Después de la dorada época de los dientes de leche, salieron los permanentes. Desastre total. Tenía 9/10 años y los dientes totalmente desacomodados, por decirlo de una manera "suave". Mi mamá me empezó a llevar al odontólogo. El tipo se llamaba Pividori (los que son de San Lorenzo seguro lo conocen), se hacía decir "ondontólogo infantil" y tal vez lo era de título, pero puedo asegurarles que no se comportaba como tal. Me gritaba, le gritaba a mi mamá, nos amenazaba. Imaginen que yo tenía 9 o 10 años, es decir: me acuerdo de todo. El hombre era una bestia, las opciones en San Lorenzo eran pocas (o tal vez era la ¿única?) y hacer un tratamiento de ortodoncia era 10 veces más costoso que ahora.
Nadie me explicaba qué me iban a hacer, nadie me hablaba (no la dejaba entrar a mi mamá al consultorio, ¡esto no lo puedo creer!) y yo, por supuesto aterrorizada, lloraba como loca. Entre llantos, berrinches en el piso del consultorio y un largo etcétera, logró hacerme el molde para el paladar de arriba. Usé ese paladar mucho tiempo, el de abajo no me lo hicieron nunca. Se ve que no era un caso taaaan complicado, porque mis dientes de arriba quedaron bastante bien y eso que al paladar lo usaba solo cuando me miraba mi mamá, el resto del tiempo habitaba mis bolsillos :S
Los pobres dientes de abajo, entonces, quedaron como salieron: ¡chuecos! Por suerte tengo la boca pequeña y casi no se ven. La cuestión es que mi mamá siempre me decía que no me había llevado más al dentista porque yo lloraba mucho, porque era "mala". De grande, pensando en las fechas en las cuales ocurrió todo esto, me di cuenta de que justo coincidía con la hiperinflación del '89. Mi viejo se fundió, cerró el negocio que tenía (era carnicero) y la pasamos bastante mal económicamente. Supongo que mi ortodoncia cayó en la lista de cosas de las cuales podíamos prescindir. Pero ¿no hubiera sido más fácil y menos traumático decirme la verdad en vez de echarme la culpa a mí por mi supuesto "mal comportamiento"? Me apena mucho pensar en esto. En mi mamá que no tenía recursos para decir la verdad, para explicarme y explicarse lo que pasaba.
Ayer, por fin, me tomaron las impresiones para la ortodoncia. Fue muchísimo menos traumático de lo que yo recordaba. Pero hubo tantas diferencias. Primero, porque mi odontólogo me explicó qué iba a hacer y después no me dejó sola ahí tirada en el sillón mientras se secaba la pasta de la impresión. En un momento sentí que me ahogaba el miedo y el recuerdo de mis 10 años, pero la tranquilidad con la que mi dentista actuó me tranquilizó. Creo que muchos profesionales de la salud le tienen miedo al dolor/incomodidad del paciente, eso los pone nerviosos y todo se les va de las manos.
Fue un paso muy importante para mí. En un par de semanas voy a tener ortodoncia y empezaré por fin a resolver esta parte de mi vida que quedó detenida en la infancia. Mis dientes chuecos eran el recordatorio permanente de lo mala que fui de chica ("Te lo merecés porque sos MALA", me decían). Y no, la verdad es que no era mala, y merezco decirlo y quiero creelo. Es un buen paso para empezar a olvidar -después de haberlo recordado tanto- y a perdonar. Lo que tengo que resolver, va mucho más allá de lo estético ;-)