"Todo al fin se sucedió
sólo que el tiempo no los esperó"
Fito

Crecí en una casa con treinta metros de fondo. Tuve padres y dos hermanas, y a mis abuelos maternos compartiendo el patio. Fui una nena solitaria y tímida. En casa podía estar horas en el patio: nadie preguntaba por mí, ni me miraba, ni se preocupaba. De vez en cuando mi abuelo salía al patio a gritarme: "Hasta que no te rompas una pierna no la vas a terminar". Pobre el viejo, se había venido del campo arrastrando a mi abuela Irma. Se llamaba José, aunque su nombre tendría que haber sido "Nicodemo", siempre nos contaba que cuando su padre lo había ido a anotar se había olvidado de ese nombre tan complicado y había optado por "uno más sencillo". Mi abuela también salía de tanto en tanto a mirarme, pero le costaba bastante porque era lisiada desde los 40 años. ..pero ella no merece estar mezclada en este confuso post.

Tan poco me miraban que un día enjaboné todo el patio de porland (que era la mitad de los 30 metros) y jugué a "patinar sobre hielo" durante casi tres horas. Y nadie se preguntó por mí...hasta que hubo que sacar todo el jabón, claro. No sé si estaba sola porque era el demonio o si era el demonio por estar sola. Nunca me lo aclararon.

Soy la menor de tres hermanas y escuché toda mi vida los siguientes relatos sobre mi gestación: "viniste de rebote" "no sabés la depresión que tuvo tu padre cuando le dijeron que eras nena" "tu hermana del medio dibujaba en lo de la psicóloga un cuadradito envuelto en llamas: era tu cuna" "cuando tuviste peritonitis a los tres años no teníamos obra social y tu padre se quedó sin una de sus propiedades para salvarte la vida" "sos la prueba de que el DIU no es un método anticonceptivo seguro". Ay! me salvaron la vida pero me dejaron psicológicamente arruinada, con pocos recursos emocionales, ¿cómo sobreviví a esta gente?

Mi papá: un inseguro crónico...tan celoso que cuando volvíamos de algún lado al que me había llevado mi vieja me aturdía con interrogatorios del tipo "¿hablaron con alguien? ¿hablaron con algún hombre?" Ohhh...hacete ver!!! Todas sus frustraciones eran fruto de una desgracia personal y la desencadenaban los ministros de economía de la nación.

Mi mamá: extremadamente rígida .Desde que tuve uso de razón escuché estas encantadoras frasecitas: "miren que me agarro mis cuatro pilchas y me mando a mudar" "no se te ocurra jamás agarrar una aguja de coser" "en la vida hay que tener una carrera para ser alguien" "no se casen". En casa se comía chocolate, helado o pastas cuando ELLA quería; si ella no tenía ganas simplemente no se comía. Si hubiera sido lo suficientemente valiente como para separarse nos hubiera hecho un gran bien a todos.

Mis Hermanas: pobres, crecieron sometidas a estos mismos padres ¿qué puedo reprocharles? Y si, están medio loquitas como yo...nos dejaron averiadas.

Cuando entré en mi adolescencia mi mamá llegaba a su menopausia y empezó la violencia: la violencia física, porque violencia pasiva siempre hubo. Toda la familia entró en crisis: nos gritábamos y pegábamos todo el día, todos los días. A veces temo que verbalizarlo haga que se reproduzca la historia. Mi casa era un infierno y la escuela se transformó en el paraíso. Por eso nunca me costó: estudiar, leer era el refugio ante tanto maltrato. Cuando ya pegarse era poco nos empezamos a destruir psicológicamente. Mi mamá sostenía que era bella (si es cierto, lo era) y sus hijas éramos gordas y feas. Así, al entrar a mi segundo año de universidad: dejé de comer. Solamente sobrevivía comiendo caramelos Halls Free, llegué a pesar 50 kilos y no por eso le parecí más linda a mi vieja. Y otra vez mi refugio: las palabras.

Naturalmente la historia no podía durar mucho: mi papá murió de cáncer de pulmón el 10 de mayo de 1999, mi mamá tuvo una recaída de su cáncer de colon en diciembre del mismo año y murió en agosto del 2000. Si bien el duelo por la muerte de mis padres me enfrentó a un largo sufrimiento, muchas veces me doy cuenta de que su muerte era algo que debía suceder para que yo pudiera crecer. Tengo que decir que jamás hubiera podido salir de ese circuito de violencia, no hubiera podido mantener una relación amorosa en ese contexto, engendrar un hijo..."nada hubiera tenido lugar" en palabras de Simone de Beauvoir.

Yo aún hoy intento sanar de tanta violencia, de mi propia historia, del legado familiar y de haberme dado cuenta de cómo eran las cosas cuando ya no se las podía decir a nadie. Esa es la magnitud del vacío al que me enfrento.

Guillermina le dio nuevo sentido a ese vacío. Retomo las sabias palabras de Laura Berhein: "La crianza con apego cura las heridas de una crianza desapegada", sí...ver a mi hija feliz hace que todo tenga más sentido. Pero sigo preguntándome ante qué vacío emocional estaban mis padres para habernos criado así.


En la foto: Mi sobrino Pedro y Guillermina, mi hija