Ayer Guille cumplió 5 años. Y hace una semana arrancó salita verde, su último año en nivel Inicial. Creció tanto en este último tiempo. Habla hasta por los codos y está desarrollando una personalidad creativa e imaginativa que, si bien es cierto que estimulamos, a veces me sorprende.
Adora a sus autitos y trenes (para el cumple pidó algunos Chuggington) pero me pide que le pinte las uñas (!!!). Yo no soy buena para eso, así que le pinto hasta la mitad de la falange pobre. Y entre tanto se debate entre ser "rara" o ser una nena como las demás (no es que las demás sean muy diferentes, ni que hagamos un culto de lo raro, esta nena simplemente es así, tiene su mambo particular seguramente inoculado por sus padres), pide el disfraz de Cenicienta para el cumple, pero después no quiere saber nada con ponérselo (?). Ayer le atacó que no quería que le dijéramos feliz cumpleaños, que le daba vergüenza. A mi a veces me da risa, a veces me desespera, no es fácil la verdad. Como sea, no puedo quejarme, si los padres somos neuróticos a la nena qué otra le queda (?)

Al jardín va feliz y cada día cuenta más de las cosas que hacen, volver caminando es una fiesta. Se sube a cada peldaño de las puertas y salta, corre, baila, canta, cuenta historias. Es muy entretenido estar con ella.

En definitiva, es una nena de 5 años. Lo que la hace única para mi es que sea mi hija, ¿no?