"Pero sabía que, sin embargo, esta crónica no puede ser el relato de la victoria definitiva. No puede ser más que el testimonio de lo que fue necesario hacer y que sin duda deberían seguir haciendo contra el terror y su arma infatigable, a pesar de sus desgarramientos personales, todos los hombres que, no pudiendo ser santos, se niegan a admitir las plagas y se esfuerzan, no obstante, en ser médicos.
Oyendo los gritos de alegría que subían de la ciudad, Rieux tenía presente que esta alegría está siempre amenazada. Pues él sabía que esta muchedumbre dichosa ignoraba lo que se puede leer en los libros, que el bacilo de la peste no muere ni desaparece jamás, que puede permanecer durante decenios dormido en los muebles, en la ropa, que espera pacientemente en las alcobas, en las bodegas, en las maletas, los pañuelos y los papeles, y que puede llegar un día en que la peste, para desgracia y enseñanza de los hombres, despierte a sus ratas y las mande a morir en una ciudad dichosa".
Este es el final de la novela La peste de Albert Camus. El libro es una alegoría de la II Guerra Mundial y termina con la liberación de París: las "ratas" es decir, los nazis, abandonan la ciudad. Pero el protagonista afirma que el "bacilo de la peste nunca muere". Así, las guerras se suceden y los pensamientos "fascistas" esperan durante años la oportunidad para salir a la luz y mandar a morir sus ratas "a una ciudad dichosa". Definitivamente recomiendo la novela de Camus y también la película homónima, dirigida por Luis Puenzo.
Analizando el "proceso" a la luz de la actualidad tengo que decir que cada vez veo acercarse más a "las ratas", vamos en el camino inverso a la consolidación del sistema democrático: Susana Giménez y Cacho Castaña proponen "mano dura" y son aclamados como la "voz del pueblo". ¿De qué pueblo? A mí no me representan. Yo también exijo seguridad, pero para eso debo exigir también salud, educación pública de calidad, justicia y programas de inclusión social para todos. "Los derechos humanos también son para los ciudadanos" esta consigna parte de la base de que hay "ciudadanos de primera" y el resto. No es así: todos somos ciudadanos. ¿Acaso podemos decir que se respetan los "derechos humanos" de los que todos los días duermen en la calle? Me parece patético que haya gente que aún hoy se burle de los Derechos Humanos. Pero también lo veo peligroso.
Así las cosas siento al "vacilo de la peste" sembrado en la generaciones futuras, ayer en la escuela un nene de 13 años me dijo: "Con los militares había seguridad". Me vine triste...pensando en que a eso se refería Camus.
Más justicia, más equidad, más inclusión social, mejor distribución de la riqueza.
Si preservamos la "memoria" evitaremos que las ratas lleguen hasta aquí para "morir en una ciudad dichosa".
400 chicos apropiados...yo podría ser uno de ellos. Mi hija podría ser la nieta de un desaparecido. Familias separadas, la mayor deuda externa de toda la historia argentina, 30.000 desaparecidos, censura, la Guerra de Malvinas, vaciamiento industrial y un triste legado de exclusión y pobreza que llega hasta nuestros días. Ni olvido ni perdón.
Nunca Más
Oyendo los gritos de alegría que subían de la ciudad, Rieux tenía presente que esta alegría está siempre amenazada. Pues él sabía que esta muchedumbre dichosa ignoraba lo que se puede leer en los libros, que el bacilo de la peste no muere ni desaparece jamás, que puede permanecer durante decenios dormido en los muebles, en la ropa, que espera pacientemente en las alcobas, en las bodegas, en las maletas, los pañuelos y los papeles, y que puede llegar un día en que la peste, para desgracia y enseñanza de los hombres, despierte a sus ratas y las mande a morir en una ciudad dichosa".
Este es el final de la novela La peste de Albert Camus. El libro es una alegoría de la II Guerra Mundial y termina con la liberación de París: las "ratas" es decir, los nazis, abandonan la ciudad. Pero el protagonista afirma que el "bacilo de la peste nunca muere". Así, las guerras se suceden y los pensamientos "fascistas" esperan durante años la oportunidad para salir a la luz y mandar a morir sus ratas "a una ciudad dichosa". Definitivamente recomiendo la novela de Camus y también la película homónima, dirigida por Luis Puenzo.
Analizando el "proceso" a la luz de la actualidad tengo que decir que cada vez veo acercarse más a "las ratas", vamos en el camino inverso a la consolidación del sistema democrático: Susana Giménez y Cacho Castaña proponen "mano dura" y son aclamados como la "voz del pueblo". ¿De qué pueblo? A mí no me representan. Yo también exijo seguridad, pero para eso debo exigir también salud, educación pública de calidad, justicia y programas de inclusión social para todos. "Los derechos humanos también son para los ciudadanos" esta consigna parte de la base de que hay "ciudadanos de primera" y el resto. No es así: todos somos ciudadanos. ¿Acaso podemos decir que se respetan los "derechos humanos" de los que todos los días duermen en la calle? Me parece patético que haya gente que aún hoy se burle de los Derechos Humanos. Pero también lo veo peligroso.
Así las cosas siento al "vacilo de la peste" sembrado en la generaciones futuras, ayer en la escuela un nene de 13 años me dijo: "Con los militares había seguridad". Me vine triste...pensando en que a eso se refería Camus.
Más justicia, más equidad, más inclusión social, mejor distribución de la riqueza.
Si preservamos la "memoria" evitaremos que las ratas lleguen hasta aquí para "morir en una ciudad dichosa".
400 chicos apropiados...yo podría ser uno de ellos. Mi hija podría ser la nieta de un desaparecido. Familias separadas, la mayor deuda externa de toda la historia argentina, 30.000 desaparecidos, censura, la Guerra de Malvinas, vaciamiento industrial y un triste legado de exclusión y pobreza que llega hasta nuestros días. Ni olvido ni perdón.
Nunca Más
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