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Historias de la familia disfuncional
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Las primeras cosas de las que "fui testigo" (o "La historia y mi familia II")

Las primeras cosas de las que "fui testigo" (o "La historia y mi familia II")

31 octubre 2010
Arranqué y fue como un grifo que se abre, no puedo parar. Y lo mejor,  siento que es urgente decir todo lo que tengo ganas de decir. Hacía muchos años que no tenía esta sensación de urgencia. Sepan disculpar, lean cuando puedan/quieran. Perdonen la catarata de posts.

Para leer el texto anterior de la serie, click acá.

El primer recuerdo vinculado a la política/historia argentina que tengo es el berrinche que armó mi papá porque mi abuelo me llevó a un acto peronista. En realidad no fue "tan" así (jeje). A mediados de los '80 inauguraron el Hospital Municipal de San Lorenzo y mi abuelo me preguntó si quería ir con él. Habré tenido 6 o 7 años. Me recuerdo subida a sus hombros y patente las banderas del PJ y toda la parafernalia que rodea a un típico acto político.
Cuando volvimos mi papá estaba indignadísimo. A mediados de los '80 la gente aún tenía miedo de las manifestaciones políticas y mi papá, que era el típico que se la pasaba diciendo "algo habrán hecho", se puso como loco. Me acuerdo patente de que le dijo algo así como que había arriesgado la vida de su nieta (??). Les juro que no era para tanto, no era la Plaza de Mayo, ¡era San Lorenzo!
Después me acuerdo de los saqueos del '89. Yo había ido a mis clases del taller de arte. Iba sola, en bici. Y me acuerdo de mi abuelo espiando por la ventana y diciéndole a la profe que le abriera la puerta, que era urgente y que me tenía que ir con él (mi abuelo era el encargado de traernos y llevarnos a todos lados). Me llevó caminando a los pedos y en el apuro nos olvidamos mi bici. Mi mamá estaba esperándonos en la puerta super angustiada. Los supermercados tenían las fachadas cubiertas con papel de diario. En la tele estuvimos como dos días mirando lo mismo. Yo era chica aún y tengo los recuerdos esos todos mezclados. Es como una gran ensalada de carapintadas, la tablada, los saqueos, Alfonsín diciendo "la casa está en orden". Claro que a través de las lecturas he podido ordenar cada cosa en su lugar. Pero los recuerdos verdaderos están como mezclados de forma compacta en eso que fue el primer período democrático.
Mi papá se fundió con la hiperfinflación del '89. Teníamos un almacén. Tuvo que cerrar todo y volver a trabajar como albañil.
Como ya dije más arriba, iba a un taller de arte. Mi mamá hacía un esfuerzo enorme para pagarlo. La profe era una genia y el espacio se había llenado de la gente bien de San Lorenzo. Y la gente bien en la campaña del '89 iba a votarle a Angeloz. Ahora me acuerdo -escribiendo esto- y sonrío. Éramos nenas de entre 8 y 12 años y me acuerdo de las discusiones de "a quién van a votar tus papás". Yo era muy tímida y callada, acaso por saberme económicamente inferior a esas nenas. Rubia y de ojos celestes, entonaba bastante bien en las clases medio-altas, pero mi ropa humilde usada por dos hermanas y una prima, me delataba. Yo callaba. Y escuchaba hablar de lo "lindo" que era Angeloz (por dios el concepto de lindo que tenían esas nena jaja! lindo es ricky martin, no angeloz!) en contraste con lo "desprolijo" del patilludo. Mis viejos votaron a Me*nem, obvio. No porque les gustara, no porque fueran peronistas sino para sacar "al otro" -como ya les dije, dignos representantes de la mediocridad argentina-, para volar a Alfonsín.
Mis abuelos en cambio, votaron a M*enem con convicción política. Mi abuela discapacitada se hizo llevar exclusivamente a votar a su caudillo, el representante de Perón sobre la tierra. Qué estafa. Murió 14 años después, pero fue la última vez que creyó y la última vez que votó.
Los '90 empezaron y yo vivía mi adolescencia. Recuerdo los programas políticos, algunos periodistas pidiendo perdón por haber apoyado a los militares (ejem, en Francia a eso le llamaron colaboracionismo y fueron juzgados), aparecía Lanata en la tele, y Tato Bores brillaba, las privatizaciones, mi abuelo que en el mundial del '90 salía a festejar los primeros partidos con la bandera de la JP que había comprado para la campaña presidencial -después ya compraría la fatídica bandera, jaja-, la muerte del ministro de economía y la llegada de Cavallo (después del paso de otros ministros) con la convertibilidad. Me acuerdo de unos tíos lejanos que cuando ganó M*nem se tomaron un lexotanil porque según ellos era el fin, el comunismo (?) y que casi inmediatamente después de que asumiera ya tenían más plata que antes :S Las privatizaciones de todas las empresas nacionales, la llegada del teléfono a mi casa (en los '80 conseguir un teléfono en Argentina era como comprar un auto), el Pacto de Olivos, la renuncia de Usandizaga a la intendencia de Rosario y la llegada del socialismo a la administración de la ciudad, la muerte de mi abuelo que no llegó a ver cómo ese hombre al que había votado con fe, se transformaba en uno de los hacedores directos de lo que terminó en la crisis del 2001.
Pero entre tener teléfono y tener trabajo ¿qué elegirías? Casi al mismo tiempo que las empresas nacionales eran privatizadas, las industrias del afamado cordón industrial cerraban, Cerámica cerró (mi mamá decía "dejó el culerío"), YPF despedía gente todos los días, Verbano, Sulfacid, cerraban o reducían drásticamente el personal. Con las indemnizaciones la gente se compraba un taxi o se ponía un quiosquito.
Qué miseria fue eso. Se me estruja el corazón al recordar a mi papá, 10 meses sin laburo, sosteniendo una familia de 5 con la plata que había ahorrado para comprarse un auto. Y él pensaba que era "mala suerte" personal, pobre. Tenía un envase de esos de gasa, cilíndricos, escondido en un valijero de la casa. De vez en cuando lo veía ir a buscar la escalera y subir a buscar el frasquito en donde guardaba esa plata ahorrada en tantos años. No hubo auto, obvio. Solo frustración y desencanto. Creo que ahí se dejó caer. Lo que más me entristece es pensar que él estaba convencido de que era su culpa.
¿Dónde mierda estábamos?¿Por qué no salimos a quejarnos? Mientras mi viejo de clase media, habitante de una casa, con tres hijas escolarizadas se cagaba de hambre por no tener trabajo, millones nacían en villas de emergencia (¿o cuándo piensan que nació la tan mentada inseguridad de hoy?), la deuda externa crecía, el índice de desempleo subía y miles morían de hambre (literalmente). ¿Cómo nos dejamos hacer eso?¿Cómo carajo pasó? Me resulta incomprensible. Creo que ha sido un largo aprendizaje el de salir a quejarnos, movilizarnos todos juntos. Pienso en esa sociedad tan adormecida que éramos en los '90 y me parece incomprensible.
Volviendo a mi familia, ¿cómo hacés si te quedás 10 meses sin trabajo? No puedo ni pensarlo.
Después, de a poco, empezó a haber algo de laburo. Sobrevivimos, pero que las pasamos todas, las pasamos todas, eso sí.

ahhggg...cuánto recuerdos removidos

continuará, claro...
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La historia y mi familia I

La historia y mi familia I

30 octubre 2010
En estos días surgieron en mí muchos recuerdos familiares y propios. Cosas que me contaron y otras que viví. Y tengo ganas de contarlas. De escribirlas, acaso para que no se desvanezcan con el paso del tiempo. Acaso para saber en dónde estaba en el 2010. Las ideas y pensamientos mutan y no me da vergüenza defender lo que pienso. Empecemos por el principio, claro, porque por algo pienso así ;-)

Mis abuelos eran peronistas. Habían emigrado del campo a la ciudad en la década del '40, huyendo de las terribles condiciones que le imponían los dueños de la tierra -los eternos dueños de la tierra- a las familias que alquilaban parcelas. Mis abuelos siempre fueron muy críticos del "campo", porque sufrieron en carne propia las condiciones durísimas a las que te enfrentabas si no eras el dueño de las tierras. Desde confiscación de cosechas enteras hasta la compra de productos en un único lugar. Es decir, les pagaban con papelitos de colores, no con dinero, y sólo podían utilizarlo en el almacén de ramos generales que a su vez era propiedad del dueño del campo (es decir, el tipo ganaba por todos lados). Les obligaban a votar por un determinado partido político, con amenazas graves, no se andaban con chiquitas. Mi abuelo siempre contaba que entrabas a votar y por la ventana del "cuarto oscuro" se asomaba la puntita del rifle. No le veías la cara, veías la puntita del rifle (!!!). Y esto que cuento es incluso posterior a la ley de voto universal, secreto y obligatorio sancionada por el gobierno de Roque Sáenz Peña en 1912. Piensen que mi abuelo empezó a votar alrededor de la década del '20.
Como Rosario era muy grande decidieron instalarse en un pueblo cercano, donde empezaba a funcionar una industria ceramista (la famosa Cerámica San Lorenzo). Y todo cayó por su propio peso: el peronismo captó el voto de los obreros que nunca supo captar el movimiento socialista argentino (esto no lo digo yo, lo dicen Portantiero, Natalio Botana, Tulio Halperín Donghi y muchos otros historiadores más, sólo que en mi familia es bastante evidente cómo funcionaron las cosas).
Bueno, la cosa es que fueron peronistas. MUY peronistas. En casa -no sé cómo sobrevivieron de la masacre de los '70- había libros sobre el Plan Quinquenal y obvio el libro de Evita, "La razón de mi vida". Claro que mis abuelos eran críticos a algunas cuestiones doctrinarias del peronismo -no eran idiotas-, no les gustaba ni un poco el libro de lectura de mi mamá  -en donde le enseñaban a escribir con frases como "Evita me ama"- o que hubiera que llevar la cinta de luto al trabajo cuando murió Eva.
Mis viejos fueron buenos representantes de la clase media mediocre, jamás se metieron en política, no les interesaba. A mi viejo le gustaba hablar de historia, pero no le gustaba la política partidaria. Apoyaron la dictadura y yo crecí en una casa en donde mi papá repetía hasta el cansancio que "con los militares estábamos mejor". Cuando me puse grande y no pudo controlar lo que leía empezaron las discusiones que nos dejaban un mes sin hablarnos. Nunca entendí por qué jamás cambió de opinión. Me avergüenza.
Incluso creo que la principal enemistad entre mi abuela materna y mi papá -su suegra, ejem- era justamente de índole política. Piensen que a mi abuelo había que controlarlo para que no gritara Viva Perón en la calle a mediados de los '60. Para los que no son argentinos, les cuento que estaba prohibido cualquier referencia a Perón, y específicamente estaba prohibido decir su nombre. Mi abuelo participó ampliamente de la formación del movimiento sindical argentino. Mi abuela siempre contaba de las semanas de huelga, del hambre que pasaron para pedir aquellas cosas a las cuales tenían derecho :'(. TODO valió la pena. Los trabajadores de hoy, tenemos mucho que agradecerle a esa generación.
Mi abuela pasó los '70 con miedo, en cambio mi viejo identificaba el proceso militar con su felicidad :(
Mi mamá era más flexible, se limitaba a decir cosas como "yo no sé nada de política" y se quejaba de que Evita nunca les hubiera dado a ellos una máquina de coser, como si el descanso dominical y las vacaciones pagas de las que disfrutaba mi abuelo ceramista no hubieran sido algo bueno (eso y muchas otras cosas más no existían en mi país antes de Perón).
En el '83 toda mi familia votó por Alfonsín. Incluso mis abuelos, que cambiaron su voto a último momento, cuando lo vieron a Herminio Iglesias quemando el fatídico cajón. No había más lugar para la violencia.
Yo tenía 4 años y empezaba el período democrático en Argentina. Mi familia estaba contenta, esperanzada. Pero se empezaba a escuchar de gente desaparecida, de una guerra desatada por un presidente alcohólico, de chicos que no encontraban pero habían nacido de sus madres desaparecidas. Se empezaba a escuchar, y daba miedo.
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No, la verdad es que no era mala

No, la verdad es que no era mala

20 agosto 2010
Después de la dorada época de los dientes de leche, salieron los permanentes. Desastre total. Tenía 9/10 años y los dientes totalmente desacomodados, por decirlo de una manera "suave". Mi mamá me empezó a llevar al odontólogo. El tipo se llamaba Pividori (los que son de San Lorenzo seguro lo conocen), se hacía decir "ondontólogo infantil" y tal vez lo era de título, pero puedo asegurarles que no se comportaba como tal. Me gritaba, le gritaba a mi mamá, nos amenazaba. Imaginen que yo tenía 9 o 10 años, es decir: me acuerdo de todo. El hombre era una bestia, las opciones en San Lorenzo eran pocas (o tal vez era la ¿única?) y hacer un tratamiento de ortodoncia era 10 veces más costoso que ahora.
Nadie me explicaba qué me iban a hacer, nadie me hablaba (no la dejaba entrar a mi mamá al consultorio, ¡esto no lo puedo creer!) y yo, por supuesto aterrorizada, lloraba como loca. Entre llantos, berrinches en el piso del consultorio y un largo etcétera, logró hacerme el molde para el paladar de arriba. Usé ese paladar mucho tiempo, el de abajo no me lo hicieron nunca. Se ve que no era un caso taaaan complicado, porque mis dientes de arriba quedaron bastante bien y eso que al paladar lo usaba solo cuando me miraba mi mamá, el resto del tiempo habitaba mis bolsillos :S
Los pobres dientes de abajo, entonces, quedaron como salieron: ¡chuecos! Por suerte tengo la boca pequeña y casi no se ven. La cuestión es que mi mamá siempre me decía que no me había llevado más al dentista porque yo lloraba mucho, porque era "mala". De grande, pensando en las fechas en las cuales ocurrió todo esto, me di cuenta de que justo coincidía con la hiperinflación del '89. Mi viejo se fundió, cerró el negocio que tenía (era carnicero) y la pasamos bastante mal económicamente. Supongo que mi ortodoncia cayó en la lista de cosas de las cuales podíamos prescindir. Pero ¿no hubiera sido más fácil y menos traumático decirme la verdad en vez de echarme la culpa a mí por mi supuesto "mal comportamiento"? Me apena mucho pensar en esto. En mi mamá que no tenía recursos para decir la verdad, para explicarme y explicarse lo que pasaba.
Ayer, por fin, me tomaron las impresiones para la ortodoncia. Fue muchísimo menos traumático de lo que yo recordaba. Pero hubo tantas diferencias. Primero, porque mi odontólogo me explicó qué iba a hacer y después no me dejó sola ahí tirada en el sillón mientras se secaba la pasta de la impresión. En un momento sentí que me ahogaba el miedo y el recuerdo de mis 10 años, pero la tranquilidad con la que mi dentista actuó me tranquilizó. Creo que muchos profesionales de la salud le tienen miedo al dolor/incomodidad del paciente, eso los pone nerviosos y todo se les va de las manos.
Fue un paso muy importante para mí. En un par de semanas voy a tener ortodoncia y empezaré por fin a resolver esta parte de mi vida que quedó detenida en la infancia. Mis dientes chuecos eran el recordatorio permanente de lo mala que fui de chica ("Te lo merecés porque sos MALA", me decían). Y no, la verdad es que no era mala, y merezco decirlo y quiero creelo. Es un buen paso para empezar a olvidar -después de haberlo recordado tanto- y a perdonar. Lo que tengo que resolver, va mucho más allá de lo estético ;-)
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Luisina Serenelli

Docente // Fotógrafa // Blogger //Feminista // Doula// Escritora // Lectora incansable // Mamá de Guille y Emi // Enamorada de David // En permanente deconstrucción y construcción

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Hola! Soy Luisina Serenelli. Sanlorencina viviendo hace 19 años en Rosario, Argentina.
Fotógrafa de familia, doula y profesora ❤

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