La semana pasada se comentó en la Red Social Familia Natural este fragmento de Odent acerca del nacimiento en posición pélvica, es decir, cuando el bebé está "sentado". Ya había leído algunos fragmentos de Michel Odent en donde afirmaba que el parto en podálica es perfectamente posible y que es una indicación relativa de cesárea. Me interesa este tema en particular, ya que Guillermina estaba sentada, con las piernas cruzadas y la colita apoyada en mi pelvis. Lamentablemente esto lo sé ahora ya que durante el embarazo no me preocupé en informarme y supuse que, si mi médico "me mandaba" a cesárea, seguramente era porque lo necesitaba.

Las preguntas me surgieron muchos meses después, casi sobre el primer año de mi beba. La cesárea fue programada por oligoamnios (escaso líquido amniótico) en la semana 37. Ya hacía desde la semana 26 que tenía este problema y desde la semana 30 que estaba en reposo. Aquí pueden leer la experiencia del nacimiento de mi hija. Quiero aclarar que, después de mucha incertidumbre, supimos que el oligoamnios no se debía a ninguna patología genética de mi beba. Simplemente lo diagnosticaron "oligoamnios por causa desconocida".

Mi búsqueda ahora ya no se enfoca en la necesidad o no de la cesárea. Sino en mi desconexión con un embarazo deseado. Más exactamente en las emociones con las cuales no supe conectarme. Seguramente mi beba nunca se dio vuelta porque el nivel de líquido amniótico era demasiado bajo: nunca pudo "flotar" y por lo tanto no pudo ubicarse. Ahora ¿por qué el líquido amniótico era tan insuficiente? El médico ecógrafo que lo detectó me dijo que era estres. Yo no estaba bien emocionalmente. Pero aparte, en ese momento, lo que menos me importaba era el embarazo. Me sentía horrible, mal con mi cuerpo: lo único que me alentaba era saber que ya faltaban pocos meses. Puede sonar crudo pero fue así.
Hace unos meses leí en el blog Familia Natural una entrevista excelente a la partera Mirna Amaya en donde se comentaba que muchas veces la posición "de nalgas" está asociada con problemas emocionales de la madre. Pueden leer la entrevista aquí.
Seguiré buscando, buceando en mi interior para encontrar las respuestas a tantas preguntas. Por el momento les dejo el fragmento de Odent. Qué ganas de atenderse en Pithiviers, ¿no?


"En Pithiviers, casi nunca planeamos cesáreas. Aunque sospechemos que una cesárea puede llegar a ser necesaria, preferimos esperar que el trabajo de parto empiece espontáneamente. Después, dependemos de nuestra experiencia para ayudarnos a tomar decisiones rápidas. Primeramente -ya que tenemos razones para creer que el sistema endocrino fetal juega un rol en la puesta en marcha del principio del trabajo- cuando el trabajo empieza espontáneamente, quiere decir que el bebé ha desarrollado adecuadamente las glándulas pituitaria y adrenal y está lo bastante maduro como para lidiar con los rigores del trabajo y del nacimiento. Segundo, parece ser que las contracciones uterinas durante el trabajo juegan un rol estimulando el sistema neuroendocrinológico del bebé; no queremos privar al bebé de ninguna parte de este estímulo.
Por último, dentro del campo del trabajo y el alumbramiento, uno aprende rápidamente a esperar lo inesperado. A veces, una mujer tendrá una rápida y fácil labor aunque los profesionales creían que sólo era posible una cesárea. Por ejemplo, a mujeres que en otras oportunidades habían tenido cesáreas, a veces se les dice que siempre tendrán que dar a luz de esa manera. Sin embargo, en nuestra clínica, una de cada dos mujeres que previamente han tenido cesáreas, logran dar a luz por vía vaginal. Tampoco los nacimientos que vienen con presentación pelviana justifican siempre esta operación.
Por nuestra experiencia con bebés de presentación pelviana, nos hemos dado cuenta de que observando el progreso natural de la primera etapa del trabajo, tenemos las mejores indicaciones para saber a qué atenernos hasta el último momento. Esto quiere decir que no haremos nada que pueda interferir con la primera etapa del trabajo: ni Pitocin, ni baño en la pileta, ni ninguna mención de las palabras "de nalgas". Si todo sale bien, no hay ninguna razón para pensar que la segunda etapa del trabajo pueda crear algún problema. Nuestra única intervención será insistir en la posición acuclillada, ayudada, para el nacimiento, ya que mecánicamente es la más eficaz. Reduce la posibilidad de que tengamos que sacar al bebé hacia afuera y es la mejor manera para minimizar el tiempo entre la expulsión del ombligo del bebé y su cabeza, que podría resultar en la compresión del cordón umbilical y privarlo de oxígeno. Jamás nos atreveríamos a arriesgarnos a hacer un parto con presentación pelviana si la madre estuviera en una posición dorsal o semisentada.
Por otra parte, si las contracciones en la primera etapa del trabajo son dolorosas e ineficaces y la dilatación no progresa, rápidamente debemos dejar de lado la idea de un alumbramiento por vía vaginal. Si no, vamos a tener que encarar el peligro del "punto de no retorno", a último momento, cuando luego de la aparición de las nalgas del bebé, ya sea demasiado tarde para cambiar estrategias y decidir hacer una cesárea. Sin embargo, a pesar de que siempre hacemos cesáreas cuando la primera etapa del trabajo es difícil y la situación no mejora, la mayoría de los nacimientos que vienen con presentación de pelvis, en nuestra clínica, terminan siendo nacimientos por vía vaginal.
En dos situaciones, a veces, planeamos cesáreas por adelantado: la primera es cuando una madre desarrolla una preeclampsia. Si una mujer tiene un crecimiento abrupto en la presión arterial hacia el final del embarazo y hay proteínas en su orina, la hospitalizamos y la tenemos bajo cuidada observación. Si se tiende sobre su costado izquierdo, para aliviar la presión en la vena cava, su presión arterial a veces baja y puede dar a luz normalmente. Una mujer en este estado no tendría que tomar ningún medicamento. Si le vienen repentinos dolores de cabeza y siente como una barra en el estómago o si el amnioscopio muestra que las aguas no están claras, se hará una cesárea, inmediatamente.
En ocasiones, hacemos una cesárea sin esperar que comience el trabajo de parto espontáneamente, cuando un embarazo dura más de lo requerido. Sin embargo, es realmente raro que un bebé llegue con retardo; hay una tendencia a subestimar la frecuencia con que esto sucede, generalmente porque la madre o el obstetra han calculado mal o se han equivocado sobre la fecha de concepción. Cuando estamos seguros de que una mujer está con verdadero retraso, se le hace una amnioscopía cada 36 horas; mientras el líquido amniótico se presente claro, esperamos pacientemente. No vemos ninguna buena razón para inducir el trabajo de parto en forma rutinaria con goteos intravenosos de Pitocin o romper la bolsa, en semejantes casos. A veces, esa amnioscopía revela el líquido amniótico coloreado o en disminución; esos signos de peligro fetal requieren intervención inmediata. Si la futura madre ya ha tenido bebés, quizás rompamos las membranas y veamos que pasa, antes de decidir hacer una cesárea. En caso de que la mujer sea primeriza, generalmente esperamos un trabajo mas largo y más difícil; entonces en general preferimos hacer una cesárea inmediatamente, para no añadir dificultades. Con esta estrategia el número de cesáreas en relación con la "postmadurez", se mantiene muy bajo.
Dado que por lo general terminamos decidiendo hacer una cesárea de una manera totalmente inesperada, inmediatamente antes del nacimiento, no podemos usar anestesia que requiera larga preparación, como sucede con la epidural. Usamos una típica anestesia general liviana que dura lo suficiente para la operación".

Odent, Michel: Antiobstetricia en Nacimiento renacido, Ed. creavida.