El 3 de marzo de 2008 llegaba al mundo mi hija. La noche anterior a su nacimiento había dejado todo en orden y la verdad es que ni siquiera sentía ansiedad: tenía ganas de verla, de empezar a disfrutar nuestras vidas junto a ella. Comí un poco de pollo al horno a eso de las 8 de la noche y, a partir de las 5am no pude tomar más líquido...para las dos de la tarde alucinaba con oasis, jejeje.
A las 14 horas entré al quirófano, en dónde el anestesista Juan Marini me colocó la vía para el suero (qué dolor!!!) y la peridural: juro que no me dolió nada. Todo fue muy rápido: ahora corto, ahora vas a sentir un tirón (que nunca sentí), ahí está doctor (dijo la otra obstetra) y guaaaaaaaaaa...los gritos de mi hija se escucharon con fuerza a las 15:05.
Después la envolvieron en un toallón azul y me mostraron la carita llena de unto sebáceo y, como nunca la lavaron, tuvo esa capa blanca hasta una semana despues...cuando se le cayó el cordón y la bañamos nosotros.
Obvio que lloré: todos los nervios acumulados se soltaron en ese momento. Después la ansiedad por salir hizo que ya ni recuerdo los detalles posteriores...sé que me cosieron y me pasaron de la mesa de cirugía a la camilla, sé que vi a mi hermana mayor ni bien dejamos el asensor (con mi sobrino a upa), sé que vino mi tía y me dió un beso en la frente (tenía los ojos húmedos mi tiíta). Al segundo llegó David que volvía de Neo: Guille había quedado allí por distres respiratorio y prometían dármela en dos horas. Qué euforia, qué ansiedad...no podía parar de hablar: no me importaban ni las amenazas de la enfermera, ni los shhh de Mirta. Yo sólo quería comunicar que estaba bien, que mi hija había nacido y que todo había salido de diez. Si me decían: "Vamos a brindar" yo me tomaba 1 botella de champagne...jajaja. Estaba realmente eufórica.
Y cuando por fin nos conocimos...bueno, tengo que contarles que no fue muy íntimo porque había muchísimas personas en la sala. Incluso, la última en conocer a mi hija fui yo, porque David la traía de Neo y se la iba mostrando a todos en el pasillo. Pero fue como que se borró el mundo: por fin estaba aquí. Pasó la tarde, la noche y otro día entero más en el Sanatorio. Yo no dormía porque necesitaba verla todo el tiempo, ella sí dormía....mucho! Tanto que había que despertarla para tomar la teta y costaba muchísimo!!
Recién el miércoles al mediodía me dieron el alta. Salimos del Sanatorio y yo llorando, llegamos a casa y yo llorando...jajaja. Qué lindos momentos, no podía creerlo. Así comenzó nuestra vida junto a Guillermina...una vida nueva, en donde todo es más lindo!!
A las 14 horas entré al quirófano, en dónde el anestesista Juan Marini me colocó la vía para el suero (qué dolor!!!) y la peridural: juro que no me dolió nada. Todo fue muy rápido: ahora corto, ahora vas a sentir un tirón (que nunca sentí), ahí está doctor (dijo la otra obstetra) y guaaaaaaaaaa...los gritos de mi hija se escucharon con fuerza a las 15:05.
Después la envolvieron en un toallón azul y me mostraron la carita llena de unto sebáceo y, como nunca la lavaron, tuvo esa capa blanca hasta una semana despues...cuando se le cayó el cordón y la bañamos nosotros.
Obvio que lloré: todos los nervios acumulados se soltaron en ese momento. Después la ansiedad por salir hizo que ya ni recuerdo los detalles posteriores...sé que me cosieron y me pasaron de la mesa de cirugía a la camilla, sé que vi a mi hermana mayor ni bien dejamos el asensor (con mi sobrino a upa), sé que vino mi tía y me dió un beso en la frente (tenía los ojos húmedos mi tiíta). Al segundo llegó David que volvía de Neo: Guille había quedado allí por distres respiratorio y prometían dármela en dos horas. Qué euforia, qué ansiedad...no podía parar de hablar: no me importaban ni las amenazas de la enfermera, ni los shhh de Mirta. Yo sólo quería comunicar que estaba bien, que mi hija había nacido y que todo había salido de diez. Si me decían: "Vamos a brindar" yo me tomaba 1 botella de champagne...jajaja. Estaba realmente eufórica.
Y cuando por fin nos conocimos...bueno, tengo que contarles que no fue muy íntimo porque había muchísimas personas en la sala. Incluso, la última en conocer a mi hija fui yo, porque David la traía de Neo y se la iba mostrando a todos en el pasillo. Pero fue como que se borró el mundo: por fin estaba aquí. Pasó la tarde, la noche y otro día entero más en el Sanatorio. Yo no dormía porque necesitaba verla todo el tiempo, ella sí dormía....mucho! Tanto que había que despertarla para tomar la teta y costaba muchísimo!!
Recién el miércoles al mediodía me dieron el alta. Salimos del Sanatorio y yo llorando, llegamos a casa y yo llorando...jajaja. Qué lindos momentos, no podía creerlo. Así comenzó nuestra vida junto a Guillermina...una vida nueva, en donde todo es más lindo!!
"yo llorando" jajaja.
ResponderEliminarDecime, porque nunca había leído esta entrada?
A mi no me salía ni una lágrima, pensaba "tendría que estar llorando" pero ni se me humedecían los ojos.
Muy lindo relato :)