Hace unos años escribí un artículo sobre este espacio que se llama "10 razones para amar la Granja de la infancia", pueden leerlo pinchando en ese título. En esa entrada contaba por qué nos gustaba tanto y la frecuentábamos tan seguido. Hacía un tiempito de no íbamos porque durante estos tres últimos años que pasaron me dediqué a trabajar 24x7 y las cosas que tanto disfrutábamos las empezamos a hacer muy esporádicamente. Este año el Tríptico cumplió 15 años funcionando y como parte de las celebraciones hubo una remodelación de algunos espacios.  En el caso de la Granja, las cosas que amábamos siguen funcionando tal cual y se abrieron 4 nuevos espacios para disfrutar. Son BELLOS, están hermosamente diseñados y diagramados bajo el concepto de que la humanidad siempre ha pensado "con las manos". Fuimos ya en dos oportunidades y Guillermina se enganchó en todas las propuestas, Emilio no en todas y no siempre. Esto me hace pensar que quizá es para niños y niñas mayorcitos y para adultxs que acompañen.

Mi avalancha de fotos de los lunes, dedicada a estos 4 espacios para seguir amando la Granja de la infancia

1. Amasar
Con la estética de una panadería antigua este espacio se presenta con la finalidad de hacer pan entre todxs. Salen dos horneadas diarias, que se comparten con los y las visitantes. Todo es bello: las mesas enormes que invitan a amasar entre todxs, el mueble gigantesco que da espacio para todos los utensilios de cocina, los vinílicos calcáreos de la mesada posterior. Y ni hablar de la calidez de los cocineros que amasan y enseñan el proceso a lxs chicxs. Mucho amor en todo.





2. Moldear
Es el espacio destinado a la cerámica. Enseñan desde el proceso básico de confección de piezas en cerámica, hasta su esmaltado y horneado. Es el más básico en cuanto a decoración porque intenta mostrar la simpleza del trabajo manual con el barro. Hicimos (sí, yo también!) unos mosaiquitos en los cuales podíamos escribir o dibujar lo que quisiéramos.





3. Tejer
Como centro de este espacio se ve una bañera central que sirve para remojar el mimbre, material desde el cual se piensa la actividad. Allí se entrelazan texturas, colores y materiales a través del tejido artesanal. Guille se tejió todo, reo que dos lámparas completas. Se respira paz y silencio mientras cada unx se concentra en su tejido. Lxs chicxs a cargo están entrenados en guiar sin ser invasivxs.



 4. Explorar
Sin dudas mi espacio preferido. Casi diría que es mi nuevo lugar favorito en el mundo. No tanto para fotografiar, ya que está pensado desde la oscuridad de un laboratorio antiguo. Plagado de muebles de estilo boticario, con millones de cajoncitos y divisiones. Lleno de pequeñas botellitas de colores. Una delicia visual. Al entrar sentís el aroma intenso de las hojas y flores que disecan para realizar jabones, esencias y aceites. Tanto entusiasmó el espacio a nuestras familias que los varones adultos quisieron comprar un alambique para destilar aceites en casa. Desistieron al ver el tamaño del aparato en cuestión. 
Se pueden tocar y oler varios tipos diferentes de hierbas y flores, se pueden usar sellitos para diseñar un bosque y se realiza cianotipia con la guía amorosa de lxs encargadxs del espacio. 











La gestión cultural pública de Rosario lo hizo nuevamente: diseñó un lugar que emociona, único en nuestro país y al alcance de todos. Siempre me queda resonando la frase de la Chiqui González (gestora de estos espacios): "cuidemos lo público porque para algunos es lo único". ¿Cómo lo cuidamos? Haciendo que valga la pena sostenerlos: transitándolos como familia, habitándolos y haciéndolos propios. El costo actual de las entradas al tríptico es simbólico y si no podés pagarlo simplemente lo decís en boletería y podés acceder a los espacios sin pagar.
así sumamos 4 razones más para AMAR la Granja de la infancia ❤.