Posición podálica
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Seis meses
26 marzo 2012
A la misma hora en que se publique esta entrada, Emilio cumplirá 6 meses. Hace ya algunos días que estoy emocionada. Me senté a releer la larguísima cadena de mensajes en respuesta a un privado mío por facebook. Aún hoy se me caen lagrimitas de emoción cuando leo esa enorme red de contención que tejieron para nuestra familia tantas mujeres enREDadas: amigas, compañeras de lucha y de camino, conocidas significativas, antiguas compañeras del foro. Era un momento delicado, habíamos recibido una sacudida pero debíamos estar en pie para recibir a este hijo. Soñado, pensado, planificado y esperado. Fue un niño respetado desde su concepción. Y, si bien torció el camino que teníamos preparado, también fue respetado en su nacimiento. Yo lo busqué así y lo logré. No, no fue nuestro soñado PVDC en casa que tanto planificamos. Nació en una cesárea respetada que curó cualquier herida anterior. Él lo dispuso así y marcó el camino de su llegada.
Todas las palabras de aliento, apoyo y cariño me las guardo para mi familia y para mi. Comparto con ustedes el mail que desencadenó esa avalancha de amor y contención. Ese mail refleja muy bien mis sentires con respecto al momento en el que estábamos :)
(las negritas son aclaraciones mías)
"Hola a todas!
Si están agregadas en este mensaje es porque en algún momento me han
preguntado cómo estaba o cuáles eran mis novedades con respecto al
embarazo. Obvio que pueden "bajarse" de la cadena cuando quieran. 

Bueno, la mayoría de ustedes saben -porque han sido parte importante de
esta búsqueda- que habíamos decidido tener nuestro PVDC en casa, con
Cristina Giménez, que es la única en Rosario que atiende en domicilio.
Nos preparamos durante semanas con Cristina, asistiendo al taller que
ofrece, compartiendo muchos momentos muy lindos con otras parejas (ya
esos bebés nacieron en casa! estoy muy contenta por eso). En total éramos 4 parejas: 2 primerizas que parieron en casa y 2 con cesáreas previas, la otra chica sí logró su PVDC :)
A mitad
de camino surgió lo que sería nuestro "primer inconveniente": bebé Monje
estaba sentado, pero corría la semana 32 y aún teníamos mucho tiempo por
delante. Me desanimé un poco, claro, porque fue encontrarme ante una
situación muy parecida a la de mi anterior embarazo....pero como muchas
me dijeron, el camino hacia el PVDC también nos posibilita superar los
obstáculos que nos llevaron a la cesárea anterior. Así que fui de un
médico chino a hacer moxibustión (y continué por mí misma el tratamiento
en casa, con los rollitos de artemisa que el mismo chino me regaló, un
divino el médico), gateé y estuve en posición de mahometano 40 minutos
por cada dos horas (es decir, mucho tiempo, jeje), de paso me sirvió
para aliviar el dolor de espalda, hablé con el bebé (tranquilamente y
por momentos intimándolo jeje), empecé a recorrer mi biografía humana
con una terapeuta del equipo de Laura Gutman que me dio muuuuchas pistas
y me ayudó un montón (y que recomiendo, me sirvió mucho), lloré,
patalié, escribí infinidad de emails, exigí la versión externa y la
intentamos 4 veces (a pesar de que antes de la semana 37 es riesgoso,
valoramos los beneficios con mis equipos obstétricos y lo intentamos),
por cierto...es un dolor indescriptible -me refería a la versión externa-, también recurrí al homeópata.
Cristina no atendía un parto en podálica en mi casa y los sanatorios
en donde ella atiende no están en mi obra social. Ante la realidad de
encontrarme en la semana 36 y que mi bebé siguiera sentado, decidí
negociar con mi otro obstetra la posibilidad de esperar a que se
desencadene el trabajo de parto y, si el bebé seguía sentado, hacer la
cesárea una vez comenzado el mismo. Ese día le conté que yo había
planeado un parto en casa y él se solidarizó tanto conmigo que aún hoy
me emociono cuando pienso en toda la buena voluntad que le puso (me refería a Jaime Lardizábal). Cuando
vi su buena predisposición, decidí negociar con él la posibilidad de que
me atendiera el parto en podálica en el sanatorio, me escuchó, me
explicó los riesgos y me dijo que si el trabajo de parto se
desencadenaba solo y avanzaba sin detenerse, podíamos intentar el
nacimiento de nalgas. No se pueden imaginar la tremenda batalla "ganada"
que significó eso para mi...antes de que Jaime Lardizábal (el obstetra
del sanatorio) aceptara atenderme el parto en podálica habíamos charlado
la posibilidad de viajar a Villa General Belgrano a que nos atienda
Silvia Peyrú, pero la
verdad es que esta opción era bastante compleja porque David no puede
tomarse vacaciones y bueno, porque yo soy muy arraigada a mis
espacios...pero lo consideré de todas maneras, por ser una opción más.
En el medio, Lardizábal me pide otra eco para ver si podíamos volver a
intentar la versión. En esa eco se presenta otro problema, que yo venía
arrastrando y que se presentó tb en el embarazo de Guille: oligoamnios.
En la semana 32 tenía un índice de líquido amniótico de 6 (lo normal es
que sea de entre 9 y 12), pero una vez más yo tomé decisiones y mis dos
obstetras me apoyaron: no iba a hacer reposo en cama porque con Guille
no había servido de nada, sí iba a tomar más líquido, lo que se llama
"sobrehidratación", llegué a tomar 6 litros diarios de agua más todo lo
que ya e por si uno consume (mate, jugos). Bueno, en la eco del jueves
el ILA (índice de líquido amniótico) estaba en 3. Me asusté, pero decidí
que "a mi otra vez no me agarran", así que me fui a otros dos
ecografistas independientes del sanatorio en donde me atiendo. Y el
diagnóstico es el mismo: oligoamnios severo. Estoy de 37 semanas.
Con las tres ecos me fui de Lardizábal y bueno, la situación es
compleja, digamos...él acepta esperar unos días más para llegar a
término, pero no le parece bueno que esperemos hasta la sem 40 o hasta
que se desencadene el parto, básicamente porque probablemente el ILA
siga bajando y ya un ILA de 4 es indicación de cesárea. Para "aguantar"
me mandó a un monitoreo el lunes (me había negado a los monitoreos
anteriores) y una eco con doppler el viernes que viene. Si cualquiera de
los dos estudios da alterado, bebé Monje debería nacer.
Si me
preguntan cómo estoy, bueno...es raro...es como que ya lloré tanto que
me siento un poco vencida, como sin ganas de más. También es cierto lo
que me dijo Cristina: basta de autocompasión, porque también están el
papá y la hermana y el propio bebé monje y vieron que yo tiendo a ser
bastante egocéntrica.
Como ya les dije a varias de ustedes: nunca
perdí las esperanzas de que el bb se diera vuelta, pero la realidad ya
me dice otra cosa y es que con tan poco líquido, es casi imposible
incluso que se mueva demasiado. También sigo teniendo esa sensación de
duelo, de no poder creer que no vaya a pasarme a mi. Lo soñé tanto, lo
imaginé tanto, que no puedo creer que no vaya a ser real.
Por otro
lado, las causas del oligoamnios son desconocidas: puede ser
idiopático, pero también puede ser un problema de la placenta o incluso
puede ser que algo en los riñones del bebé no funcione bien. Esto es lo
que más me preocupa, porque tengo mucho miedo de que lo metan en neo por
rutina o (peor) porque lo necesite realmente.
Así que en realidad
ahora se viene lo más difícil y tengo que reponerme para afrontarlo de
la mejor manera posible. No creo que lleguemos mucho más allá de las 38
semanas (las cumplo el sábado que viene).
Podría decir mil cosas
más, pero lo voy a cortar acá porque ya es larguísimo y no es justo para
ustedes jaja. Es irónico haber planeado un parto en casa y terminar
peleando por una habitación privada en el sanatorio jejeje...ni les
cuento lo que es tener la pileta de parto (Cristina me había prestado una pileta de partos para que me relaje) en casa y estar negociando los
detalles de una posible cesárea programada :S Claro que todo esto me
reconcilia con mi cesárea anterior, que no fue una innecesárea, pero que
ahora ya tengo la seguridad de que no lo fue. Sí me queda de esa
experiencia anterior cosas que definitivamente van a mejorar esta vez.
No me queda más que darles infinitas gracias a todas, por el apoyo
permanente y por estar ahí siempre alentándome. Por algo están en mi
camino aunque finalmente no logre pasar del otro lado del PVDC. Igual
creo que fue un camino exitoso, por todo lo que aprendí y por todo lo
que me deja adentro el recorrido.
Un beso enorme a todas y perdón
por este mensaje tan largo. Recibirán noticias seguramente por medio de
Anita cuando nazca mi bebé (que por cierto aún no tenemos claro si es
bebé o beba, aunque yo siempre sentí que era varón).
Luisina"
Y Emilió nació, a las 8 en punto de la mañana del 26 de septiembre de 2011. Ni bien salió de mi panza, aún con el cordón latiendo, me lo colocaron encima (me ataron, pero muy suavemente, así que pude abrazarlo dando un suave tirón a las gasas y desatándolas). Yo misma descubrí que era un varón. Ahí estuvo mientras pasaba el minuto de espera que habíamos pactado (no es usual en una cesárea). Después cortaron el cordón y lo limpiaron. Vino la neonatóloga y lo revisó encima mío aún lleno de sangre y grasita blanca. Olía riquísimo y lo primero que hice fue sacarle la grasa y pasármela por los labios. David estaba al lado nuestro y sacó algunas fotos. No se oían otras voces que las nuestras (o tal vez el mundo se detuvo, no sé). No lo pincharon, no lo lavaron y no nos separaron en ningún momento. No le pasaron sondas, ni lo midieron. Lo pesaron en un segundo con la balanza puesta a mi lado: 3.050 kg. En seguida se prendió a la teta y salimos del quirófano los dos juntitos (David se sacó el traje de cirugía que le dieron para presenciar la cesárea, lo encontramos en la salida del asensor). Tengo además que destacar el trabajo de las puericultoras del Sanatorio de la mujer (al menos de las que me tocaron a mi) porque pasaban 2 veces al día y realmente asesoraban de lactancia.
Ya más adelante hablaré del papel de mis dos obstestras: Jaime Lardizábal y Cristina Giménez. Pero eso será otro día.
La búsqueda de mi segundo hijo me llevó a un largo camino para buscar mi parto vaginal después de cesárea. Me encontré con mujeres valiosas y valientes que me mostraron el trayecto y las opciones. Yo elegí parir en casa, me informé y me preparé para eso. No pudo ser, pero mi hijo me enseñó una cosa más: el camino de la aceptación. Y es una increíble lección. Por eso yo, que no parí en casa, que no parí después de cesárea y que no parí vaginalmente, me siento igualmente emponderada. Porque pude elegir y decidir con información, porque pude hacer que la vida de mi hijo empiece en forma digna aunque no lo haya llenado de las hormonas del parto (porque esa es una realidad). Emilio nació y no fue violentado. Yo creo que el final del camino, de MI camino personal hacia este segundo hijo fue maravilloso y exitoso, aún cuando el final haya sido distinto al soñado.
Felices seis meses hijito mío, mi pequeño duende de la felicidad. Gracias por tu vida, gracias por tanto :)
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Emilio con 30 minutos de vida |
*(se puede parir vaginalmente después de cesárea, MIL veces se puede! Y si no, mirá todas estas historias
De traste
26 agosto 2011
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De nuevo frente al espejo (340/365) |
"Creo que de alguna forma, los pvdc nos enfrentan a lo que necesitemos y así nos ayudan a sanar... en mi caso, Y también estuvo posterior y complicado como X (su primer hijo, nacido por cesárea) y bajó!" Eso me dijo Mara hace unos días, ya me lo había dicho en una cadena por mensaje privado en FB, hace apenas un par de semanas atrás. Cuando la leí por primera vez pensé "no, yo no puedo tener tanta mala suerte".
Veníamos muy bien, demasiado bien diría. Hasta la fatídica ecografía del 17 de agosto, hace dos semanas. Les cuento que yo andaba por la vida "sintiendo" la cabeza del bebé en mi pelvis. O sea, no tenía ningún miedo a que mi bebé no estuviera "bien colocado" o digamos "colocado de la mejor forma para facilitar el nacimiento". Bueno, todo mal: mi hijo está de nalgas, sentado, de culo, como quieran decirle. Y como si eso fuera poco, el índice de líquido amniótico es menor del normal (ya me pasó también con Guille). Y mis dos equipos obstétricos sólo me habilitan el PVDC si el bebé está en cefálica, es decir, de cabeza.
Claro que en el momento me derrumbé. Aguanté lo más que pude frente al ecografista, pero en la puerta del Sanatorio ya estaba llorando. Con los días me fui tranquilizando y del shock inicial pasé a la acción. Primero, verbalizar mi enojo contra esto y después buscar soluciones posibles. Y en el medio de todo eso, intentar destrabar lo emocional.
Sí, creo que este proceso me está enfrentando a los mismos desafíos que el nacimiento de mi hija, la cuestión es si esta vez podré atravesarlos o no. Por otro lado está el tema puramente fisiológico, ya que mis obstetras coinciden en que no sólo juega lo emocional (aunque es muy importante, claro), sino también la forma del útero y las características que tenga como para posibilitar el giro del bebé. Digamos que a veces, el envase viene distinto a los envases de los demás y en ese caso, hay poco para hacer :S
Y ahí se abren los interrogantes ¿por qué mis bebés no se dan vuelta cuando corresponde?¿es mi cabeza?¿es mi útero?¿es una historia que me condiciona? Es difícil darle a esas preguntas una respuesta única y definitiva, puede ser eso o puede ser cualquier otra causa desconocida.
Esa, lectores, es la parte "que me toca" en esta vida. Requiere un trabajo emocional y físico que llevo adelante con toda mi energía, haciendo TODO lo posible (hasta lo más loco! jeje) para que mi bebé se dé vuelta y podamos aunque sea llegar a intentar el PVDC. A la vez, es muy frustrante para nosotros que Felipe decida nacer como él quiere y no como nosotros se lo preparamos. Tal vez, Feli está esperando que su mamá acepte que no tiene control sobre todo, más bien sobre nada. ¿Girará entonces? Tal vez no, pero al menos llegará a este mundo dándome una gran lección. ¿Podré aprenderla? A veces me canso y siento que no quiero aprender más nada de mis hijos (jijiji), o capaz podrían ser un poquito más pedagógicos, ¿no? Habla su mamá traumada y controladora. (Acá es cuando me enojo y lloro, pienso en todas las mujeres que tienen colocados a sus bebés para nacer y sin embargo eligen una cesárea, me sublevo, puteo y después intento despejar tanta boludez y volver a centrarme en mí y en mi bebé, que somos los que importamos en esta casa. Esta es la tarea que nos toca a nosotros, los demás tienen que hacer su vida como elijan y yo no tengo por qué meterme, ni siquiera por qué acordarme de los demás porque pierdo las perspectiva).
Aprender a soltar el control, ahhh, qué difícil!
A la vez digo "intentar TODO para ver si se da vuelta" (en breve les cuento), pero acaso eso ¿no será querer controlar más de lo que realmente podemos? Al menos habría que empezar aceptando que no tengo respuestas para esa pregunta, o que la respuesta me derrota de antemano.
Lamentable o afortunadamente, soy terca como mula y voy a seguir haciendo todo lo que pueda mientras haya chances de que se gire. Y cuando ya no haya más chances, me prepararé para darle a este hijo la bienvenida que mi familia pueda darle. Ojalá sea mi sueño. Y si no, será lo que tenga que ser :), pero siempre celebrando la vida.
(GRACIAS a todos los que me han contenido en estos días, cada palabra de aliento fue valiosa para mi: Marcia, Ceci, Ana, Lucía, Mara, Josefina, Gisela, LaCris, mis compañeros del taller de parto y tantos otros! Gracias de verdad, es muy importante para mi contar con esa red)
En breve: las diez cosas más locas que hacen una mujer y su entorno para que el bebé gire :D
"La maravilla del vínculo afectivo" por David Chamberlain
23 julio 2009
Hace poco mantuve un intercambio de e-mails muy rico con Cristina, una de las pocas obstetras que promueve y realiza partos respetados en Rosario. El intercambio surgió ante mis eternas dudas acerca de la cesárea y de la persistente posición en podálica en que se mantuvo Guillermina. Realmente para mí fue una revelación leerla, y me doy cuenta de cómo mi búsqueda me va guiando hacia un lugar al cual nunca pensé llegar. Cristina me comentó que los bebés tienen recuerdos muy precisos acerca de su gestación y del momento del nacimiento; y me sugirió preguntarle a Guille (cuando hable) por qué no se ubicó para nacer o qué recuerda de su gestación. Los detalles del mail me los guardo, es un tesoro muy valioso haber tenido la posibilidad de que me contestara y se hiciera un tiempo para mí.
A raiz de este comentario empecé a buscar información sobre el doctor David Chamberlain, quien llevó a cabo numerosos estudios acerca de psicología pre y perinatal. No consigo su libro en Argentina (se trata de "La mente del bebé recién nacido"), pero en la web española Que no os separen encontré este bellísimo artículo del Dr. Chamberlain, vale la pena leerlo. En el próximo post les cuento cómo estoy aprendiendo a relacionar algunas cosas que me ocurrieron en mi embarazo con determinadas actitudes que veo hoy por hoy en Guille.
En la web mencionada hay muchísimos artículos valiosos, si se dan una vuelta van a encontrar mucho para leer.
A raiz de este comentario empecé a buscar información sobre el doctor David Chamberlain, quien llevó a cabo numerosos estudios acerca de psicología pre y perinatal. No consigo su libro en Argentina (se trata de "La mente del bebé recién nacido"), pero en la web española Que no os separen encontré este bellísimo artículo del Dr. Chamberlain, vale la pena leerlo. En el próximo post les cuento cómo estoy aprendiendo a relacionar algunas cosas que me ocurrieron en mi embarazo con determinadas actitudes que veo hoy por hoy en Guille.
En la web mencionada hay muchísimos artículos valiosos, si se dan una vuelta van a encontrar mucho para leer.
La maravilla del vínculo afectivo
«Cuando no se ha podido establecer el vínculo afectivo, sobre esa relación pende, como una sombra, una inexplicable falta de intimidad» Crear vínculos es bastante sencillo, pero no siempre fácil; puede ocurrir, pero igualmente, puede que no ocurra y, por muy extraordinario que parezca, algunos han entendido mal el concepto y lo hicieron parecer innecesario.
Crecer desde la amorosa conexión de corazones que une a los padres con las madres va a ser el punto de partida del nuevo vínculo amoroso que van a tener ellos con los bebés que co-crean. Cuando tiene lugar la concepción los padres dirigen sus pensamientos de forma natural hacia el futuro bebé. Incluso cuando inicialmente están sorprendidos por el embarazo (caso bastante frecuente), normalmente se adaptan con rapidez a la nueva situación, abrazan al bebé emocionalmente, lo celebran y empiezan a organizar sus vidas en función de este gran acontecimiento. El término científico utilizado para este proceso es el de crear vínculos.
En 1976 este nuevo término apareció por primera vez de forma silenciosa en el mundo a través del título de un libro, «Crear vínculos materno-infantiles», escrito por dos profesores americanos de pediatría, Marshall Klaus y John Kennell. Con las publicaciones actualizadas en 1983 y 1995 la importancia revolucionaria de este concepto llegó a establecerse y hoy en día es una expresión familiar en todos los idiomas del mundo. Sin embargo, la gente todavía pregunta, «¿qué es?», «¿crear vínculos es un proceso real, verdadero y necesario?» Y finalmente la pregunta práctica: «¿cómo hay que hacerlo?» Crear vínculos es igual de sencillo (y misterioso) e igual de fácil (o difícil) que el amor mismo. Normalmente el amor que sienten los padres hacia sus bebés no supone ningún esfuerzo y es espontáneo, pero, tal como observaron Klaus y Kennel hace un cuarto de siglo, hay cosas pueden interferir en esta conexión valiosísima y como resultado la vida puede arrancar en la dirección equivocada. Es un hecho comprobado: algunas madres y padres no desarrollan nunca este esperado apego. En su lugar, afirman sentirse desvinculados de aquel niño en particular a pesar de no saber el motivo. Pueden pasarse años buscando con ansia algún camino para establecer esta conexión de corazones que, de alguna forma, falló al principio. Los fallos en la creación de vínculos pueden tener verdaderamente consecuencias dolorosas. Una falta inexplicable de intimidad pende sobre su relación diaria como un sombra. Confianza y verdadera amistad parecen cosas imposibles de alcanzar. Por mucho que intenten complacerse unos a otros, siempre los separará un vacío. Otros tipos de daños pueden ser más imperceptibles. Klaus y Kennell descubrieron que las madres separadas de sus bebés por un período de tiempo muy largo después del parto se quedaban con dudas acerca de su situación: ¿de verdad tenían un bebé? El parto parecía más bien un sueño. Dudaban de que el hospital le hubiera dado el bebé correcto. En madres desvinculadas, la lactancia no tenía tanto éxito o, si se elegía esta posibilidad, el proceso se interrumpía prematuramente. Estas madres parecían más confusas que seguras de sí mismas y se sentían dudosas a la hora de aprender la rutina del cuidado diario del bebé. En casos más extremos la irritabilidad y rabia hacia el bebé crecían hasta llegar al abuso infantil: estos bebés de madres desvinculadas presentaban una mayor probabilidad de volver lesionados al hospital. Un estudio de 1994 sobre 8.000 mujeres mostraba que los bebés no deseados tienen un riesgo 2,5 veces mayor de fallecer en los primeros 28 días después del parto. De una forma inexplicable los bebés de las madres desvinculadas pueden no lograr subir de peso o caer enfermos. Durante la última década, en una serie de estudios clínicos en California se descubrió una correlación importante entre los fallos aparentes de vinculación y la frecuencia del asma en los niños. Hechos como éstos demuestran que el vínculo afectivo es una realidad profunda y conlleva una variedad de consecuencias para bien o para mal.
«Cuando no se ha podido establecer el vínculo afectivo, sobre esa relación pende, como una sombra, una inexplicable falta de intimidad» Cuando aparecieron por primera vez los estudios sobre la vinculación afectiva resaltaron la importancia del «período crítico» inmediato después del parto, cuando tendrían lugar una cadena de milagros, anteriormente dejados íntegramente en manos de la Madre Naturaleza. La química del cuerpo asociada con el trabajo de parto y el expulsivo lleva a madres y bebés a un íntimo acercamiento donde el mero contacto de los labios del bebé con el pezón estimulan una cascada de hormonas del amor que bendicen tanto a la madre como al bebé. Estas hormonas favorecen la expulsión de la placenta, ayudan a contraer y
recuperar el útero, reducen el sangrado postparto y facilitan la subida inicial del valioso calostro y posteriormente, de la leche materna. Mientras tanto, el neonato estaría en un excepcional estado de «alerta tranquila» que favorece el rápido aprendizaje y la toma de contacto personal durante una hora más o menos después del parto -antes de caer en largos períodos de sueño. Durante este corto período de posibilidades, si no son molestados, el bebé y la madre entran en una especie de embelesamiento, mirándose mutuamente y experimentando una serie de emociones y sensaciones físicas placenteras ampliadas en el nuevo entorno fuera del útero. Muchos hechos de este tipo resaltan la compleja orquestación vital del nacimiento y les dan a los lazos afectivos su carácter milagroso y necesario. Estas secuencias del parto, tan positivas y naturales, eran la norma para la mayoría de los humanos hasta mediados del siglo XX, cuando los partos cambiaron de repente el escenario hogareño por los hospitales, los cuidados de las matronas (en su gran mayoría mujeres) por los de los médicos (en su mayoría hombres)y las prácticas comunitarias por los protocolos médicos. Estos cambios desgarradores eran algo más que cambios de emplazamiento: la filosofía y la práctica también cambiaron. Los partos tenían lugar a través de la «atención controlada» por parte de profesionales ajenos a la familia -ellos hacían (e imponían) todas las reglas.
«Durante el período crítico después del parto tienen lugar una cadena de milagros químicos que llevan a la madre y al bebé a establecer un estado de embelesamiento básico para el desarrollo del vínculo afectivo» Así empezó a caer un velo de misterio sobre los partos mientras a los padres, familiares y amigos se les prohibía participar de este evento. Durante una generación, solamente las enfermeras y los médicos sabían lo que ocurría detrás de las puertas cerradas, anulando de una forma muy eficiente cualquier educación natural de los niños, mujeres jóvenes, madres y otras ayudas potenciales para los futuros partos. Las normas de los hospitales mandaban a los recién nacidos al nido inmediatamente después del parto, a menudo antes de que las madres o padres pudieran verlos o tocarlos. El tipo de privacidad que la nueva familia necesita para relacionarse unos con otros -un rasgo esencial del parto desde los comienzos del tiempo- fue erradicado mientras la separación y el aislamiento llegaban a ser la prioridad principal. Históricamente, cuando los argumentos sobre el vínculo afectivo aparecieron en los años 70, el descarado control médico sobre los nacimientos estaba en su apogeo, después de haberles quitado todo el poder a los padres y haber hecho el parto natural prácticamente imposible. En el parto visto como un proceso «científico» habían desaparecido casi todos los significados humanos y personales que habían alentado los hombres y las mujeres durante miles de años. Se habían violado las necesidades psicológicas esenciales de los padres y los bebés por igual. Si uno se pregunta cómo pudo crecer tan rápidamente una nueva cultura tan radical del parto tendrá que tener en cuenta el enorme poder y gancho de la ciencia en el siglo XX. Añádase a esto el miedo subyacente asociado siempre a la incertidumbre del parto y se podrá sacar la conclusión de que la gente estaba deseosa de ver en la ciencia una garantía para el parto seguro y perfecto -una ilusión que no está todavía reconocida como tal. Analizando otra faceta de la ciencia podemos explicarnos el derribo repentino del parto tradicional. Durante el pasado siglo XIX, con el desarrollo del estudio científico del sistema nervioso y del análisis científico de la gestación, nacimiento e infancia, una ciencia demasiado segura de sí misma -y esto incluye por igual, medicina y psicología- enseñaba que los bebés no tenían esencialmente ni sentidos físicos ni mente. Los recién nacidos -insistían los expertos- no tenían todavía capacidad para el dolor y, aunque parecieran tener dolor, éste sólo era un reflejo, no una experiencia personal. Este razonamiento se utilizaba para justificar la cirugía mayor y las operaciones con complicaciones en bebés sin anestesiar, sólo con analgésicos hasta ¡hace sólo 16 años! Para empeorar las cosas, las mismas autoridades anunciaron que los recién nacidos no tenían posibilidad alguna de recordar cualquiera de las experiencias vividas en el útero o al nacimiento-independientemente de la naturaleza de estas vivencias. Los psicólogos, de hecho, enseñaban que los neonatos ni siquiera reconocen a sus progenitores como padres, sino solamente como objetos en un mundo lleno de otros objetos. Con este conjunto de creencias -desde entonces se ha demostrado que todas son falsas- ni los médicos ni los padres tenían por qué preocuparse sobre las malas experiencias que podía tener un bebé antes o después del nacimiento. Como eran virtualmente sordos, mudos y ciegos, los obstetras podían tratarlos de cualquier forma que ellos considerasen necesaria. Por desgracia, estas opiniones penetraron en los protocolos de tratamiento rutinario seguidos por todos los obstetras. Un poco más tarde, los protocolos de tratamiento que se iban a utilizar en la nueva especialidad de neonatología con los recién nacidos más débiles se elaboraron en base a los mismos falsos fundamentos. En definitiva, si un bebé no tenía ni sentidos, ni psique, ¿cómo iba a darse cuenta de que le estaban dando múltiples puntos, cortes con bisturí y cirugías de otro tipo? ¿Y cómo podía notar la diferencia entre pecho y biberón?. Muchos padres se dejaron convencer aceptando sin rechistar el nuevo modo científico de dar a luz. Desde nuestra perspectiva de hoy es un hecho desafortunado que las madres y los padres raramente se rebelaron cuando los expertos los avisaron de que tenían que renunciar a las mecedoras, renunciar al parto normal a favor del quirúrgico, sustituir la leche materna por la de vaca, alimentar según un esquema estricto en vez de hacerlo cuando el bebé tuviera hambre, no hacerle caso a los bebés cuando lloraran y crear en su casa un «nido» como el de los hospitales. [...]
«Al cambiar el escenario de los nacimientos de la casa al hospital se violaron las necesidades psicológicas tanto de los padres como de los bebés» Es más, espero que puedan evitar el error que se dice de que crear vínculos es como un pegamento que se endurece en seguida y que consolida a una familia sólo si se aplica durante la hora siguiente al parto. (A finales de los años 70, en una reunión convocada por la Asociación Médica Americana, aunque parezca mentira, los médicos decidieron que 10 minutos era tiempo suficiente para permitir crear vínculo después del nacimiento -visto en retrospectiva parece un ejemplo divertido de la teoría del pegamento aplicada por los médicos). Tal como lo entendemos ahora, el hecho de crear vínculos no se limita a un período determinado. Claramente, el vínculo afectivo puede comenzar de forma contundente desde antes de la concepción o en cualquier momento después, lo que significa que el amor es bienvenido en cualquier época durante el embarazo y, por supuesto, es completamente apropiado en los momentos siguientes al parto, cuando la combinación de las fuerzas fisiológicas y psicológicas son tan beneficiosas. Esta verdad es especialmente importante para los padres que llegan tarde en el proceso de adoptar un bebé. TODAS las partes involucradas en una adopción deberían tener cuidado en proporcionarle amor sincero al bebé lo más temprano posible. Este tipo de razonamiento está basado en la nueva y acumulante evidencia de que los bebés comparten con nosotros el misterioso regalo de la conciencia humana sin importar su edad y sus limitaciones físicas. Son capaces de recibir y responder a los «lazos de corazón» a los que nosotros llamamos vínculo afectivo en cualquier momento, y cuanto antes, mejor. A pesar de contradecir las teorías tradicionales de la psicología del desarrollo, esta interpretación es coherente con los otros descubrimientos acerca de los movimientos voluntarios del cuerpo, la expresión personal y el desarrollo sensorial -que ocurren mucho antes de lo que se pensaba antes.
«La idea de los profesionales de que los recién nacidos no tenían capacidad para sentir justificaba el aislamiento de los nidos, la intervención rutinaria durante el parto, la sustitución de la leche materna por la de vaca...» El aprendizaje y la memoria se complementan una a otra y funcionan mucho antes que las partes del cerebro utilizadas para explicarlas, y así como lo demuestra el estudio de gemelos en el útero, los bebés son capaces de tener una relación fraternal y seguramente tienen la misma capacidad para crear vínculos con un progenitor.
«Los bebés sienten de manera telepática si son deseados y amados o no» Esta información es lógica también con la evidencia de que los bebés sienten de forma telepática si son deseados y amados o no, y pueden recibir y responder a las comunicaciones urgentes durante una amniocentesis, una cirugía intrauterina, el parto o procedimientos complicados en la unidad neonatal de cuidados intensivos. Esta nueva y ampliada descripción paradigmática de los bebés obviamente nos lleva hacia un terreno de la mente y del espíritu que está más allá del cerebro. Los padres que están preparados pueden asumir que sus bebés ya están dotados de la inteligencia profunda que se necesita para crear vínculos. ¿Cómo obtener estos lazos afectivos? Empezando ya a cantarles nanas o mandándoles esos mensajes intencionados y explícitos de bienvenida y de amor de vuestros corazones hacia el suyo. Haceros a la idea de que esta vía de comunicación tiene capacidad para aguantar todos los mensajes sinceros y serios. Y esperad pacientemente por las «vibraciones» invisibles que están por llegar.
Dr. David Chamberlain
http://www.birthpsychology.org
************************
David Chamberlain es autor de “La mente del bebé recién nacido” y uno de los pioneros en la creación del nuevo campo de la psicología pre y perinatal. Lleva un cuarto de siglo dando conferencias por todo el mundo sobre la inteligencia de los recién nacidos y los bebés dentro del útero y animando a los padres y los profesionales de la salud a valorar la calidad psicológica del nacimiento. Después de realizar un curso sobre Aplicaciones Clínicas de la Hipnosis en 1974, David descubrió que sus clientes podían recordar detalles de sus experiencias en el vientre materno y durante el nacimiento. Esto lo condujo a una nueva línea de trabajo en su carrera como psicólogo, investigador, escritor, profesor y conferenciante sobre la desconocida mente de los bebés. Basándose en un estudio de diez parejas de madres e hijos cuyos recuerdos de nacimiento eran reales, Chamberlain comenzó a investigar en la literatura científica buscando información sobre las capacidades de los recién nacidos y los fetos, trabajo que ha continuado durante casi tres décadas. El fruto de este trabajo es la mente del bebé recién nacido, una obra traducida ya a diez idiomas y que ahora se publica en español.
En 1983 colaboró en la formación de la Asociación de Medicina y Psicología Pre y Perinatal (APPPAH), un lugar de reunión para todas aquellas personas especialmente interesadas en los distintos aspectos psicológicos del nacimiento. Ocupó, entre 1991 y 1999, el cargo de presidente de esta asociación, al tiempo que fundó (www.birthpsychology.com) Además, ha editado diez vídeos de formación, incluyendo dos especiales de televisión en Japón y Corea. El Dr. Chamberlain da clases en el Instituto Graduado de Santa Bárbara, un nuevo centro donde los estudiantes pueden acceder a maestrías y doctorados en psicología pre y perinatal. Continúa escribiendo y practicando la psicoterapia en las colinas de las Montañas de Sierra Nevada, en la ciudad de Nevada (California).
¿Parir a un bebé en podálica?
20 mayo 2009
La semana pasada se comentó en la Red Social Familia Natural este fragmento de Odent acerca del nacimiento en posición pélvica, es decir, cuando el bebé está "sentado". Ya había leído algunos fragmentos de Michel Odent en donde afirmaba que el parto en podálica es perfectamente posible y que es una indicación relativa de cesárea. Me interesa este tema en particular, ya que Guillermina estaba sentada, con las piernas cruzadas y la colita apoyada en mi pelvis. Lamentablemente esto lo sé ahora ya que durante el embarazo no me preocupé en informarme y supuse que, si mi médico "me mandaba" a cesárea, seguramente era porque lo necesitaba.
Las preguntas me surgieron muchos meses después, casi sobre el primer año de mi beba. La cesárea fue programada por oligoamnios (escaso líquido amniótico) en la semana 37. Ya hacía desde la semana 26 que tenía este problema y desde la semana 30 que estaba en reposo. Aquí pueden leer la experiencia del nacimiento de mi hija. Quiero aclarar que, después de mucha incertidumbre, supimos que el oligoamnios no se debía a ninguna patología genética de mi beba. Simplemente lo diagnosticaron "oligoamnios por causa desconocida".
Mi búsqueda ahora ya no se enfoca en la necesidad o no de la cesárea. Sino en mi desconexión con un embarazo deseado. Más exactamente en las emociones con las cuales no supe conectarme. Seguramente mi beba nunca se dio vuelta porque el nivel de líquido amniótico era demasiado bajo: nunca pudo "flotar" y por lo tanto no pudo ubicarse. Ahora ¿por qué el líquido amniótico era tan insuficiente? El médico ecógrafo que lo detectó me dijo que era estres. Yo no estaba bien emocionalmente. Pero aparte, en ese momento, lo que menos me importaba era el embarazo. Me sentía horrible, mal con mi cuerpo: lo único que me alentaba era saber que ya faltaban pocos meses. Puede sonar crudo pero fue así.
Hace unos meses leí en el blog Familia Natural una entrevista excelente a la partera Mirna Amaya en donde se comentaba que muchas veces la posición "de nalgas" está asociada con problemas emocionales de la madre. Pueden leer la entrevista aquí.
Seguiré buscando, buceando en mi interior para encontrar las respuestas a tantas preguntas. Por el momento les dejo el fragmento de Odent. Qué ganas de atenderse en Pithiviers, ¿no?
"En Pithiviers, casi nunca planeamos cesáreas. Aunque sospechemos que una cesárea puede llegar a ser necesaria, preferimos esperar que el trabajo de parto empiece espontáneamente. Después, dependemos de nuestra experiencia para ayudarnos a tomar decisiones rápidas. Primeramente -ya que tenemos razones para creer que el sistema endocrino fetal juega un rol en la puesta en marcha del principio del trabajo- cuando el trabajo empieza espontáneamente, quiere decir que el bebé ha desarrollado adecuadamente las glándulas pituitaria y adrenal y está lo bastante maduro como para lidiar con los rigores del trabajo y del nacimiento. Segundo, parece ser que las contracciones uterinas durante el trabajo juegan un rol estimulando el sistema neuroendocrinológico del bebé; no queremos privar al bebé de ninguna parte de este estímulo.
Por último, dentro del campo del trabajo y el alumbramiento, uno aprende rápidamente a esperar lo inesperado. A veces, una mujer tendrá una rápida y fácil labor aunque los profesionales creían que sólo era posible una cesárea. Por ejemplo, a mujeres que en otras oportunidades habían tenido cesáreas, a veces se les dice que siempre tendrán que dar a luz de esa manera. Sin embargo, en nuestra clínica, una de cada dos mujeres que previamente han tenido cesáreas, logran dar a luz por vía vaginal. Tampoco los nacimientos que vienen con presentación pelviana justifican siempre esta operación.
Por nuestra experiencia con bebés de presentación pelviana, nos hemos dado cuenta de que observando el progreso natural de la primera etapa del trabajo, tenemos las mejores indicaciones para saber a qué atenernos hasta el último momento. Esto quiere decir que no haremos nada que pueda interferir con la primera etapa del trabajo: ni Pitocin, ni baño en la pileta, ni ninguna mención de las palabras "de nalgas". Si todo sale bien, no hay ninguna razón para pensar que la segunda etapa del trabajo pueda crear algún problema. Nuestra única intervención será insistir en la posición acuclillada, ayudada, para el nacimiento, ya que mecánicamente es la más eficaz. Reduce la posibilidad de que tengamos que sacar al bebé hacia afuera y es la mejor manera para minimizar el tiempo entre la expulsión del ombligo del bebé y su cabeza, que podría resultar en la compresión del cordón umbilical y privarlo de oxígeno. Jamás nos atreveríamos a arriesgarnos a hacer un parto con presentación pelviana si la madre estuviera en una posición dorsal o semisentada.
Por otra parte, si las contracciones en la primera etapa del trabajo son dolorosas e ineficaces y la dilatación no progresa, rápidamente debemos dejar de lado la idea de un alumbramiento por vía vaginal. Si no, vamos a tener que encarar el peligro del "punto de no retorno", a último momento, cuando luego de la aparición de las nalgas del bebé, ya sea demasiado tarde para cambiar estrategias y decidir hacer una cesárea. Sin embargo, a pesar de que siempre hacemos cesáreas cuando la primera etapa del trabajo es difícil y la situación no mejora, la mayoría de los nacimientos que vienen con presentación de pelvis, en nuestra clínica, terminan siendo nacimientos por vía vaginal.
En dos situaciones, a veces, planeamos cesáreas por adelantado: la primera es cuando una madre desarrolla una preeclampsia. Si una mujer tiene un crecimiento abrupto en la presión arterial hacia el final del embarazo y hay proteínas en su orina, la hospitalizamos y la tenemos bajo cuidada observación. Si se tiende sobre su costado izquierdo, para aliviar la presión en la vena cava, su presión arterial a veces baja y puede dar a luz normalmente. Una mujer en este estado no tendría que tomar ningún medicamento. Si le vienen repentinos dolores de cabeza y siente como una barra en el estómago o si el amnioscopio muestra que las aguas no están claras, se hará una cesárea, inmediatamente.
En ocasiones, hacemos una cesárea sin esperar que comience el trabajo de parto espontáneamente, cuando un embarazo dura más de lo requerido. Sin embargo, es realmente raro que un bebé llegue con retardo; hay una tendencia a subestimar la frecuencia con que esto sucede, generalmente porque la madre o el obstetra han calculado mal o se han equivocado sobre la fecha de concepción. Cuando estamos seguros de que una mujer está con verdadero retraso, se le hace una amnioscopía cada 36 horas; mientras el líquido amniótico se presente claro, esperamos pacientemente. No vemos ninguna buena razón para inducir el trabajo de parto en forma rutinaria con goteos intravenosos de Pitocin o romper la bolsa, en semejantes casos. A veces, esa amnioscopía revela el líquido amniótico coloreado o en disminución; esos signos de peligro fetal requieren intervención inmediata. Si la futura madre ya ha tenido bebés, quizás rompamos las membranas y veamos que pasa, antes de decidir hacer una cesárea. En caso de que la mujer sea primeriza, generalmente esperamos un trabajo mas largo y más difícil; entonces en general preferimos hacer una cesárea inmediatamente, para no añadir dificultades. Con esta estrategia el número de cesáreas en relación con la "postmadurez", se mantiene muy bajo.
Dado que por lo general terminamos decidiendo hacer una cesárea de una manera totalmente inesperada, inmediatamente antes del nacimiento, no podemos usar anestesia que requiera larga preparación, como sucede con la epidural. Usamos una típica anestesia general liviana que dura lo suficiente para la operación".
Odent, Michel: Antiobstetricia en Nacimiento renacido, Ed. creavida.
Hace unos meses leí en el blog Familia Natural una entrevista excelente a la partera Mirna Amaya en donde se comentaba que muchas veces la posición "de nalgas" está asociada con problemas emocionales de la madre. Pueden leer la entrevista aquí.
Seguiré buscando, buceando en mi interior para encontrar las respuestas a tantas preguntas. Por el momento les dejo el fragmento de Odent. Qué ganas de atenderse en Pithiviers, ¿no?
"En Pithiviers, casi nunca planeamos cesáreas. Aunque sospechemos que una cesárea puede llegar a ser necesaria, preferimos esperar que el trabajo de parto empiece espontáneamente. Después, dependemos de nuestra experiencia para ayudarnos a tomar decisiones rápidas. Primeramente -ya que tenemos razones para creer que el sistema endocrino fetal juega un rol en la puesta en marcha del principio del trabajo- cuando el trabajo empieza espontáneamente, quiere decir que el bebé ha desarrollado adecuadamente las glándulas pituitaria y adrenal y está lo bastante maduro como para lidiar con los rigores del trabajo y del nacimiento. Segundo, parece ser que las contracciones uterinas durante el trabajo juegan un rol estimulando el sistema neuroendocrinológico del bebé; no queremos privar al bebé de ninguna parte de este estímulo.
Por último, dentro del campo del trabajo y el alumbramiento, uno aprende rápidamente a esperar lo inesperado. A veces, una mujer tendrá una rápida y fácil labor aunque los profesionales creían que sólo era posible una cesárea. Por ejemplo, a mujeres que en otras oportunidades habían tenido cesáreas, a veces se les dice que siempre tendrán que dar a luz de esa manera. Sin embargo, en nuestra clínica, una de cada dos mujeres que previamente han tenido cesáreas, logran dar a luz por vía vaginal. Tampoco los nacimientos que vienen con presentación pelviana justifican siempre esta operación.
Por nuestra experiencia con bebés de presentación pelviana, nos hemos dado cuenta de que observando el progreso natural de la primera etapa del trabajo, tenemos las mejores indicaciones para saber a qué atenernos hasta el último momento. Esto quiere decir que no haremos nada que pueda interferir con la primera etapa del trabajo: ni Pitocin, ni baño en la pileta, ni ninguna mención de las palabras "de nalgas". Si todo sale bien, no hay ninguna razón para pensar que la segunda etapa del trabajo pueda crear algún problema. Nuestra única intervención será insistir en la posición acuclillada, ayudada, para el nacimiento, ya que mecánicamente es la más eficaz. Reduce la posibilidad de que tengamos que sacar al bebé hacia afuera y es la mejor manera para minimizar el tiempo entre la expulsión del ombligo del bebé y su cabeza, que podría resultar en la compresión del cordón umbilical y privarlo de oxígeno. Jamás nos atreveríamos a arriesgarnos a hacer un parto con presentación pelviana si la madre estuviera en una posición dorsal o semisentada.
Por otra parte, si las contracciones en la primera etapa del trabajo son dolorosas e ineficaces y la dilatación no progresa, rápidamente debemos dejar de lado la idea de un alumbramiento por vía vaginal. Si no, vamos a tener que encarar el peligro del "punto de no retorno", a último momento, cuando luego de la aparición de las nalgas del bebé, ya sea demasiado tarde para cambiar estrategias y decidir hacer una cesárea. Sin embargo, a pesar de que siempre hacemos cesáreas cuando la primera etapa del trabajo es difícil y la situación no mejora, la mayoría de los nacimientos que vienen con presentación de pelvis, en nuestra clínica, terminan siendo nacimientos por vía vaginal.
En dos situaciones, a veces, planeamos cesáreas por adelantado: la primera es cuando una madre desarrolla una preeclampsia. Si una mujer tiene un crecimiento abrupto en la presión arterial hacia el final del embarazo y hay proteínas en su orina, la hospitalizamos y la tenemos bajo cuidada observación. Si se tiende sobre su costado izquierdo, para aliviar la presión en la vena cava, su presión arterial a veces baja y puede dar a luz normalmente. Una mujer en este estado no tendría que tomar ningún medicamento. Si le vienen repentinos dolores de cabeza y siente como una barra en el estómago o si el amnioscopio muestra que las aguas no están claras, se hará una cesárea, inmediatamente.
En ocasiones, hacemos una cesárea sin esperar que comience el trabajo de parto espontáneamente, cuando un embarazo dura más de lo requerido. Sin embargo, es realmente raro que un bebé llegue con retardo; hay una tendencia a subestimar la frecuencia con que esto sucede, generalmente porque la madre o el obstetra han calculado mal o se han equivocado sobre la fecha de concepción. Cuando estamos seguros de que una mujer está con verdadero retraso, se le hace una amnioscopía cada 36 horas; mientras el líquido amniótico se presente claro, esperamos pacientemente. No vemos ninguna buena razón para inducir el trabajo de parto en forma rutinaria con goteos intravenosos de Pitocin o romper la bolsa, en semejantes casos. A veces, esa amnioscopía revela el líquido amniótico coloreado o en disminución; esos signos de peligro fetal requieren intervención inmediata. Si la futura madre ya ha tenido bebés, quizás rompamos las membranas y veamos que pasa, antes de decidir hacer una cesárea. En caso de que la mujer sea primeriza, generalmente esperamos un trabajo mas largo y más difícil; entonces en general preferimos hacer una cesárea inmediatamente, para no añadir dificultades. Con esta estrategia el número de cesáreas en relación con la "postmadurez", se mantiene muy bajo.
Dado que por lo general terminamos decidiendo hacer una cesárea de una manera totalmente inesperada, inmediatamente antes del nacimiento, no podemos usar anestesia que requiera larga preparación, como sucede con la epidural. Usamos una típica anestesia general liviana que dura lo suficiente para la operación".
Odent, Michel: Antiobstetricia en Nacimiento renacido, Ed. creavida.
El embarazo
01 noviembre 2008
La verdad es que tuve un embarazo espectacular. Nunca un vómito, nunca una náusea. Tenía la presión baja pero me sentía bien! Si hoy llego a tener 8/11 me desmayo, pero durante el embarazo estuve genial así. Caminaba, iba a trabajar...no falté ni una vez en todo el embarazo.
Me atendía el Dr. Casanova en el Sanatorio Británico. Cada vez que iba me hacía una eco en un aparato bastante viejo...pero a mi me alcanzaba para quedarme tranquila de que todo iba bien.
A las 6 semanas me hice la primera ecografía, el corazón latía con fuerza y el embrión medía 7 mm todo estaba perfecto. Me dieron fecha probable de parto para el 23 de marzo de 2008, corrí a fijarme en el almanaque: era domingo de pascuas. Me dió un poco de miedo pensar que pudiera presentarse el parto en semana santa...
En la semana 15 me hice la segunda eco y salí bastante decepcionada porque pensé que iba a saber el sexo del bebé...y no se vió!
Cuando empezó el calor sufrí un poco más, pero dentro de lo soportable. Lo úncio malo fue que entré en una especie de melancolía y andaba llorando por los rincones sin poder contenerme. Estaba extremadamente sensible, todo me hacía llorar...emocionalmente no la pasé de diez. Me costó mucho aceptar la transformación total de mi cuerpo (aún hoy me cuesta).
El 21 de diciembre hicimos la eco 4D y nos enteramos de que venía una nena! Desde el comienzo del embarazo los dos queríamos una nena, así que esa noticia compensó el hecho de que no le pudimos ver la carita porque tenía las piernitas contra la cara y de que había "poco líquido amniótico". Llamé al obstetra para preguntarle por lo del poco líquido y nos vimos a los pocos días. Me dijo que, si bien estaba un poco bajo, la cantidad seguía dentro de los parámetros normales. Me autorizó a irme de vacaciones al sur y me dió una orden para realizarme una ecografía la semana después de llegar del viaje.
Me atendía el Dr. Casanova en el Sanatorio Británico. Cada vez que iba me hacía una eco en un aparato bastante viejo...pero a mi me alcanzaba para quedarme tranquila de que todo iba bien.
A las 6 semanas me hice la primera ecografía, el corazón latía con fuerza y el embrión medía 7 mm todo estaba perfecto. Me dieron fecha probable de parto para el 23 de marzo de 2008, corrí a fijarme en el almanaque: era domingo de pascuas. Me dió un poco de miedo pensar que pudiera presentarse el parto en semana santa...
En la semana 15 me hice la segunda eco y salí bastante decepcionada porque pensé que iba a saber el sexo del bebé...y no se vió!
Cuando empezó el calor sufrí un poco más, pero dentro de lo soportable. Lo úncio malo fue que entré en una especie de melancolía y andaba llorando por los rincones sin poder contenerme. Estaba extremadamente sensible, todo me hacía llorar...emocionalmente no la pasé de diez. Me costó mucho aceptar la transformación total de mi cuerpo (aún hoy me cuesta).
El 21 de diciembre hicimos la eco 4D y nos enteramos de que venía una nena! Desde el comienzo del embarazo los dos queríamos una nena, así que esa noticia compensó el hecho de que no le pudimos ver la carita porque tenía las piernitas contra la cara y de que había "poco líquido amniótico". Llamé al obstetra para preguntarle por lo del poco líquido y nos vimos a los pocos días. Me dijo que, si bien estaba un poco bajo, la cantidad seguía dentro de los parámetros normales. Me autorizó a irme de vacaciones al sur y me dió una orden para realizarme una ecografía la semana después de llegar del viaje.
Esa navidad la pasamos en casa, con los padres de David y Olga, la abuela. Hizo taaanto calor...el 31 llegamos a los 40 grados, casi morimos todos...El 2 de enero salimos para el sur, a disfrutar de un viaje hermosísimo. Recorrimos Neuquén, Río Negro y Chubut. Llegamos agotados y felices por todos los lugares conocidos...también comimos muchísimo!! Más que vacaciones fue un tour gourmet...jajaja.
El 14 de enero hacemos la eco de control por el líquido. El resultado nos asustó, y la ecógrafa se encargó de acentuarlo aún más...nos dijo que había poquísimo líquido y que ese bebé iba a nacer sí o sí en unas semanas, yo en ese momento estaba de 30 semanas. Me voy de mi obstetra que me ordena reposo absoluto e inyecciones de corticoides para madurarle los pulmones al bebé. La verdad es que la pasamos bastante mal. Estar en reposo es sumamente desgastante, frustrante, deprimente. Yo lo único que hacía era buscar en internet las malformaciones asociadas con la falta de líquido amniótico...y el resto del tiempo me la pasaba llorando, asustadísima por lo que leía. Por suerte muchos me hicieron compañía y de a poco lo fui sobrellevando.
El 14 de enero hacemos la eco de control por el líquido. El resultado nos asustó, y la ecógrafa se encargó de acentuarlo aún más...nos dijo que había poquísimo líquido y que ese bebé iba a nacer sí o sí en unas semanas, yo en ese momento estaba de 30 semanas. Me voy de mi obstetra que me ordena reposo absoluto e inyecciones de corticoides para madurarle los pulmones al bebé. La verdad es que la pasamos bastante mal. Estar en reposo es sumamente desgastante, frustrante, deprimente. Yo lo único que hacía era buscar en internet las malformaciones asociadas con la falta de líquido amniótico...y el resto del tiempo me la pasaba llorando, asustadísima por lo que leía. Por suerte muchos me hicieron compañía y de a poco lo fui sobrellevando.
Lamentablemente el final de mi embarazo fue en reposo...estuve en una cama prácticamente dos meses. Miro para atrás y no puedo creer que esa haya sido yo! Todos los viernes hacíamos una ecografía con dopler de cordón umbilical con el Dr. Fernando Plá, para constatar que todo estuviera bien. Después nos íbamos a tomar el té al barcito que queda enfrente del Distrito Centro: té con torta, alfajores y lo que hubiera...jajaja. Era mi única salida.
Hasta que el jueves 28 de febrero (día en el cual festejábamos el cumpleaños de David) fui a ver al obstetra. Miró la última ecografía y me dijo: "Yo no me quiero arriesgar más, un bebé de 37 semanas ya está de término ¿qué te parece si hacemos la cesárea el lunes?" Y así fue programada mi cesárea. La verdad agradezco mucho al Dr. el hecho de que se haya "jugado" a aguantar para que mi Guille naciera a término, gracias a eso estuvo solo dos horitas en Neo.
Quiero aclarar que la cesárea fue programada porque Guillermina estaba en "podálica" es decir, de nalgas. Por lo tanto no quise arriesgarme a que algo saliera mal. Desde que quedé embarazada deseaba un parto natural...hasta me hubiera animado a tenerla en casa, y me desilusioné mucho cuando no pudo ser. Pero al menos tuve tiempo para hacerme a la idea de que iba a ser una cesárea...
El lunes 3 de marzo nos encaminamos al Sanatorio Británico: fuimos en el colectivo 120!!! Qué locos, íbamos con todos los bolsos a internarnos, a las 10 am hice el ingreso y me dediqué a esperar: obstetra, quirófano, camillero, anestesista...pero eso ya forma parte de otra historia. La historia del día más importante de nuestras vidas.
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Luisina Serenelli
Docente // Fotógrafa // Blogger //Feminista // Doula// Escritora // Lectora incansable // Mamá de Guille y Emi // Enamorada de David // En permanente deconstrucción y construcción