Mi abuela era la más chica de cinco hermanos. Vivían en el campo y eran arrendatarios de la estancia Wildermuth. Cuando tenía 5 años su padre falleció por un ataque de presión alta. Era criolla, así se denomina en Argentina a la mezcla de un gringo (mi bisabuela era italiana) y un nativo. Siempre digo que mi abuela fue un "ser de luz" en mi vida. Quiso ser maestra, pero en Gálvez sólo había una escuela que tenía hasta 4º grado. Hizo tres veces cuarto grado, no porque repitiera sino porque era lo único que había. No fue maestra, pero cuando se despidió de mí en terapia -las dos sabíamos que sería nuestro último encuentro en esta vida- me dijo: "me voy orgullosa de tener 3 nietas docentes". Ese es el tamaño de mi legado.

No estudié para ser docente, jamás se me pasó por la cabeza. Hice las materias pedagógicas de la carrera "por las dudas", pero realmente pensaba irme a estudiar afuera. En Letras no te forman para ser "profe", sino para ser "investigadora". Como dice el protagonista de la película dirigida por Sean Penn que vi anoche: "Las carreras son un invento del SXX, no necesito una". Y así es...pero recién ahora lo sé.

Soplaron vientos fuertes y mi vida cambió su rumbo. 4 meses antes de esa despedida me había recibido, 10 días después empezaba a trabajar como profesora de lengua en un secundario para adultos. Una hermosa experiencia que llevaré por siempre en el corazón. Aún recuerdo las graduaciones: toda la familia subía a recibir el diploma, porque era un logro de todos que mamá, papá, la tía o el adolescente rezagado terminara el secundario. Siempre, pero siempre terminaba llorando. Lamentablemente la escuela nocturna es imposible de compatibilizar con mi vida actual.

Llego a casa puteando porque me insultan, me tiran con cosas, gritan cuando les hablo, no me escuchan. Llego a casa llorando cuando veo a algunos de mis alumnos muertos de frío con las zapatillas agujereadas. Me molesta corregir pruebas y ver que de 30, estudiaron 2. Detesto ver a los chicos perdidos, abandonados emocionalmente, llenos de problemas que no debieran cargar ellos. Suele ser muy frustrante la docencia.

Comparto risas y bromas con mis compañeros en la sala de profesores, terapia de grupo. Me gusta el ambiente del comedor escolar, no tanto la comida. Pero disfruto tanto ese almuerzo de los lunes que no me llevo comida aparte. Voy y los observo comer. Es como si fuera nuestra casa.

Y los "buenos cursos" llegan, y los "buenos alumnos" también. Y me satisface escuchar hablar a mis alumnos, cuando hablan de la materia y cuando no, también. Son frescos, no están contaminados y nos dicen las cosas en la cara. Hay que saber escuchar, hay que querer escuchar. Suele tener muchas satisfacciones la docencia.

Soy de los que desconfían de la palabra "vocación". Me gusta más la palabra "profesión". Mi trabajo no es vocacional, yo nunca quise ser docente. Pero lo hago con alegría, porque estoy capacitada para hacerlo. Y es gratificante cuando mucho de lo que uno puso allí, vuelve.

Tengo 60 pruebas que corregir y entregar el lunes. Calculen unas 8 horas de reloj corrigiendo. Eso durante el fin de semana.

En realidad mi día es el 17 de septiembre, el "Día del profesor". Pero prefiero celebrarlo hoy, me enorgullece el título de "maestro". Y, como le contaba hoy a una de mis amigas de Facebook, me da mucha ternura cuando los chicos de 1er año -que recién empiezan el secundario- me dicen "Seño".

Una conversación entre dos de mis alumnas:
"- ¿Qué preferís ser? ¿Docente o prostituta?
- Prostituta. Ser docente es el peor trabajo del mundo"
Así de denigrada está mi profesión en Argentina. Y sin embargo sigo pensando que es el trabajo más compatible con la maternidad que existe. Podés acomodar horarios y tenés muy buenas licencias laborales. Todo gracias a las conquistas del gremio docente.

Sarmiento -el máximo procer argentino de la docencia- no quería que aprendiéramos a leer para ser más libres. Todo lo contrario, quería que aprendiéramos a leer para ser buenos consumidores ¿qué ironía, no? Dicen que iba a la escuela hasta cuando llovía, igual mucho no debe haber llovido en San Juan. ¿Por qué nos mintieron tanto? Más allá de esto, era un gran escritor. Sí, "Facundo" es uno de los mejores ensayos que he leído.

Admiro a Leticia y Olga Cossettini, son mi máximo referente en la docencia. El ejemplo del trabajo con alegría y creatividad. No importa si alguna vez faltaron a la escuela porque llovía, o si su madre tejía debajo de la higuera. Lo que importa son los hechos, lo que demostraron con la práctica de su tarea cotidiana.

Tengo, casi por casualidad, una "familia de docentes". Todos en mi familia sabemos que los 3 meses de vacaciones son una gran mentira, que el trabajo docente es de tiempo completo: porque hay que estar en el aula y hay que corregir, preparar clases, pruebas, planificar y muchísimas tareas burocráticas más. Y hay que recuperarse emocionalmente de cada día, para seguir. Y poner la energía suficiente para tener en cuenta los problemas de cada chico sin absorberlos. Lo aprendí de mis hermanas, de mi tía y de mi cuñado, lo aprendo día a día de mis alumnos. Y creo en lo que hago. Y no lo cambio por nada.

Y me encanta esta canción de León Gieco. A la escuela la hacemos entre todos. ¡Salud!




El 11 de septiembre se celebra en Argentina el Día del Maestro