Se termina la Semana Internacional de la Crianza en Brazos y mi blog ha permanecido extrañamente mudo. Mi alma está enredada buscando un rumbo, han pasado cosas esta semana: algunas ayudan a crecer y otras tiran desde el pasado. Pero a pesar de estas aguas turbulentas desde las cuales empiezo a vivenciar el fin de mi puerperio (tirando puertas abajo en forma metafórica y también literal), no quiero dejar de dedicarle un último post a nuestro querido babywearing. Fundamentalmente porque devolvió a mi hija al lugar del cual nunca debió salir, pero también porque creo que es la forma más fácil de criar a nuestros hijos: respetar el continuum humano es responder a la necesidad de los bebés de estar en brazos hasta que por sí mismos decidan bajar. Y es también respetar -cómo no- cuando quieren bajar ;-)
Al llevar en brazos a mi bebé no sólo la llevé a ella, sino que también me llevé a mi misma. A la Luisina chiquitita que recuerdo llorando a gritos en plena Peatonal Córdoba porque no la querían hacer upa. A la que ahora mismo se tira al vacío y se queda sin red. Pero vamos sanando de a poco, porque nos tenemos incondicionalmente: yo te llevo a vos y vos me llevás a mí.
Y cuando no querés ir arriba, caminás contenta. Y cuando no te animás, te doy la mano. Porque de eso se trata: de acompañarnos y de estar juntas.
preciosa entrada!
ResponderEliminarHola!!
ResponderEliminarLuisina!!! Me gusta mucho como describes cada sentimiento, aveces yo me siento igual!!
Te dejo un saludo muy especial, y muchas felicidades!!!
Besitos!!!
Luisi, así me gusta!!
ResponderEliminarQué hermosa foto, vos estás preciosa, te noto como otro aire, no sé qué exactamente...La belleza siempre la tuviste, pero ahora noto un aura diferente, una luz...algo muy sincero, como que una capa se cayó y quedaste más al descubierto!
Besitos!