Hace poco, relacionando lo que comentaba en la entrada anterior con cuestiones de mi embarazo, pude entender una actitud puntual de Guillermina: se angustia cuando viajamos. Ya he comentado varias veces que no somos turistas que compran un pack en un hotel y ahí se quedan los diez días. A nosotros nos gusta ir de pueblo en pueblo, descubriendo aromas, sabores, conociendo gente y cruzándonos con otros viajeros. Cuando tuvimos a nuestra hija simplemente esperábamos mostrarle cómo era nuestra manera de viajar y que ella lo asimilara de a poco y bueno, obviamente esperábamos que le gustara como nos gusta y lo disfrutamos nosotros.
El primer viaje lo planeamos teniendo en cuenta que Guille tenía solo 10 meses, así que decidimos ir a Traslasierra en Córdoba, recorriendo los distintos pueblos y ciudades de la región. Son unas 8 horas en colectivo, la verdad es que Guille las toleró muy bien. Teníamos reservas en hostels y albergues de las distintas localidades, así que viajábamos sin preocupaciones. Y la pasamos muy bien, y conocimos y saboreamos y caminamos. Pero terminamos 10 veces más agotados que en cualquier otro viaje: Guille y yo nos enfermamos varias veces, casi morimos de calor y para colmo Traslasierra estaba colapsada de turistas, de autos, de gente gritando. Supongo que el estímulo fue demasiado para todos.
Hace unos días lo intentamos de nuevo, planeamos unos días en Buenos Aires. Llegamos el martes pasado con una lluvia torrencial que nos acompañó desde Rosario y que no cesó hasta bien entrada la noche. El hostel que habíamos reservado era hermoso, pero no tenía calefacción y la ola de frío polar amenazaba nuestras vacaciones. Y bueno, basta con decir que nos desbordamos fácilmente, sin nada que hacer, lloviendo como pocas veces vi en mi vida y muertos de frío. Y los nervios no tardaron en llegar a Guille, que como nosotros no podíamos expresarlos, los expresaba ella por los tres. Decidimos volver a Rosario el miércoles por la mañana, pero aún había que pasar la noche en esa habitación helada. La verdad es que yo casi muero de frío, pero lo que me quedó de esa noche fue el llanto de mi hija. No había forma de calmarla, se durmió llorando y lloró dormida durante buena parte de la noche. Realmente volvimos a Rosario bastante frustrados, pero con la calma de estar nuevamente en nuestro hogar. Sin embargo no puedo dejar de pensar en qué es lo hace que Guille se sienta tan incómoda viajando. Y no estamos hablando ni siquiera de acampar.
Así, empecé a pensar en una situación que viví durante mi embarazo. Cuando anunciamos, promediando la semana 30 del embarazo, que nos íbamos de mochileros al sur, la familia entera puso "caras feas". Ni quiero hablar de los comentarios de mi suegra. Planeamos el viaje, que empezaría en enero de 2008. Yo estaba de 6 meses y medio, me sentía genial: ni un vómito, ni un mareo, andaba bárbara con mi presión 8/10. Hice algunas reservas en hostels para no caer sin ningún lugar en donde dormir.
Fue un viaje maravilloso, recorrimos 3 provincias y 5 Parques Nacionales en 15 días. Uno de los días decidimos ir a Villa Traful, en la provincia de Neuquén: un pueblito hermoso al que se llega en trafic. Y hacia allá fuimos, ese mismo domingo a la noche planeábamos llegar a Villa la Angostura, dormir ahí y salir al otro día para San Carlos de Bariloche. Villa Traful es uno de los lugares más lindos que conozco, y el día de enero estaba tan hermoso que hasta nos metimos al lago. A las 18 hs. fuimos a tomar la trafic que salía para Villa la Angostura, pero el vehículo se había roto en el camino y tenían que mandar otro desde San Martín de los Andes. Entre idas y vueltas llegamos a Villa la Angostura a la1 de la mañana, cansadísimos, con hambre y completamente llenos de tierra. Empezamos a llamar a los hostels que teníamos agendados y no había lugar en ningún lado. Empezamos a caminar por las calles del pueblito y a preguntar en los hoteles céntricos: no había lugar en ningún lado, pero en ningún lado...ni siquiera en donde la noche cuesta $500. Más allá de la risa que nos daba estar como José y María por las calles de Belén, debo decir que nos ganó la angustia, sobre todo a mí. Si bien la ciudad es super segura, tampoco daba para dormir en un banco de la plaza y como si fuera poco sentía contracciones, no dolorosas pero de esas en las que se te pone la panza como piedra: necesitaba descansar. Naturalmente lloré un montón (encima soy bastante llorona), pero al final encontramos dos camas separadas en un hostel bastante alejado. Dormimos bien aunque la sensación de angustia me quedó por varios días. El viaje siguió, a primera hora del lunes nos tomamos el colectivo a Bariloche y nos encontramos con Tato el dueño del hostel en el que teníamos reservas. Después fuimos a Villa Lago Puelo y una semana más tarde estábamos llegando a Rosario.
Al día siguiente de nuestra llegada me hago una eco de control y me detectan el oligoamnios, y así terminé en reposo desde el 15 de enero hasta que nació Guille el 3 de marzo. Del reposo ya hablaré en otra ocasión pero adelanto que fue lo más duro que me tocó hacer por mi hija hasta ahora y que, mirando en retrsopectiva, no sé cómo fue que lo hice y no desobedecí (o tal vez hubiera sido mejor desobedecer, eso no lo sabré nunca). Pero adivinen ¿a qué le achacó mi familia el oligoamnios? Obvio, al viaje. Y tengo que decir que por mucho que me esfuerce en explicar que el viaje no tuvo nada que ver con el final de mi embarazo, a veces ni yo misma me lo creo. Y claro, en ocasiones también me siento culpable y angustiada. Pero yo necesitaba ese viaje, me hizo muy bien emocionalmente hacerlo...y así y todo no puedo acallar la voz de mi familia que resuena ahí adentro y me hace la única responsable de los hechos acaecidos.
Creo que Guille sabe mucho de eso: de la angustia en Villa la Angostura, de la necesidad íntima de ese último viaje solos, de las voces familiares que me torturaron las semanas en las que estuve en reposo. Supongo que ella aún llora en los viajes por todo lo que yo no pude llorar en ese momento. De a poco voy sacando todo esto de adentro y conectándolo con estos recuerdos. Creo que tengo que vivir aún ese pedazo del embarazo que me robaron por mantenerme en un reposo que, por momentos, me parece absurdo y malintencionado por parte de mi osbtetra.
Y acá dejo fotos de ese viaje inolvidable, de los lugares que espero recorrer nuevamente junto a Guille y en muchos de los cuales viviría gustosa.


Lago Lacar, San Martín de los Andes, Neuquén


Lago Hechelafquen, Volcán Lanín al fondo. Parque Nacional Lanín


Camino a Villa Traful por la ruta de los 7 lagos


Lago Traful, Villa Traful, Neuquén


Isla Victoria, Parque Nacional Nahuel Huapi, Río Negro


Pinos en Isla Victoria


Gaviotas en el Lago Nahuel Huapi, Bariloche, Río Negro


Parque Nacional Lago Puelo, Chubut


Mirador en el Parque Nacional Lago Puelo


En la Terminal de Ómnibus de Bariloche, la mochila la tuve ese segundo, la llevó David todo el viaje ;-)