Y de golpe nos miramos. Hacía mucho que nos veíamos pero en esos meses empezamos a mirarnos. Y supimos que compartiríamos el camino. Ese terrible diciembre mirábamos a Kitano. Y nos bastaba con dejar morir la pena. Yo, preocupada porque empezaba a sentar cabeza. Él con el corazón aún dolido por haberse decidido.
Hacía menos de 20 días que estábamos juntos cuando llegó la pregunta:

"-¿Vos querés tener hijos, no?- ahora me pregunto cuán preocupado habrá estado por mis alusiones permanentes a Simone.
-Sí, claro. No ahora pero sí.
-Ya me veía siendo padre el año que viene- aludiendo a su ruptura reciente.
-Ajhá.
-Y vamos a tener uno solo- agregó.
-Si, uno solo. No más.
-Qué bueno es estar de acuerdo"

Y pasaron un par de años y él mismo me puso a Guillermina en mis brazos en esa habitación del Sanatorio Británico. Y se diluyeron mis planes. En el fondo de mi corazón quería pasar una vez más por todo eso. Pero sabía que él era firme en sus decisiones.

Y sin embargo aquí estamos, dispuestos a transitar una vez más el mismo camino. "¿Cómo lo convenciste?" preguntó alguien. Y la verdad es que no lo convencí...las cosas solas se fueron dando y sus argumentos se diluyeron ante la fuerza del deseo.

Decidimos que ya era hora de pensar en un nuevo hijo. Y tenemos miedos sí. Pero supongo que nos alienta el saldo positivo que arroja transitar el camino de la paternidad. Así que Centenari@ -es su apodo ya que, si las cosas salen según lo previsto, nacerá en el año del bicentenario de Argentina- te estaremos buscando y esperando.