No logro terminar de maquetar un fotolibro propio desde 2015. Así que como estas fotos no verán la luz (aún) de otra manera, al menos disfruto publicándolas aquí. En las vacaciones de invierno viajamos a Chile: Santiago y Valparaíso. Amamos Santiago. La cantidad de cosas que hay para hacer es increíble, nunca lo imaginamos y por eso destinamos pocos días, o al menos muchos menos de los que hacen falta para conocerla tranquilos. De todas formas, nos llevamos un buen pantallazo de lo que es la ciudad, para poder volver ya con más tiempo y recorrerla a conciencia. Eso sí, prepárense para la avalancha de fotos si pretenden llegar hasta el final de esta entrada ;-)
En abril conseguí pasajes baratos por Latam y decidimos que era una magnífica experiencia poder cruzar la cordillera por arriba (ya la crucé una vez por tierra, pero no es julio la mejor época para hacer ese cruce). No voy a mentir: el avión se mueve mucho y eso es algo escalofriante, pero no por eso deja de ser una vista alucinante. Acá va, entonces, parte de nuestra experiencia en Santiago de Chile.

Santiago al pie de la Cordillera


Algunas esperando en el aeropuerto de Rosario, las típicas tomas en el avión y el cruce de los Andes. Terrorífico y magnífico a la vez. 
Nuestro airbnb en Santiago estaba ubicado a 50 metros de la Catedral de Santiago, es decir, en el centro mismo de la capital. Una vez que nos recibió Pepe, nuestro anfitrión en la ciudad, nos fuimos a recorrer el centro más cercano.


Esas son algunas de las numerosas fotos que tomamos en la peatonales del centro, junto a La Moneda, la casa de gobierno de Chile, reconstruida después del salvaje bombardeo en los '70. 

LA NIEVE

Nuestro anfitrión de airbnb tuvo el gesto más generoso del viaje. Al día siguiente se iba a esquiar a un centro cercano y se ofreció a llevarnos hasta Farellones, el parque de nieve familiar cercano a Santiago. Muy temprano salimos a encontrarnos con pepe en Providencia, desde donde partimos a la montaña. Conocer la nieve era uno de los sueños de Guillermina para este viaje, digamos que se lo cumplimos en exceso. La verdad no soy fan de la nieve en general, pero al ver lo que disfrutaron en ese parque, es posible que cometa el error de volver a llevarlos. O no, ja!


Como verán, mi familia es muy afecta a revolear cosas por los aires ;-) En Farellones nos tiramos en trineo (hubo bajas en el equipo, pero así y todo Guille no perdió el colmillo que tenía atravesado, se lo tuvo que sacar la odontóloga al volver jajaja!), hicimos tubbing mil veces y caminamos por nieve de la blandita. Increíblemente, a pesar de no haber ido preparados para la nieve, no nos mojamos! Es que hizo un día de sol maravilloso, tanto que terminamos en manga corta jugando en la nieve.


Algunas instantáneas de instagram <3. El camino de ida y vuelta a la nieve es de poco más de 1 hora, por lo que si visitan Santiago en invierno, recomiendo ir. Solo un consejo: no se les ocurra hacerlo en fin de semana, ya que el santiaguino es muy fan de ir a esquiar. Hay centros de esquí profesional que quedan un poco más arriba del parque de Farellones. Llegamos destruidos a Santiago, Pepe nos dejó en las afueras y volvimos lentamente caminando por Vitacura. Paseamos por el Parque del Bicentenario, desde donde se puede ver lo que ellos llaman la Sanhattan, es decir, el lugar desde donde se pueden ver los edificios más modernos.


Desde allí nos volvimos con una combinación de caminata y micro. La ciudad está bien conectada, aunque en horas pico el transporte público realmente se desborda y hay que tener los nervios de acero para desplazarse (cosa que, sabemos, no me caracteriza precisamente jejeje).

Barrio Bellavista y Cerro San Cristóbal

Al cerro San Cristóbal -lugar con las mejores vistas de la ciudad- se puede acceder desde el teleférico o a través del funicular. Nosotros fuimos y volvimos en funicular y en la cima también decidimos recorrer el parque en teleférico (detesto este último medio de transporte, le tengo pánico y solo me subo a él por mis hijos, pero no creo que vuelva a hacerlo, ¿es acaso absolutamente necesario estar colgado de un cable? A esa pregunta existencial responde mi cara en las fotos adentro de la minicabinita esa del demonio). Para acceder en funicular hay que entrar al parque por el barrio Bellavista, que recomiendo caminar con tranquilidad. Por allí también está una de las casas de Neruda, a la vueltita no más del acceso al funicular.


El puente de los candados se lama Pío Nono y cruza el río Mapocho. Desde allí se accede al barrio Bellavista, donde hay numerosas universidades y pequeños barcitos de todo tipo.


Museo de Bellas Artes y Cerro Santa Lucía

Cerca del Museo Nacional de Bellas Artes, que es de entrada gratuita y super recomendable, hay varias ferias de antigüedades y de objetos artesanales. Muy lindo para recorrer, además de que el edificio del museo ya es en sí misma una obra de arte. Desde allí se accede fácilmente al Cerro Santa Lucía, que es una especie de fuerte. En ese lugar se estableció Pedro de Valdivia al llegar e iniciar la ocupación de los territorios del Valle del Mapocho. Tiene también unos jardines bellamente mantenidos y unas vistas no tan impactantes pero sí disfrutables. Es un pulmón verde bellísimo en el centro de Santiago. Bajamos por la otra entrada, que es la denominada Terraza de Neptuno. Frente a la terraza de Neptuno está la Biblioteca Nacional y a pocas cuadras el muy típico barrio París-Londres.



Barrio París-Londres

Uno de los barrios más típicos del centro de Chile. Con bellísimas callecitas de adoquines y hermosas casas de estilo francés. Lamentablemente, en algunas de esas casas, funcionaron centros de detención clandestinos durante la dictadura de Pinochet.


Museo de la memoria

Si cada ciudad de América latina contara con un museo de las características que tiene el de Santiago, no correríamos riesgos de que personajes como este se alcen con el poder. Una mole arquitectónica de cuatro pisos se levanta frente al parque Quinta Normal en el barrio Yungay. Su objetivo es recordarnos por qué NUNCA MÁS queremos dictaduras (de militares o tecnócratas) en latinoamérica. El patrimonio enorme conservado en esos cuatro pisos debe ser una de las más grandes recopilaciones y documentaciones de la represión y los crímines de lesa humanidad en el mundo. Es desgarrador y necesario. Es tan grande y lo recorrimos en tan poco tiempo (posiblemente haga falta una jornada entera para recorrerlo en su totalidad) que no saqué fotos con la cámara, pero tengo algunas del celu. Mi pedido si van a Santiago: no se lo pierdan. Ropa pueden comprar en cualquier lado, de verdad ;-) El link: Museo de la memoria y de los derechos humanos.



Y hasta acá llego por hoy con este recorrido. Me quedan muchísimas más fotos y lugares a los cuales destinaré otras entradas: los mercados populares, el Cajón del Maipo, Valparaíso y algunos otros rinconcitos de la capital que quiero compartir con ustedes <3.