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Cesárea Innecesaria
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La tristeza también se va

La tristeza también se va

01 noviembre 2009
"...si todo empieza y todo tiene un final,
hay que pensar que la tristeza también

se va..."

Jorge Drexler

Veo con sorpresa cómo se va cerrando un ciclo. Empecé a presentirlo hace un tiempo, cuando ví que necesitaba espacio propio y entre dientes masticaba proyectos. Pero sobre todo cuando el dolor por las cosas que no fueron se empezó a disipar.
Asumí responsabilidades, me miré de frente y volví a construirme como mamá. Muchas cosas pasaron y me encontré en el camino con gente maravillosa. Esas personas cambiaron mi visión sobre muchas cosas, pero mi vida la cambié yo cuando decidí dar marcha atrás, tirar las cosas inútiles y arrancar de cero.
Las culpas se disiparon y la tristeza dio paso a la sensación de haberme fortalecido como persona. Y esto es lo que ví entre esas sombras:

¿Por qué no tuve un parto vaginal? ¿Fue mi cesárea necesaria?
La primera respuesta es muy simple: muchas cosas de mi vida personal bloquearon la salida de Guille, que simplemente dijo "Hasta acá llego yo con esto mamá" y se quedó sentada en la panza, conciente de que o yo buscaba la solución a mis problemas o el parto no iba a ser. Y no fue.
Con respecto a la segunda pregunta, después de darle muchas vueltas y de dudar y desconfiar de todos, hoy respondo que sí: que fue una cesárea necesaria. Y no por razones estrictamente médicas (o al menos no por las que me dio el obstetra), sino porque yo no estaba preparada ni psicológica ni físicamente para un parto de nalgas. No tenía ni idea de la fisiología del parto y hubiera sido una locura entregarme a alguien que ni siquiera quería arriesgarse a asistirme en esa condición. La forma en la que se hizo es otra cosa, sigo pensando que hubiera sido mejor esperar a que se desencadenara el trabajo de parto o al menos hubiera estado bueno que se me informara acerca de las opciones que teníamos.
Yo no me quise hacer cargo de nada de eso, tal vez no era el momento, tal vez me estaba reservado éste camino. Más allá de los factores médicos, mi sabiduría femenina me dice que eso era lo que necesitaba. Cambiaría algunos detalles, pero la historia sería la misma. ¿La enseñanza? Ahora sí estoy preparada.

¿Por qué no pude con la lactancia exclusiva?
Acá también arranqué echándole la culpa a medio mundo: que el médico no colaboró, que me recetó nutrilón a los 4 días (aunque no se la haya dado fue una tentación terrible y finalmente cedí), que estuve muy sola, que los primeros tiempos fueron muy duros, que no tuve información de calidad, que la información que tuve no la utilicé bien. Tal vez muchas de estas razones sean verdaderas, aún así hay dos cosas que asumí hace algún tiempo atrás: me costó construir el vínculo con mi hija y fui vaga. Para llevar adelante una lactancia exclusiva hay que tener mucho aguante físico y emocional durante los primeros días. Y yo no lo tuve, fui débil y me dejé arrastrar hasta la lactancia mixta. Tal vez a muchos les suene terrible que lo reconozca, a mí no. Lo que más me dolió fue descubrir lo mucho que me costaba relacionarme con mi hija. Y ojo, no se vayan a creer que la dejaba tirada por ahí, no. Concientemente me ocupaba de ella: le cambiaba los pañales, la miraba dormir durante horas, pero no podía hacerme cargo de su nutrición emocional. Y lloré, y sentí culpa, entré en un túnel en donde no se veía nada. Y después de un año reconstruyendo lo que se había quebrado, simplemente la tristeza se esfumó. Y la culpa también. Ya no me siento mal por esto. Muchas de las cosas que necesitaba escuchar, para convertir todo lo que pasó con respecto a la lactancia en algo positivo, las encontré en la Red Social Familia Natural y en el Grupo de apoyo a la Lactancia Materna de la Liga de la Leche Rosario. ¿Cómo es eso? Simple: ver que las mamás que amamantan son iguales a mí me ayudó un montón. Ver que realmente no se creían mejores que yo, también. Es raro esto que digo pero antes tenía la fantasía de que por no amamantar iba a ser rechazada entre los padres vinculados a la crianza con apego. Y no, todo lo contrario, me recibieron con los brazos abiertos, escucharon mi historia y me hicieron sentir que valía, al menos para que otros no pasen por lo mismo o para que yo misma no pase por lo mismo. Me mostraron el camino para que la próxima vez pueda decidir con libertad, teniendo buena información y apoyo del que se agradece.

En un momento llegué a un lugar en donde pensé que había hecho todo mal, esa era la sensación que tenía. Pero de a poco eso fue cambiando: sentía que había hecho algunas cosas bien y otras mal y que las que estaban mal podían ser revertidas, sanadas, hechas de nuevo con sinceridad y desde un buen lugar.
Me di cuenta de que los únicos que podemos decidir por la crianza de Guille somos David y yo y que vale la pena escuchar nuestros deseos más profundos. Hoy siento una enorme confianza en mi labor como mamá. Y creo que las mamás hoy por hoy nos juzgamos demasiado. Tal vez valga la pena valorar lo bueno que hacemos.
Un día me descubrí pensando que no era tan terrible todo lo que habíamos pasado, que era hora de dejar de llorar y aprovechar lo que sí habíamos hecho bien. Cuando fui conciente de por qué había fracasado nuestra lactancia, no lloré por las defensas que mi hija no iba a incorporar, lloré porque me di cuenta de que había afectado a la calidad del vínculo. La maternidad -como ya dije cientos de veces- nos da muchas oportunidades de reparar. Reconstruí el vínculo desde otro lugar y siento que es hora de seguir adelante. Sé que todo este camino no fue en vano, que fue necesario para que ese lugar de la crianza de Guille no quede como la parte rayada del disco en la que siempre se traba la vida -como nos dice la metáfora de Laura Gutman-, que fue necesario para volver a encontrar las ganas y las energías necesarias para concebir otro hijo.

Con todo lo aprendido en las sombras, vuelvo a mi luz. Porque donde habitan los monstruos también encontré belleza.
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¿Qué fue lo peor de tu cesárea?

¿Qué fue lo peor de tu cesárea?

03 octubre 2009
Muchas veces, cuando se plantea el tema del parto y de las cesáreas, escucho comentarios que no me gustan para nada. Y no me gustan no sólo porque estoy a favor del parto humanizado y respetado, sino también porque son comentarios hechos desde la ignorancia. Otras veces leo a mujeres que ocultan su inmenso dolor -dolor que ni siquiera ellas pueden vislumbrar- con frases que no hacen más que intentar ocultarlo.

Una de las cosas que más me molestan es escuchar frases como: "yo prefiero que me hagan una cesárea". Está bien que vos prefieras lo que quieras, pero a ver...vas a traer a este mundo a un ser humano ¿qué hay de lo que él prefiere? ¿Acaso a nadie le importa?

Otra que escucho mucho es "el bebé sufre menos", "sale sin estar hinchadito". Quiero creer que sólo es ignorancia lo que impulsa a esta gente a afirmar algo así. No, el bebé "no sufre menos". De hecho sufre más: tiene que iniciar un contacto bruco con el mundo, con el aire frío del quirófano, su respiración es más difícil porque el líquido que sus pulmones aún traen no ha tenido la posibilidad de ir siendo expulsado de a poco a través del canal de parto, demoran más en regular su temperatura, al no haber tenido la oportunidad de entrar en contacto con las hormonas que se ponen en juego en el parto el comienzo de su vida es mucho más difícil, etc. Todos estos aspectos están comprobados científicamente, no los inventé yo. Así que no, los bebés nacidos por cesárea no sufren menos, sufren más. Claro que hay excepciones, todos aquellos casos en donde la  cesárea es necesaria: menos del 10% de los partos totales.

Otra frase de cabecera que escucho más de lo que quisiera es "yo no sufrí nada", "a mi la cesárea no me dolió", "a los 3 minutos estaba caminando". Bueno, yo tampoco sufrí nada ¿y qué? Estas afirmaciones realmente me sublevan. A ver, el parto no se trata de sufrir o no. Se trata de traer un hijo al mundo, de darle el nacimiento y la bienvenida que se merece.

Personalmente, pienso que todos estos comentarios esconden más dolor que el que puede haberles causado la cesárea. Yo elijo saber por qué tuve una cesárea, mirarme a mí misma en ese embarazo y en ese parto que no fue: por qué mi hija estaba sentada, qué bloqueos míos impidieron que se ubicara normalmente, por qué el líquido amniótico era escaso, etc. Y al empezar a mirar también descubrí el otro lado: el de las mujeres que sí cuestionan sus cesáreas. Y hoy a la mañana me emocioné muchísimo leyendo un apartado del sitio El Parto es Nuestro: una recopilación de mujeres contando qué fue lo peor de sus cesáreas. Por momentos es escalofriante leerlo, sin dudas estan muy lejos de esas frases que cité anteriormente. Son mujeres concientes de su maternidad, que buscan dentro suyo y van por más.

Lo peor de mi cesárea fue que mi marido no estuvo conmigo. A pesar de que hay una ley en Argentina que dice que toda mujer en trabajo de parto, parto y cesárea puede estar acompañada por alguien de su confianza, no dejaron que mi marido entrara al quirófano. Y también fue horrible que mi hija fuera dos horas a la incubadora "por precaución", como si una caja trasnparente fuera mejor que los brazos de mamá. Si realmente la hubiera necesitado ¿no creen que hubieran sido más de dos horas? Y para hacerla completa le dieron una mamadera porque lloraba: sí, lloraba porque sabía que no era ése el sitio en donde tenía que estar.

Y ustedes qué piensan ¿qué fue lo peor de sus cesáreas? No es para que me cuenten, es sólo para que reflexionen. Y si aún están en la etapa de "a mi no me dolió nada" y "el bebé sufre menos" tal vez les haga un "click" pensar qué fue lo peor en el momento de entrar al quirófano.

Miren este bebé nacido en casa, en un parto fisiológico, natural y respetado ¿parece haber sufrido mucho?¿está muy hinchado? Hay que empezar a desterrar mitos.

(oh, borré la foto por equivocación, ya la repondré...era un bebé rosadito)
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Parto Vaginal Después de 3 Cesáreas

Parto Vaginal Después de 3 Cesáreas

08 septiembre 2009
Estuve leyendo "La cesárea" de Michel Odent (Odent, Michel: La Cesárea ¿Problema o solución?, Ed. Liebre de Marzo, España, 2006) y tengo que decir que me puso un poco triste. No lo veo incondicional hacia el parto vaginal después de cesárea, me resultó un poco "pesimista". Si bien da todas las cifras de PVDC y de lo exitosos que son en general, es como que también tiene sus reservas. No sé bien cómo explicar la sensación que me produjo la lectura. Por un lado apoya a las mujeres que buscamos un parto vaginal después de cesárea -incluso cuenta sus propias experiencias en la asistencia de los mismos-, pero por momentos dicen cosas que tiran miedo. Tal vez solamente yo lo interpreté así, no sé. Lo cierto es que me produjo un malestar bastante grande, más allá de que afirma que la indicación de cesárea por tener una cesárea previa es totalmente injustificada. Seguramente sean solo mis propios miedos e inseguridades los que me llevaron a hacer esta lectura, lo releeré con más calma.
Igualmente, mientras leía sobre el "cuco" acerca de la rotura de útero y la muerte inexplicable del bebé a partir de la semana 39 ("hechos reales que existen y están comprobados y que aumentan en el caso de PVDC", en palabras de Odent), me acordé de este video bellísimo que vi gracias a un link que dejó una chica en el foro de Crianza Natural el año pasado. Se trata de un Parto Vaginal Después de 3 Cesáreas, es un parto domiciliario. Mírenlo, alcanza para sacarse dudas y miedos. Y saber que se puede.



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El embarazo

01 noviembre 2008
La verdad es que tuve un embarazo espectacular. Nunca un vómito, nunca una náusea. Tenía la presión baja pero me sentía bien! Si hoy llego a tener 8/11 me desmayo, pero durante el embarazo estuve genial así. Caminaba, iba a trabajar...no falté ni una vez en todo el embarazo.
Me atendía el Dr. Casanova en el Sanatorio Británico. Cada vez que iba me hacía una eco en un aparato bastante viejo...pero a mi me alcanzaba para quedarme tranquila de que todo iba bien.
A las 6 semanas me hice la primera ecografía, el corazón latía con fuerza y el embrión medía 7 mm todo estaba perfecto. Me dieron fecha probable de parto para el 23 de marzo de 2008, corrí a fijarme en el almanaque: era domingo de pascuas. Me dió un poco de miedo pensar que pudiera presentarse el parto en semana santa...
En la semana 15 me hice la segunda eco y salí bastante decepcionada porque pensé que iba a saber el sexo del bebé...y no se vió!
Cuando empezó el calor sufrí un poco más, pero dentro de lo soportable. Lo úncio malo fue que entré en una especie de melancolía y andaba llorando por los rincones sin poder contenerme. Estaba extremadamente sensible, todo me hacía llorar...emocionalmente no la pasé de diez. Me costó mucho aceptar la transformación total de mi cuerpo (aún hoy me cuesta).
El 21 de diciembre hicimos la eco 4D y nos enteramos de que venía una nena! Desde el comienzo del embarazo los dos queríamos una nena, así que esa noticia compensó el hecho de que no le pudimos ver la carita porque tenía las piernitas contra la cara y de que había "poco líquido amniótico". Llamé al obstetra para preguntarle por lo del poco líquido y nos vimos a los pocos días. Me dijo que, si bien estaba un poco bajo, la cantidad seguía dentro de los parámetros normales. Me autorizó a irme de vacaciones al sur y me dió una orden para realizarme una ecografía la semana después de llegar del viaje.
Esa navidad la pasamos en casa, con los padres de David y Olga, la abuela. Hizo taaanto calor...el 31 llegamos a los 40 grados, casi morimos todos...El 2 de enero salimos para el sur, a disfrutar de un viaje hermosísimo. Recorrimos Neuquén, Río Negro y Chubut. Llegamos agotados y felices por todos los lugares conocidos...también comimos muchísimo!! Más que vacaciones fue un tour gourmet...jajaja.
El 14 de enero hacemos la eco de control por el líquido. El resultado nos asustó, y la ecógrafa se encargó de acentuarlo aún más...nos dijo que había poquísimo líquido y que ese bebé iba a nacer sí o sí en unas semanas, yo en ese momento estaba de 30 semanas. Me voy de mi obstetra que me ordena reposo absoluto e inyecciones de corticoides para madurarle los pulmones al bebé. La verdad es que la pasamos bastante mal. Estar en reposo es sumamente desgastante, frustrante, deprimente. Yo lo único que hacía era buscar en internet las malformaciones asociadas con la falta de líquido amniótico...y el resto del tiempo me la pasaba llorando, asustadísima por lo que leía. Por suerte muchos me hicieron compañía y de a poco lo fui sobrellevando.
Lamentablemente el final de mi embarazo fue en reposo...estuve en una cama prácticamente dos meses. Miro para atrás y no puedo creer que esa haya sido yo! Todos los viernes hacíamos una ecografía con dopler de cordón umbilical con el Dr. Fernando Plá, para constatar que todo estuviera bien. Después nos íbamos a tomar el té al barcito que queda enfrente del Distrito Centro: té con torta, alfajores y lo que hubiera...jajaja. Era mi única salida.
Hasta que el jueves 28 de febrero (día en el cual festejábamos el cumpleaños de David) fui a ver al obstetra. Miró la última ecografía y me dijo: "Yo no me quiero arriesgar más, un bebé de 37 semanas ya está de término ¿qué te parece si hacemos la cesárea el lunes?" Y así fue programada mi cesárea. La verdad agradezco mucho al Dr. el hecho de que se haya "jugado" a aguantar para que mi Guille naciera a término, gracias a eso estuvo solo dos horitas en Neo.
Quiero aclarar que la cesárea fue programada porque Guillermina estaba en "podálica" es decir, de nalgas. Por lo tanto no quise arriesgarme a que algo saliera mal. Desde que quedé embarazada deseaba un parto natural...hasta me hubiera animado a tenerla en casa, y me desilusioné mucho cuando no pudo ser. Pero al menos tuve tiempo para hacerme a la idea de que iba a ser una cesárea...
El lunes 3 de marzo nos encaminamos al Sanatorio Británico: fuimos en el colectivo 120!!! Qué locos, íbamos con todos los bolsos a internarnos, a las 10 am hice el ingreso y me dediqué a esperar: obstetra, quirófano, camillero, anestesista...pero eso ya forma parte de otra historia. La historia del día más importante de nuestras vidas.





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Luisina Serenelli

Docente // Fotógrafa // Blogger //Feminista // Doula// Escritora // Lectora incansable // Mamá de Guille y Emi // Enamorada de David // En permanente deconstrucción y construcción

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Hola! Soy Luisina Serenelli. Sanlorencina viviendo hace 19 años en Rosario, Argentina.
Fotógrafa de familia, doula y profesora ❤

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