Último día de enero y, si bien hace rato que decidí repetir este proyecto que quedó trunco en 2017, lo cierto es que no podía terminar de concretar la foto. Hoy sacudí la modorra de todos y la hicimos. No resultó la idea que tenía en mente, por el horario no era muy seguro andar con trípode y cámar en el lugar real en el cual quería hacerla. Y en el lugar que utilizamos, el espacio de la vereda conspiraba contra el equipo. Así que "el barrio" que quería mostrar lo van a tener que imaginar o también pueden ir a leer este post sobre #nuestravidaenpichincha. En este autorretrato solo quedó la naturalidad que podemos lograr en 20 disparos consecutivos (bien poca, por cierto). Aunque, viéndolas, somos un poco así.
Este año, completo los 12 autorretratos familiares cueste lo que cueste. Me da tanta emoción ver las de 2017 que no quiero perderme esa sensación por nada del mundo. 
Las fotos están hechas en la vereda de la secundaria de la escuela Gurruchaga, donde mis niños cursan su primaria.


Y mañana empiezan los 28 días con Emilio y Guillermina (séptimo año para Emi, cuarto para Guille!).