Mañana es mejor, Rosario
25 noviembre 2014
Ayer fuimos a la Kermesse que organizó La isla de los inventos. Fue una experiencia bella. En esta familia somos muy fans de los eventos organizados por el Tríptico de la infancia, pero aún estoy conmovida por lo que viví ayer. En realidad no por lo que viví, sino por el contraste entre la Rosario que conocí -concentrada en la mencionada Kermesse- y la ciudad en la que vivo hoy, una Rosario completamente diferente.
Hace 10 años, cuando se celebró el Congreso de la Lengua, Rosario despertaba del letargo menemista y era proclamada "la Bilbao" argentina: un polo comercial e industrial se transformaba de a poco en una ciudad cultural y turística. Durante diez años, la vorágine del consumo y la construcción no pararon de crecer. Maravillados ante este crecimiento inesperado, los dejamos hacer. Los ciudadanos de a pie creímos que ese crecimiento estaba relacionado únicamente con las ganancias de millonarias de la agroexportación. En realidad, parte de ese crecimiento estaba íntimamente relacionado con el lavado de dinero del narcotráfico.
Así, la bella ciudad en la que elegí vivir hace exactamente 11 años, se transformó en un lugar impredecible y violento: el tránsito es un desastre, los delincuentes son ajusticiados por los vecinos, el juez de una causa de narcotráfico se va de viaje a Las Vegas con el principal acusado, la violencia crece en las calles y en las escuelas (lo veo a diario).
Los que leen este blog desde hace tiempo, saben que nací en San Lorenzo, una ciudad a 30km. de Rosario. Durante toda mi infancia Rosario fue algo así como la "Meca" a la que debía llegar. Todo lo bueno, lo lindo, lo novedoso, se conseguía en Rosario. Si bien la mayoría de las familias de San Lorenzo visitan esta ciudad varias veces por semana, mi familia solo venía hasta acá por una urgencia médica grave. Recién durante la adolescencia me dejaban venir a pasear con mis amigas. Recuerdo exactamente cada vez que vine a Rosario entre los 10 y los 20 años: la visita al zoológico y al Parque Independencia, pasear por las galerías y comprarnos ropa en Ticket, venir a bailar a Contrabando, la tarde que 20 chicas del curso nos subimos al colectivo para venir al cine a ver "Tango feroz" (la nostalgia de los patéticos '90). Después, la facultad y el viaje ida y vuelta diario durante 7 años. Y al momento de elegir dónde quería vivir, la felicidad de comprar mi departamento acá.
La cosa es que, después de 11 años, Rosario me defraudó y me pregunto a diario si no será tiempo de levantar el campamento (ojo, no me refiero a Rosario en sí, sino a una cadena de hechos que han convertido a esta ciudad en un lugar difícil para vivir, seguramente tenga más que ver con la complejidad de las sociedades latinoamericanas que con la ciudad en sí). Y lo digo desde el dolor y desde la certeza de que, cada uno desde nuestro pequeño lugar, podemos reconstruir. Soy una persona de raíces profundas y me genera una conmoción enorme el simple hecho de contemplar la posibilidad de irme.
Y por eso me conmovió tanto lo que vi ayer: gente de todas las edades, jugando juegos clásicos, en paz. Haciendo filas de una hora promedio, en paz (sin quejarse y putear como lo hacemos habitualmente). Los niños jugando con los adultos, no en un compartimento estanco hecho a su medida. Premios que se otorgaban a los que ganaban y, si no ganabas, no pasaba nada...no vi a un sólo chico llorar por no ganar. La gente que vitoreaba tu nombre para que le acertaras al pico de la botella, la multitud aplaudiendo a Guille porque fue la única que le embocó al SAPO! (fuera de joda, dejemos para otro momento el tema "puntería de Guille", ja!). Todo, en un contexto visualmente bello, estéticamente cuidado, con ese concepto que tiene la Chiqui González* y que yo defiendo a muerte: rodear a los niños de belleza. Como si fuera poco, la entrada era gratuita, sólo tenías que pagar $10 para participar de los juegos. Digamos que me emocioné tanto porque tuve casi la esperanza de que Rosario vuelva a ser la ciudad amable que una vez fue. Por lo pronto, elegimos quedarnos <3.
Cruzo los dedos por vos, amada Rosario.
Banderines y luces. El hombre orquesta. El palo enjabonado en versión moderna (una palo forrado en los flotadores esos de foam. Estrategia para no perder a Emilio. Megánofos. La bestia. Más luces. Uno de los premios. Papeleta para los juegos.
*Sin lugar a dudas, la Chiqui González es LO MEJOR que le ha pasado a mi ciudad (y a la provincia toda).
Mil cosas
06 noviembre 2014
Llego a la escuela a las 7:30, con un bolso que pesa 10kg, la agenda, la netbook y 3 pilas de trabajos por corregir en el otro brazo. La mañana transcurre sin mayores sobresaltos, una clase simple con un 5to. año, mate en la sala de profesores mientras termino de armar el video para la feria de ciencias de la otra escuela. En mitad de la jornada, una de mis alumnas me hace un bollo con la prueba y me lo tira. Le pido el cuaderno de comunicaciones, me lo tira en la cara. Me voy de la escuela enojada y frustrada porque a veces es TAN difícil. Voy manejando medio a los pedos, aunque respetando los límites de velocidad porque, al fin y al cabo, soy capricorniana. En el asiento del acompañante va la netbook terminando de generar el video para la tarde, recibo whatsapp de mi compañera de área, lo leo en un semáforo, los videos de la mañana (también armados con los chicos), gustaron. Siento un segundo de satisfacción.
Busco a Guille para llevarla a la escuela, subo la mochi, saludo a Emilio con el ritual del bocinazo. Sigo conectada a mi mundo laboral: una prueba hecha un bollo, citación a una madre, videos, feria de ciencias, 4 sesiones de fotos programadas para el fin de semana, el tutú que quedó por la mitad. De golpe, algo me vuelve a la realidad. Guille y su vocecita me reclaman. Es como emerger de una ensoñación, como salir del ensimismamiento (tantas veces mi hermana mayor me dijo "a veces te metés para adentro, sos una ostra").
La vocecita me reclama:
"Mami, cuando vuelvas a casa ¿podés jugar al Pou? Es que esta mañana no jugué y se va a ensuciar".
Carcajada inmediata pensando en el contraste. Explicación requerida por Guille. No le jugué al Pou, lo tuvo que rescatar a la vuelta :P
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Luisina Serenelli
Docente // Fotógrafa // Blogger //Feminista // Doula// Escritora // Lectora incansable // Mamá de Guille y Emi // Enamorada de David // En permanente deconstrucción y construcción