresión. Es cada vez menos eficaz, todo le pide un esfuerzo inmenso y pone en duda sus capacidades. Ciertas tareas que antes llevaba a cabo, como telefonear o rellenar formularios, le parecen algo irrealizable. Poco a poco, se va deslizando hacia la tercera y última fase del burn-out. Gritos, golpes, castigos..., la madre hace todo aquello que nunca hubiera querido hacer a sus hijos, con el resultado de que, evidentemente, las cosas empeoran; es un círculo vicio so. La clase de madre que ve en sí misma, es decir, aquella en la que cree haberse convertido, está tan lejos de la madre con la que soñaba llegar a ser, que hasta puede llegar a preferir borrar de un plumazo todos sus proyectos. Después de haber perdido la motivación y con la autoestima por los suelos, reniega de todo lo que ha hecho, de todos sus logros, pasados, presentes y futuros.
Y aunque no todas las madres caigan en la depresión, una inmensa mayoría —por no decir todas— pasan por una fase fugaz, recurrente o prolongada de agotamiento.
El burn-out no aparece porque la mujer sea un ser más o me nos frágil. Ni tampoco por el hecho de que el pasado de una mujer haya sido más doloroso que el de otra, sino que es el resultado de la interacción con su entorno. De nada sirve darle medicamentos, ya que no es a ella a la que hay que atender, sino a su entorno, que tiene que sufrir una remodelación. Asimismo, no es una patología exclusiva de las mujeres. Una pediatra suiza ha demostrado que a los padres les pasan exactamente las mismas cosas cuando son los que se quedan en el hogar para ocuparse de sus bebés.
En estas condiciones tan difíciles, es fácil comprender que a veces el vaso esté lleno y que los hijos hagan que rebose. Una madre agotada, invadida por el burn-out, se desvincula de su hijo. Cada vez consigue dominarse menos. Se ve a sí misma como si fuera una prisionera y se siente explotada por su hijo. Puede rebelarse contra las exigencias de este último, viéndolo como un tirano y llegado a odiarle por ello... Y a veces ese odio puede llegar a ser tan intenso que puede llegar a borrar sus sentimientos maternales. Me absorbe por completo —decía Camille—. No lo aguanto más. Es terrible decirlo, pero no siento nada por mi hijo. A veces me ocupo de él como si fuera un autómata, pero enseguida consigue sacarme de mis casillas. Si no hace inmediatamente lo que le pido, me vuelvo loca.»
¿Acaso Camille es una mala madre? «No es maternal», opina su suegra. Siguiendo mis consejos, Camille volvió a trabajar y poco a poco fue volviendo a querer a su hijo. Ahora le encanta jugar con él. (la negrita es mía: ¿qué estupidez es esta? Este artículo me está enojando más de lo que pensé. Luisina) ¡Sencillamente lo que pasaba es que se hallaba en una fase extrema de burn-out!
Emociones reprimidas, autodesvalorización, alejamiento emocional, distancia afectiva, impotencia, frustración... ¡El cóctel es explosivo! Cuando una madre «se rompe» y maltrata a su hijo, toda la sociedad tiene que asumir la responsabilidad de ello, y no ella sola.

Leído gracias a Adivina cuánto te quiero. A su vez la lectura del artículo la hice en el foro Entre Comadres, en el mismo se menciona como fuente el libro "Los padres perfectos no existen" de Isabelle Filliozat, pueden leer el primer capítulo de dicho libro aquí.
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Honremos a nuestros hijos, por Laura gutman

Honremos a nuestros hijos, por Laura gutman

07 enero 2010
No hay nada más sagrado que un niño pequeño. Nada más puro, más hermoso y más frágil que un niño pequeño. Por lo tanto, no solo nos corresponde adorarlos, sino cuidarlos como un fino cristal, porque de lo contrario, se rompen para siempre. ¿Qué hacemos frente a una joya única que nos han dado para custodiar? La envolvemos en un manto de terciopelo. Luego la adornamos con cintas de oro. Vigilamos que nadie se acerque. Velamos que no sea manoseada. La acariciamos suavemente para que brille cada día más. La resguardamos de vientos y mareas. La protegemos de violencias humanas. Y en el momento adecuado, la volvemos a entregar al camino. El valor de la alhaja es incalculable y cualquier rasguño que sufra, será nuestra responsabilidad. Solo deteniéndonos a observar la belleza infinita que emana de su luz, podemos vislumbrar el tesoro que llevamos en nuestras manos. Así son nuestros hijos, así de bellos, de luminosos y resplandecientes. Los niños merecen recibir desde el instante en que nacen, nuestro respeto genuino, complaciente y cotidiano. Cosa poco habitual. Quizás por eso sea ésta la más atroz contradicción de nuestra moderna sociedad: No honrar lo más bello y puro que tenemos, se convierte en una masacre colectiva. Por eso, hagamos unos minutos de silencio. Observemos a los niños. Ofrezcámosles nuestras mejores sonrisas, si no tenemos nada más para brindar. Acariciémoslos. Respetémosles el sueño, la vigilia, el hambre, el juego, el ritmo, el contacto, la curiosidad y el derecho a la verdad. Rindámonos ante ellos, tomando en serio cada pedido. Tratemos sus cuerpos con dulzura y dedicación. No los contaminemos con palabras furiosas. Recordemos que en los niños vibra el alma de la excelencia.

Laura Gutman (Newsletter mes de enero)
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Buscando la "tribu moderna"

Buscando la "tribu moderna"

28 diciembre 2009
Cada mes recibo en mi correo el newsletter de Laura Gutman. De los doce artículos que recibí durante el año, el que más me gustó es el que comparto aquí:

En lugar de tribu hay sólo un padre

Todas las madres con niños pequeños necesitamos sostén, acompañamiento, solidaridad, comprensión y resguardo de otros miembros de nuestra tribu. Pero claro, en el mundo occidental -especialmente en las grandes ciudades- nos hemos quedado sin tribu. Emprendemos la búsqueda solicitando apoyo y lo que encontramos más cerca es al señor que duerme en nuestra cama, que en la mayoría de los casos ha sido nombrado padre oficial del niño. Llamativamente suponemos entonces que toda la compañía, el cobijo, la ayuda, la disponibilidad y la empatía que una tribu entera nos hubiera prodigado, ahora debería provenir de una sola persona: el padre del niño. Tomemos en cuenta que una cosa es la inmensa necesidad de ser amparadas frente a la desesperación, la locura y las vivencias confusas que estamos experimentando desde el nacimiento de nuestros hijos, y otra es lo que un solo individuo puede ofrecer, reemplazando los roles de muchos.
Cuando no vislumbramos nuestra realidad en forma global, creemos que las cosas se solucionarían si el varón regresara más temprano a casa, si cambiara los pañales de vez en cuando o si ganara más dinero. Es tiempo de admitir que somos sólo dos personas -nada más que dos- y que tanto las madres como los padres estamos demasiado solos en la compleja tarea de acunar a nuestros hijos. Si la realidad es tan desventajosa, compartamos lo que nos pasa, conversemos y decidamos juntos a quiénes pedir ayuda. Inventemos una red amorosa donde haya un lugar destacado para los niños. Ofrezcamos una sonrisa, un libro, un dato valioso a otras madres. Abramos nuestras casas, cocinemos algo delicioso, invitemos a otros adultos con niños a visitarnos. Si participamos en la construcción de una tribu moderna, dejaremos de culpar a nuestra pareja. Y aparecerá la virilidad que estábamos reclamando.

Laura Gutman

Me parece increíblemente lúcido, aunque bastante utópico. Utópico porque para recuperar las funciones de toda una tribu (o de una familia grande como la de nuestras abuelas) no alcanza con cocinar algo rico. Creo que hace falta una transformación social porque estamos demasiado encerrados, y no solo dentro de nuestra casa. Estamos encerrados en la falta de tiempo para socializar, para pasar tiempo con otra gente. Muchos de nosotros solo tenemos contacto durante el día a día con nuestros compañeros de trabajo. Personalmente, me cuesta muchísimo encontrar el tiempo para ver a mis amigas. Claro que ayudan las redes sociales -ya sean reales o virtuales-, pero no se igualan con la labor de toda una tribu. No sé bien cómo se haga eso, pero nuestras obligaciones occidentales no son compatibles -lamentablemente- con la forma de vida de una tribu o de las familias de antes. No necesito que la abuela me lave los platos, pero sí me gustaría encontrar sostén y apoyo, abrazos, crianza compartida. Ese es mi propósito para el año que viene: tender la red y encontrar los caminos para criar en comunidad. "Participar en la construcción de una tribu moderna", ¡eso!
¿Les gustó el artículo de Laura Gutman?¿Qué piensan al respecto?¿Tienen una "tribu"?¿Piensan formarla?
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El maltrato verbal es violencia

El maltrato verbal es violencia

24 octubre 2009
Este es el lema de la nueva campaña publicitaria contra la violencia infantil. Pone en debate la forma de tratar a los niños y nos obliga a reflexionar acerca de lo que decimos. ¿Nuestra obligación? Escucharnos siempre, recordar que los niños "se creen" todo lo que les decimos y que si los tratamos de "tontos" o "tarados" seguramente creerán que lo son. Una vez que lo dijimos, ya es tarde. Aunque sea pidamos disculpas.
No se trata de cuidar sólo la forma en que los tratamos, sino de cuidar las personas que serán mañana. El insulto, los gritos y las etiquetas son los peores legados que podemos dejarles a nuestros hijos. Lamentablemente, ver la campaña me trae tristes recuerdos ya que muchas veces he escuchado de boca de mis padres este tipo de cosas y otras aún peores. Sin embargo, como decía ayer en el foro, lo peor fue la "catalogación" que se había establecido en mi familia. Resulta que en el resparto de roles me tocó ser "la estudiosa" y "la independiente", claro en el algunas cosas me benefició, pero también le debo frustraciones como la enorme crisis vocacional en la que me encuentro. No etiquetemos a nuestros hijos, no asignemos roles a cumplir. Estas acciones son formas de violencia.
Les dejo uno de los spots que saldrán en la tele dentro de poco tiempo. Aquí el link a la página de la campaña, con recursos de ayuda y material bibliográfico.

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Niños: entre el "hacé lo que quieras" y los insultos

16 agosto 2009
Realmente estamos muy lejos de una "ciudad para los niños" y no sólo porque el ambiente urbano es inseguro para ellos, sino también porque ni los propios niños utilizan los lugares de esparcimiento para ser eso: niños. Cuando vamos al parque, intento comprender las situaciones y tener empatía hacia el resto de la gente que está disfrutando de ese lugar público. Pero pareciera que a ellos no les importa ser respetuosa con el prójimo.

Ayer fuimos al parque, un espacio enorme cerca de casa. Lo primero que se encuentra al llegar es mugre: papeles diversos, bolsitas de nylon, colillas de cigarrillos, vasitos plásticos y popó de perro. Así que empezamos por buscar un lugar medianamente limpio y nos aseguramos de que no quede basura cerca, ya que para Guille, cualquier cosita que encuentra en el suelo es un juguete. Ahora, yo me pregunto ¿quién educó a esta gente?, porque recuerdo muy bien que cuando era chica, tanto en mi familia como en la escuela, nos hablaban constantemente de no tirar basura al piso, de juntar lo que se nos caiga, de utilizar los tachos de basura (cierto, hay pocos...pero la alternativa si no encuentro un cesto de basura es guardarlo en mi bolso, mochila o hasta bolsillo ¡jamás tirarlo al piso!).

Después de idas y venidas conseguimos instalarnos. A escasos 20 metros estaba ubicada una familia que había llevado al parque un cuatriciclo, quien lo manejaba -por cierto, a toda velocidad- era una nena de unos 7 años. Yo digo, ¿una criatura de 7 años tiene los reflejos suficientes para frenar si se le cruza alguien? Realmente es grave y puede ocasionar una tragedia. Para no discutir con los responsables, decidimos apartarnos y buscar un lugar más tranquilo. Caminamos unos 50 metros, en el camino escuché tantas faltas de respeto hacia los niños que cruzábamos, que terminé agotada:


Padre a un bebé de unos 18 meses: "Esto se termina cuando dejes de usar pañales ¡cómo vas a usar pañales todavía!".

Padre a nene de unos 4 años intentando remontar un barrilete: "Pero ¿sos boludo vos? Te dije que no lo sueltes tarado!"

Madre a una nena de unos 3 años que corría y se alejaba: "¡Nahiaraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!" La nena no respondía, la madre se levanta diciendo "Venía acá que te pego un chirlo en la cola"


Naturalmente fue demasiado fuerte para nosotros. Me pregunto si hace falta tanta violencia para relacionarse con los hijos, si es necesario gritarles tanto o referirse a ellos con groserías. Me respondo que no.

Estuvimos un ratito y partimos, agotados de tanto griterío y de tanta falta de respeto mutua. No, no es que quiera juzgarlos, cada uno hace lo que puede y cría a sus hijos como le sale. Pero podríamos apostar a una sociedad menos violenta y si bien yo no tengo todas las respuestas, sé que podemos conseguirlo bajando el volumen, conectándonos con nosotros mismos y con nuestros hijos. Si supiéramos cuántos beneficios podríamos obtener cambiando nuestra actitud.

Lo que más me entristece es que esos chicos "violentados" van a formar parte de la vida de mi hija. Serán sus compañeritos de banco, los chicos con los que baile de adolescente, serán bancarios, taxistas, empleados públicos, maestros y médicos. ¿Cómo van a tratarnos si no saben lo que es el respeto?¿Cómo preservo a mi hija de la violencia?

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"Mamá de Lola", dibujando la crianza con apego

13 agosto 2009
Ayer, visitando el blog de Mihmita, una de las mamás que conozco del foro de Red Canguro, me encontré con una ilustración que llamó mucho mi atención. Di una vuelta por la página web de la cual provenía la viñeta y estuve un buen rato mirando las imágenes. Hubo varias que llamaron mi atención, pero cuando llegué a la entrada que se llama "¿Por qué llora tanto mi bebé?" realmente me conmoví y terminé llorando, me angustió muchísimo y me recordé hace un año atrás, con mi bebita llorando en brazos durante horas.
Creo que cuando una obra logra sensibilizar hasta ese extremo, es porque ha logrado su objetivo. Les dejo la viñeta que, amablemente, "Mamá de Lola" me autorizó a publicar. Los invito también a pasar por su web y disfrutar de sus ilustraciones sobre crianza con apego, portabebés, lactancia y más. Y aclaro que, aparte de conmoverme, me encanta la estética y el significado de la ilustración: el papá conteniendo a la mamá que sostiene, el atardecer, el rostro de la madre oculto y el bebé llorando. Muy lograda.

"¿Por qué llora tanto mi bebé?"


©2009 Mamá de Lola

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Los niños según Tonucci

Los niños según Tonucci

03 agosto 2009
Alejandra Mercado, uno de mis contactos de Facebook, publicó este video en su muro.El mismo fue realizado en homenaje al pedagogo y humorista gráfico Francesco Tonucci (Frato), en ocasión de su visita a la Argentina. Animado por Alfredo Piermattei, sobre dibujos de Frato, y editado por Pablo R. Jáuregui. Como saben, soy fanática de Francesco Tonucci y no resistí compartirlo con ustedes. ¡Que lo disfruten!


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Mis lecturas recomendadas

07 julio 2009

Foto: Mar de libros viejos, en Flickr Creative Commons

Esta es sólo una lista de algunos de los libros que me han movilizado en el camino de la crianza. Muchos de ellos desearía haberlos leído antes. Otros los leí hace muchísimo tiempo y sólo después del nacimiento de mi hija comprendí el poder de sus palabras. Ya contaré qué es lo que me une de manera especial con cada uno y en qué situación lo leí.


Sobre embarazo, parto y nacimiento respetado

Michel Odent: Nacimiento renacido, Editorial Fundación Creavida, Buenos Aires, 2008
Michel Odent: Ecología prenatal, Editorial Fundación Creavida, Buenos Aires, 2008
Michel Odent: La Cesárea ¿Problema o solución?, Ed. Liebre de Marzo, España, 2006
Raquel Schallman: Parir en libertad. En busca del poder perdido, Grijalbo, Buenos Aires, 2007.
Carlos Burgo: Parir con pasión. Escenarios, escenas y protagonistas del parto y del nacimiento, Longseller, Buenos Aires, 2004.
Ibone Olza y Enrique Lebrero Martínez: ¿Nacer por cesárea?, Grupo Norma, Bogotá, 2006.
Verny, Thomas y Kelly, Jhon: La vida secreta del niño antes de nacer, Urano, Barcelona, 1988.
Chamberlain, David: Los bebés recuerdan su nacimiento, Obstare, Tenerife, 1988.
Gaskin, Ina May: Partería espiritual. La naturaleza del nacimiento entre el amor y la ciencia, Editorial Mujer Sabia. Traducción: Marina Lembo
Rodrigañez Bustos, Casilda: Pariremos con placer, Editorial Madreselva, Buenos Aires, 2010. Todos sus libros pueden ser descargados en forma gratuita y legal desde la web de la autora: www.casildarodriganez.org

Sobre maternidad , crianza y educación respetuosa

Laura Gutman: La maternidad y el encuentro con la propia sombra, Del Nuevo Extremo, Buenos Aires, 2006.
Laura Gutman: Puerperios y otras exploraciones del alma femenina, Del Nuevo Extremo, Buenos Aires, 2006.
Laura Gutman: Crianza. Violencias invisibles y adicciones, Del Nuevo Extremo, Buenos Aires, 2008.
Laura Gutman: La revolución de las madres. El desafío de nutrir a nuestros hijos, Del Nuevo Extremo, Buenos Aires, 2009.
Carlos González: Mi hijo no me come, Editorial Temas de hoy, 1999
Carlos González: Bésame mucho. Cómo criar a tus hijos con amor, Editorial Temas de hoy, 2003.
Francoise Doltó: La causa de los niños, Paidós, Barcelona, 1994.
Francesco Tonucci: La soledad del niño, Losada, Buenos Aires, 2006.
Francesco Tonucci: El niño en la ciudad, Losada, Buenos Aires, 2009.
Francesco Tonucci: Con ojos de niño, Losada, Buenos Aires, 2008.
Gianni Rodari: Gramática de la fantasía, Colihue, Buenos Aires, 1998.
AAVV: Arte desde la cuna, Nazhira, Buenos Aires, 2003.
Montes, Graciela: El corral de la infancia, Fondo de Cultura Económica, México, 2001.
Jean Liedloff: El concepto del continuum. En busca del bienestar perdido, Obstare, Tenerife, 2008.


Sobre la condición femenina en general

Clarisa Pinkola Estés: Mujeres que corren con los lobos, Ediciones B, Barcelona, 1998.
Eurípides: Medea, De Bolsillo, Barcelona, 2008.
Ibsen, Henrik: Casa de muñecas, Pehuén, Santiago de Chile, 2004
Flaubert, Gustave: Madame Bovary, RBA, Barcelona, 1994.
Simone de Beauvoir: Memorias de una joven formal, Sudamericana, Buenos Aires, 2000.
Simone de Beauvoir: La plenitud de la vida, Sudamericana, Buenos Aires, 2000.
Simone de Beauvoir: La fuerza de las cosas, Sudamericana, Buenos Aires, 2000.
García Lorca, Federico: Yerma, Losada, Buenos Aires, 2000.
Paz, Octavio: Sor Juana Inés de la Cruz o Las trampas de la fe, Fondo de Cultura Económica, México, 1990.


Espero sus propuestas de lectura para seguir agregando a mi lista.
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Orgullosa de ser una madre insufrible

Orgullosa de ser una madre insufrible

29 abril 2009
Hoy le compré a Guille la revista "La valijita", apéndice del clásico Billiken pero en formato exclusivo para niños en edad preescolar. La razón por la cual la compro es que me sale mucho más barato que un libro y entonces, puedo disfrutar de que Guille la rompa, la chupe, la desarme, le dé de comer los pedacitos al perro, etc. Aparte de la revista en sí, todos los meses trae como suplemento un "cuento tradicional" de diferentes lugares del mundo con excelentes ilustraciones. Le doy la revista y le guardo el librito con el cuento para cuando sea más grande. Además de la revista y el libro trae un suplemento para padres y maestros, llamado "El ABC de los chicos", de dudosa calidad.
Una vez que hube desarmado el paquete, guardado el librito y entregado la revista a su dueña, empecé a hojear el suplemento para padres. Me detuve ante una especia de "editorial" titulada Los padres insufribles. Contenta pensé: "Bueno, al fin alguien que se queja de los padres que dejan llorar a sus bebés, que los tironean del brazo, que los sacuden y los tildan de caprichosos". Pero mis expectativas se desarmaron ante las primeras palabras de la nota. Resulta que para la autora, padres insufribles somos aquellos que respetamos a nuestros hijos.
Cito un párrafo iluminador acerca de su punto de vista:

"Basta con que vayas a su casa para que te des cuenta de que en algún punto dejó de serlo. De entrada, ves una decoración muy cambiada. En función de que la nena no se lastime, no quedan rastros de adornos por ninguna parte. Las fotos de vacaciones en pareja, de amigos y de fiestas, fueron reemplazadas por fotos de la gorda, desde que nació hasta el día de la fecha".

La verdad es que no entiendo cuál es el punto, ¿qué tendría que hacer si tengo una pequeña exploradora en casa?¿dejar todos los adornos a su alcance y vivir peleando con ella para que no los toque?¿a qué persona le puede molestar que yo no tenga la decoración de última moda cuando viene a visitarme? Seguramente esta autora me propondría la opción de colocarla en un práctico corralito o andador...para que no ande por ahí tocando todo. Tampoco entiendo por qué me puede llegar a gustar más la foto de una fiesta que una de mi hija (???)
Pero, no conforme con esto, sigue:

"Claro que los niños ocupan un lugar en nuestro corazón pero, ¿es necesario que ocupen cada segundo de tu vida y cada espacio de tu cerebro? Pienso en los pobres chicos que tienen que pedir permiso para poder respirar un aire que no haya sido exhalado por sus progenitores".

No, mi hija no solamente ocupa "un lugar en mi corazón" (palabras que, de tan gastadas, ya no dicen nada), también es parte de mi vida. Es lógico que no estoy todo el tiempo pensando en ella, imaginen que ante un aula de 30 adolescentes no se puede pensar mucho en otra cosa que no sea exactamente en dar todo de mi para que esa clase sea lo mejor posible. Pero a mi hija no le doy de lástima "un lugar en mi corazón", ella es mi corazón, el motor que mueve cada uno de mis días desde que nació. Y una cosa más, creo que "pobres chicos" son aquellos condenados a respirar durante más de 8 horas por día el aire que sus progenitores no respiramos. Muchas veces, no son los padres los culpables de esta situación sino la extrema necesidad de trabajar y la poca flexibilidad en los horarios de trabajo que padecemos todos hoy en día. Pero de ahí a plantear que las que disfrutamos de estar bastante tiempo con nuestros hijos los ahogamos hay una distancia infinita. Lo único que hacen desde estas publicaciones es justificar el asfixiante circuito de trabajo que deben padecer hoy las familias. El mensaje sería: trabajá, producí, corré a luchar por tu progreso, por tu carrera...le hacés muy bien a tu hijo, así no lo ahogás.
No quiero dejar de compartir con ustedes el final de la nota:

"No conozco hasta el momento un instituto de recuperación para este tipo de padres, algo así como PI Anónimos (este término los usa durante toda la nota para referirse a los padres insufribles), pero sé que en algún momento de la vida, se recuperan".

Cuando la fusión emocional dé paso al camino de la autonomía, seguramente me recupere y la decoración de la casa vuelva a ser "adulta". Pero mi hija seguirá siendo parte fundamental de mi vida.
"El ABC de los chicos" o cómo estar cada día más lejos de cambiar el mundo.
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Luisina Serenelli

Docente // Fotógrafa // Blogger //Feminista // Doula// Escritora // Lectora incansable // Mamá de Guille y Emi // Enamorada de David // En permanente deconstrucción y construcción

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Hola! Soy Luisina Serenelli. Sanlorencina viviendo hace 19 años en Rosario, Argentina.
Fotógrafa de familia, doula y profesora ❤

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